La inútil y estricta vida de Teodardo Aguerreverre
Cultivó como regla de vida la circunspección, la mesura, la educación. Se toma la molestia de escoger la palabra precisa de acuerdo al momento y la circunstancia que lo enfrenta, incluso, no le parece un exceso utilizar las inflexiones correspondientes de la voz, y según sus propias palabras: Darles el carácter que se merecen.
Cinceló con los años su rostro de piedra inamovible, forjó en el fuego sus rasgos de hierro, con la firme convicción de impedir ser modificados por las circunstancias, ni tampoco, por los avatares de la vida y mucho menos, por las sorpresas del rebelde y travieso destino.
Una gota implacable, una lágrima transparente y minúscula, que no dejó ni siquiera un mínimo residuo, recorrió su cara impasible. La esencia de su estudiado personaje se quebró al oír la a noticia.
Él; que siempre pospuso esos intolerables instantes de debilidad para los rincones íntimos y solitarios, sucumbió ante un detalle menor, en presencia de la concurrencia que esperaba sus correctos dictámenes.
Con dureza extrema, desde su estatura, se acercaba a los débiles deudos, que lloraban su pérdida gritos, o en silencio, y les comentaba con la sobriedad del caso:
La muerte es inevitable, es un requisito indispensable para estar vivo y debemos mantener en todo momento una conducta que no exceda al dolor que se enfrenta, de lo contrario, -------- el riesgo de convertir ese genuino sentimiento en una ridícula mueca de teatro.
En su caso, según confirma en sus notas, no fue la noticia de la muerte de una mujer lo que obligó ese gesto inusual e inconveniente, que posteriormente lo empujó a encerrarse para siempre hasta el día de su propia desaparición.
Teodardo Aguerreverre escribe:
Irremediablemente tarde he descubierto que he llevado a límites impensados la rigidez de normas y convencionalismos, que me he impuesto una conducta intachable con extremo rigor y me he negado la felicidad que todo ser humano merece, que he desechado la alegría en persecución de los fantasmas de lo correcto, que no tengo familiar alguno, que me he quedado solo y reconozco que los pocos momentos felices los pasé con ella.
Ella hizo enormes esfuerzos en nombre del amor, se convirtió en sombra, se anuló para esperarme a que estuviera listo, y yo escapé de la felicidad que me ofrecía. Ella se valía de sus mañas y en cada encuentro me enfrentaba a mi propia orfandad, mostraba ante sencillos eventos mi fragilidad, que yo rechazaba tercamente, y ella se marchaba con su sonrisa pálida, atesorando esas pequeñas victorias hasta nuestro próximo encuentro.
Fiel hasta el último momento, llegó con su paso menudo al hotel en donde decidí terminar nuestros esporádicos encuentros. Tomó la misma habitación que nos albergó aquel día y con las mismas sábanas blancas que aquella vez soportaron las diligencias de su amor, se cubrió, y espero resignada, con mayor dignidad que la mía, trasponer la última frontera.
En otra nota de puño y letra confiesa:
Una hebra de recuerdo anudó mi garganta y obligó ese destello húmedo que ensombreció mi rostro y me desnuda, me avergüenza a tal punto, que es necesario me imponga un exigente y extraordinario silencio durante el resto de mis días. He descubierto que mi vida es una impostura y no me lo perdono.
Lo único sensato en esta hora es recordarla, recordarla hasta morirme.
Hoy el día amaneció tranquilo, sin viento y el cielo de un color azul radiante. Mientras el sol está iniciando apenas su movimiento ascendente la coloración que su luz impregna a las cosas, a los árboles, a las casas de inmaculado color blanco, tiene como un fondo dorado, de cobre viejo que, poco a poco, según el astro va tomando altura, se disuelve dejando nacer en su verdaderos tonos e intensidades los colores que en esta época del año, finales del invierno, tienen por su natural los elementos del paisaje. Así, la medianería que cierra el lateral de la casa vecina parece el de una bella carnación de un cuadro de Boticelli. Y también el enorme pino que cierra mis vistas sobre el mar, y que a mediodía lucirá una recortada gama de verdes oscuros, ahora luce negrores y atisbos del marino azul entre sus ramas. La vecina Sierra de Irta, modesta en sus elevaciones, pero de una gran riqueza cromática iluminada a pleno sol, ahora, en su apenas despertar, es casi una monocromía de algún pintor conceptual.
