Estoy un poco retrasado, en este ejercicio, intenté sin conseguirlo utilizar las diferentes acepciones de por lo menos seis de las palabras propuestas.
Logré retrasarme en la entrega y algunas imágenes que me gustaron.
Acústica. Anticipar. Bacán. Castigo. Corriente Desolación. Promesa
Una Insólita invitación
Se mira al espejo y se encuentra corriente, ramplón, burdo y hasta tosco, en esas condiciones no puede ni debe hacer promesas, se castiga, sabe que se anticipa, pero no quiere correr riesgos, el miedo lo paraliza, retumban en la penumbra, con el eco exponencial de una particular acústica sus sospechosas figuraciones, que finalmente se traducen en una irracional desconfianza, la misma que lo ha empujado al silencio, a la soledad a la tristeza, a la desolación, a este estado que lo lleva una y otra vez a querer quitarse la vida.
Los pasos sin rumbo lo trajeron a esta orilla, impasible frente al imponente mar, con la mirada perdida en ninguna parte, sin inmutarse, firme ante la acústica de las piedras, que le sacan roncos rugidos a las olas cuando castigan la playa y diluyen la fuerza de su corriente en espuma. Mirando hasta la ceguera esta inmensa y sobrecogedora masa de agua, encuentra la aridez, la desolación que lo persigue. Los recuerdos, desfigurados con el paso del tiempo lo llevan a estas mismas arenas, a donde llegó cinco años atrás, con sus aprensiones de siempre, incapaz de anticipar su aparición, vestida de mar y sin promesas, ni compromisos, ni dramas, y se encontraron una única y última vez en la tristeza. No supo su nombre, y en ese mismo momento la perdió, y lo lamenta. Con porfiada insistencia aparece nuevamente en el recuerdo y es aún mayor la intensa necesidad de querer quitarse la vida.
Regresa y camina con lentos y cansados pasos por calles conocidas, una corriente de aire otoñal lo envuelve, con la promesa cierta de fríos intensos, no puede anticipar la caída de las hojas, pero cubren las aceras, y se convierten en ese bronce tornasolado que se deshace con las prisas cuando pisa, pasa frente a una iglesia y desde la acústica del campanario clama la casa de Dios. Una sonrisa aparece en su rostro al pensar: Esta es la casa en donde los fieles y los infieles se dan la mano y se desean la paz, en un intento para evitar el castigo divino, la desolación de la nada, esa amenaza creciente con la que creció y hasta hoy le ha impedido cumplir con el deseo creciente de quitarse la vida.
Durante horas atraviesa en su despedida los mismos lugares corrientes que ha frecuentado, con la callada promesa de no cumplir su deseo, sí logra encontrar un gesto de amistad desinteresada, anticipa de antemano la respuesta y por eso se encamina al final de la tarde a la estación, para despedirse entre los anuncios de salida y llegada repetidos en la acústica de los parlantes. No puede mantener por más tiempo ese castigo diario en medio de su desolación sin medida. Necesita quitarse la vida
En la sonora y acústica caja de resonancias, en que se convierte la noche desolada, su nombre pronunciado a viva voz. Desde la acera del frente un hombre con la anticipada promesa fraterna de un gesto, que parece corriente, lo llama, la última persona que pensó le hablaría a él, esta noche en que se dirige a cumplir finalmente su deseo, Francisco Javier Zúñiga, un bacán, siempre rodeado de amigos y hermosas mujeres, se encuentra solo y lo llama a sentarse a su lado, pensó en castigarlo con la indiferencia, pero no podía evitarlo y se acercó, se sentó en su mesa.
Francisco Javier Zúñiga lo miró y preguntó: ¿En qué piensas?
Pienso continuamente en quitarme la vida, respondió con crudeza.
¡Yo también! Dijo, Francisco Javier Zúñiga, con sinceridad. sin sospechar que hoy le había evitado ese tránsito.