Gracias Rodrigo y gracias por desempolvar los textos, tus lectores lo agradecemos, es más fácil que los publiques de nuevo y nosotros releerlos, que buscarlo en ese fondo insondable que es la memoria de Rayuela.
Rodrigodeacevedo
11-05-2020 20:07
LA PUERTA.- J.J.
Una vuelta al “viejo” estilo, a ese del narrador omnisciente que tanto me gusta y que tan brillantes relatos te ha deparado. Un flash, toda una vida que explota ante una decisión trascendental; una puerta como obstáculo ante el que se presenta la última, definitiva, duda. Y una resolución valiente: recuperar la autonomía de esa vida que se pretende vivir libremente. Otro gran relato, un peldaño más en esa escalera que va ascendiendo inexorable hasta... la cima que te hayas propuesto. Mi felicitación, querido amigo.
jota jota
10-05-2020 16:10
La puerta
Se detuvo ante la puerta cerrada como aquel que se detiene estupefacto ante su propio cadalso. Llegó hasta aquí para cumplir con una obligación y en el mismo momento que aceptó el compromiso se arrepintió, pero en vez de enmendar ese fallo, reaccionar de inmediato y sobreponerse a la debilidad momentánea con entereza y la confianza en el futuro que ella misma pueda forjar, decidió buscar justificaciones para cumplir con la palabra empeñada, razonó sin convicción algunos argumentos a los que agregó un peso que no les corresponde, valoró y endulzó su sacrificio bajo el pretexto de actuar movida por supremos intereses y entretuvo y engañó al tiempo para retrasar lo inevitable. Pero la fecha se ha cumplido, el momento ha llegado y se encuentra paralizada delante de la puerta sin atreverse a trasponer la última frontera que la separa de sus apellidos.
Sola, en silencio, sin otro apoyo que sus convicciones, reconoce que ya no puede postergar su decisión, pone en duda la validez de los fundamentos que la impulsaron a comprometerse y ante lo inminente de ese paso forzado y sus consecuencias, en la exactitud de la balanza reconoce que ha elaborado pretextos que no la justifican.
Piensa por momentos que las circunstancias conspiran para obligarla a tomar la decisión de rodar por un camino sembrado de piedras que la esperan con sus filosas aristas y le señalan los peligros de acercarse a los abismos.
No se atreve a pensar que su paso en falso consiste en creer que el capricho es una meta, un logro a obtener a cualquier costo. Pero en cambio, reconoce entre las dudas que ella se ha convertido en su propio monstruo, en su torturador conveniente, en su verdugo personal, en su tirano particular.
Debe honrar el compromiso adquirido, la puerta que permanece cerrada es de madera pulida y se interpone como un último tropiezo ante el deber de cumplir su palabra, y también le señala que primero se debe a la honestidad para con ella y no a la presión social.
Imagina al árbol en el bosque antes de convertirse en madera y ser transformado en puerta, el árbol en su estado primario, un árbol de tronco enorme y en pie, enfrentando los vendavales que intentan arrancarlo de la tierra sobre la que crece libre en busca de la luz. Por un momento se equipara con ese árbol que imagina, y no con la puerta y su artificio de engaño, que sugiere guardar discreto silencio y encerrar los secretos en un olvido precario.
No se atreve a entrar a la sala en donde la esperan y se debate entre la duda y la culpa. Recuerda a su madre y su abnegada entrega al hombre que ella decidió seguir hasta que la muerte los separe y también recuerda a su padre y su eterna disposición de atender en todos los deseos a su esposa y su serena confesión de estar locamente enamorado de ella desde siempre. Frente a la puerta cerrada que le impide seguir adelante y se convierte en tabla de salvación, a sus treinta años, ella logra entender lo que su padre afirma con tanta vehemencia. Su padre es un convencido de estar sujeto a una larga cadena de muertes y nacimientos y con ese “desde siempre” pronunciado con énfasis y seguridad, quiere demostrar que la esencia que es su madre, ha sido la compañera de todas sus vidas anteriores y lo será también en las próximas hasta que logre romper la cadena, liberarse del ciclo, ser definitivamente libre y convertirse en uno. Ser al mismo tiempo el silencio y también la palabra que lo compone, la la oscuridad y también la luz que hace posible las sombras.
!Zasca! Ella vino a casarse, pero reconoce que no tiene la abnegación suficiente para compartir su vida con el hombre que la espera detrás de la puerta y mucho menos está enamorada desde siempre. La puerta permanece cerrada guardando secretos, encerrando olvidos. Ella no la traspone y sigue adelante como el árbol, dispuesta a enfrentar sola los vendavales.
Rodrigodeacevedo
29-04-2020 11:35
Puntualizo, J.J. No me gusta "uno de tus textos". En general me gustan todos, unos más que otros, ciertamente. Pero a todos les doy sobresaliente. La recuperación de ese estilo intimista y algo metafísico con el que empezabas a crear estilo me ha alegrado, son textos más profundos, más vitales. Un fuerte abrazo y adelante, querido amigo.
jota jota
29-04-2020 01:16
Mi alegría es enorme al saber que te gusta uno de mis textos. Gracias, esa linea que resaltas también me gusta mucho.
Rodrigodeacevedo
28-04-2020 19:51
LA CLAVE ES UN RECUERDO. J.J.
Vuelve niestro querido compañero a recuperar aquel su estilo, tan característico, que expresa las vivencias metafísicas de sus personajes. Entre las brumas de recuerdos perdidos, en paisajes remotos y difíciles, estos personajes nunca renuncian a su búsqueda vocacional de algo que les rompió, en un momento dado, la línea vital que parecía marcada por los dioses. Vidas llenas de altibajos, entre los fracasos y sus ecos, que de alguna manera terminan iluminando la verdadera esencia del ser: "Mira con nostalgia el mar que no logra alcanzar y reconoce que él es una gota de ese mar inmenso y también es la enorme masa de agua que contiene la gota, y la espuma y la ola." Otro espléndido relato de nuestro compañero que, como sus personajes, avanza inexorable hacia la perfección de sus letras. Un abrazo y mis felicitaciones, J.J.
jota jota
28-04-2020 16:40
La clave es un recuerdo
Avanza lentamente con pasos apagados, intransigente sumerge la cabeza en el pasado y permanece ajeno a las falsas urgencias que se le ofrecen, es indiferente a estos apremios que considera en realidad una repetición de espejismos.
Tiempo atrás persiguió con afán esas ficciones y se plantó con entusiasmo y voluntad frente a probables caminos. La aspiración de alcanzar esas quimeras se convirtió en una empresa formidable para sus escasos recursos, pero ya puesto a girar en el torbellino del desenfreno quiso probar suerte y rendir para su beneficio el logro de otras ilusiones menos exigentes, avanzó con entereza y triunfó y fracasó en la misma medida.
Este día no trae ninguna novedad, cuanto le rodea es parte de una vieja y gastada película vista innumerables veces, todos sus acontecimientos son hueros, sus renovados engaños no logran cautivarlo. Sus sentidos están ahora al servicio de los recuerdos que decide convocar, más como una necesidad, que por el lujo de revivir el pasado.
Los recuerdos le presentan imágenes de ausencias, de despedidas, y se multiplican en un desfile desordenado que no lo complace. Él quisiera cierto orden, preferiría recordar los acontecimientos pasados en sucesión cronológica y ganar la nostalgia como respuesta, pero no es posible. Su memoria trabaja en otra dirección, atiende otras razones.
Otros impulsos que él desconoce iluminan el hilo del recuerdo y lo llevan a revivir deserciones, faltas, omisiones. Él está tras la pista de un recuerdo que presiente es una llave, una clave para el sosiego que necesita.
La muerte y sus innumerables variaciones tienen también un espacio en sus recuerdos, muerte súbita, definitiva. Se detiene, cierra los ojos bajo este cielo azul, toma un largo y profundo aliento y se repite entre dientes una frase suya: en la muerte no hay nada definitivo.
Alguna vez cruzó la línea de la desesperanza y perdido buscó una salida fácil, rápida, determinante y en ese momento pensó que la muerte era el fin del camino. Hoy que recorre esta calle con sus pasos apagados en busca de ese recuerdo que lo evade, puede asegurar por experiencia propia que la muerte es una encrucijada de horizontes desconocidos, lo definitivo es el miedo.
Ante la muerte él ha tropezado innumerables veces con incertidumbres, enigmas, interrogantes sin resolver, con sospechas y dilemas que presentan por igual las ausencias cómo las despedidas, está convencido que la línea que distingue la muerte y que la diferencia de los adioses es apenas un suspiro.
Sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor mantiene el rumbo y sigue tercamente hurgando en la memoria con la intención de pescar el recuerdo que lo elude. Es esclavo del pensamiento, se ha convertido en lo que piensa y no en lo que es realmente.
Oye el eco de las olas y sabe que está cerca, el sonido lo guía a la orilla de la playa. Impasible y obstinado, el mar se empeña en hacer cumplir tenazmente el destino de las olas.
Está frente al mar, camina con dificultad sobre la arena, insiste en la selección de recuerdos, tropieza, y mientras cae, el recuerdo que ha buscado con insistencia finalmente lo alcanza y lo ilumina. Pero ya no puede levantarse, el pico de una botella rota asoma sobre la arena y lo atraviesa. Mira con nostalgia el mar que no logra alcanzar y reconoce que él es una gota de ese mar inmenso y también es la enorme masa de agua que contiene la gota, y la espuma y la ola. Siente que es parte de un todo uniforme y también el todo en movimiento. El recuerdo que buscaba y que finalmente logra evocar se convierte en clave de conocimiento ante la puerta de lo desconocido.
Rodrigodeacevedo
26-04-2020 14:22
Gracias, J.J. por unirte a la iniciativa. Pues insistamos a Doña querida Eratalia para que de satisfacción. Y de paso algo de compañía...
jota jota
26-04-2020 00:52
Agradezco mucho esa deferencia para nuestro querido Adolfo, yo también creo que necesita una buena compañera, sobre todo él que es de buena cabeza.
Rodrigodeacevedo
25-04-2020 21:14
Gracias, mis queridos amigos Gregorio y J.J. por vuestras respuestas que me han aclarado todas las dudas que me quedaron sobre este desagradable asunto. Respecto al desánimo que expresas, J.J., piensa en Rayuela. Creo que en más mínimas condiciones no se puede mantener un foro. En nuestro caso existe como una especie de fluído que a través de no se qué canales nos conecta, nos hace sentir eso tan necesario en el ser humano como es la compañía, la solidaridad, la amistad en definitiva. Así que mientras RdeT tenga latidos (y por lo que se los tiene y muy fuertes, adelante con el proyecto, a alguien le hará bien. La vida de este tipo de foros suele ser efímera; yo es el cuarto que conozco. Y todos han acabado igual: por desidia de sus administradores, por rencillas entre sus miembros... por falta de interés como causa última. Quizás el reducisimo tamaño de Rayuela sea la razón de su supervivencia. Eso y que, qué carajo, que somos unos tipos cojonudos.... En lo que a tí respecta, creo que está aflorando un magnífico escritor, lleno de ideas y capacidad para expresarlas. No lo dejes.
Y Gregorio... ese inmenso poeta nacido de la nada, admiración de aquellos que nos movemos en estos ámbitos. No podemos dejarlo en soledad, aunque en Rayuela, al menos en mí, tendrá siempre auditorio (o será mejor "lectorio") Adelante y no decaigáis. Yo no debo volver porque mis recursos, mi tiempo y, porqué no, mis fuerzas así me lo dicen. Fueron unos meses hermosos, hice amistades entrañables y dí en sus páginas parte de lo mejor que podía dar. Y nunca segundas parte fueron buenos; en esta ocasión creo que para RdeT.
Un abrazo muy fuerte a los dos (a cada uno por su lado, hay que guardar la distancia social) y nos vemos en lo de Adolfo.
Por cierto, le he pedido a Eratalia que le de una compañerita a Adolfo, que está muy solo y aburrido.