El día empieza a acelerar sus latidos y yo trataré de ocupar mi inactividad -casi pecaminosa en mi conciencia todavía no limpia de trabajador a tiempo completo- fruto de ese estado previo al del limbo cristiano que hemos dado en llamar jubilación. Luego daré mi cotidiano paseo junto a mi esposa, saludando por los caminos junto al mar a los también ociosos vecinos que lo hacen por aquello de “las necesidades” de sus perros. Pero ahora me espera un sustancioso desayuno, donde algunos deliciosos alfajores serán mi sostén alimenticio hasta la hora del almuerzo. Hoy quería pasear hasta el viejo templo abandonado, unas ruinas sin apenas historia, que únicamente excitan la imaginación de románticos irredentos como yo. Al parecer perteneció a una orden monástica y fue objeto de litigio entre la Iglesia y algún elemento de la nobleza de la región. Pero finalmente fue la desamortización de Mendizábal, allá por el lejano año de 1.835, la que impuso su voluntad de llevar a la ruina a aquel edificio sin pretensiones. Ahora es un cúmulo de tristes piedras que surgen en una de las revueltas del antiguo camino de los Templarios.
La imprevista visita de uno de mis vecinos me obliga a cambiar el “plan de trabajo” matutino. Es poseedor de un bello ejemplar de perro cazador y quiere adiestrarlo en los próximos campos yermos que estaban previstos fuesen materia prima para futuras urbanizaciones, una vez que el cultivo de frutales ha decaído y las nuevas generaciones de agricultores han abandonado esos campos. Afortunadamente también ha decaído la actividad inmobiliaria y ahora, esas que fueron excelentes plantaciones de naranjos, que a su vez suplieron las de algorrobos, ya en plena obsolescencia, han quedado desvalidos y desamparados, aptos para tranquilos paseos de señores mayores con esposa o perro. Peores destinos depara la vida. Puede que hasta una liebre despistada lleve al paroxismo cazador al perro de mi vecino y gocemos de un auténtico espectáculo cinegético como los que disfrutaban antaño los señores de la corte.
Gregorio Tienda Delgado
07-03-2017 23:05
Gracias, Miguel. Suelo entra a Rayuela, y a veces leo vuestros relatos.
Un abrazo para todos y todas.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
07-03-2017 21:21
Y aquí mi sintetifrase. El relato en unos días. Me alegra muchísimo la presencia de Gregorio; siempre es un placer encontrarlo entre nosotros.
Para aquella comida de la corte propuse liebres con arroz y un postre de alfajores. Se iba a discutir el sostén del templo y en el litigio preveía momentos de paroxismo.
Gregorio Tienda Delgado
07-03-2017 17:13
Al salir de templo, le dije que se quitara el sostén; me dio un alfajor, me hizo un corte de mangas y me fui corriendo como las liebres, sin litigar, y casi me da un paroxismo.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
07-03-2017 16:32
Siete palabras en el día siete, para buscar los textos perdidos entre las teclas.
Alfajor.
Corte.
Litiga/o.
Liebres.
Paroxismo.
Templo.
Sostén.
Rodrigodeacevedo
02-03-2017 14:27
Pues sigamos validando nuestro compromiso con Rayuela, aportando palabras para los textos. No te preocupes, Estela, por ser la más "tardana", como dicen en Aragón. Todos lo somos en cierto modo. Menos mal que tenemos a nuestro buen J.J., que nos va marcando los vencimientos de nuestro compromiso y dejando las palabras que abren los plazos teóricos para escribir. Pero, como bien dices, lo importante es dejar aquí los textos, a sabiendas que en algún momento alguno de nosotros pasará a disfrutar con ellos.
Mis palabras:
ALFAJOR Del ár. hisp. fašúr, este del persa afšor 'jugo', y este del pelvi afšurdan 'exprimir'.
1. m. alajú.
2. m. Arg., Chile, Col., Ec., Par., Perú, Ur. y Ven. Golosina compuesta por dos rodajas delgadas de masa adheridas una a otra con dulce y a veces recubierta de chocolate, merengue, etc.
3. m. Hond., Nic. y Ven. Pasta hecha con harina de yuca o de maíz, papelón, piña y jengibre.
4. m. vulg. Arg. facón.
5. m. Méx. Dulce hecho de coco, leche y azúcar.
PAROXISMO Del lat. tardío paroxysmus, y este del gr. παροξυσμός paroxysmós.
1. m. Exaltación extrema de los afectos y pasiones.
2. m. Med. Exacerbación de una enfermedad.
3. m. Med. Accidente peligroso o casi mortal, en que el paciente pierde el sentido y la acción por largo tiempo
Estela
02-03-2017 05:12
TEMPLO
LIEBRES
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Estela
02-03-2017 03:09
Y en cuanto a lo de las "demoras" yo vengo a ser la PIOR... jaja! Sin embargo, sé que Rayuela está aquí y siempre me espera, con este puñado de amigos, que somos pocos, pero nos queremos mucho.
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar