Cada día la sorprendente cadena de intensos afanes me empuja a un remolino al que entro desprevenido. Cada día soy el mismo y también, aunque suene a disparate soy otro. Otro, que a veces me sobrepasa. Ambos enfrentamos con decisión la actitud de desaliento, actitud que sabemos intenta abatirnos, a mí, y también, por supuesto, al otro. Al otro le basta un segundo apenas para brillar y no pretende suplantarme, el fulgor de un instante le es suficiente. El otro cultiva la paciencia.
Desde la aguda esquina de la lógica y la razón se puede mirar con cierta nitidez al que soy y también al otro convertido en mi avatar. Estoy seguro que el otro me empuja a realizar actos temerarios con el fin de vencer mis miedos. Pero creo ciertamente, que las intenciones son diferentes en cada otro, pareciera que esa esencia que nos posee es también capaz de llevarnos a realizar acciones decididamente contrarios a la generosidad que caracteriza al ser humano.
Hoy los hechos me confirman que cada persona posee su propio otro, su sombra única, indiscutible. Pero muchos desconocen su existencia. En la mañana de hoy, de regreso al departamento en donde recién me he mudado, me espera en la puerta un gato. Es un alivio que no sea negro, es más bien atigrado, de ojos relucientes y al verme se acerca. Debo confesar que los animales me asustan, nunca he podido adivinar sus intenciones y siempre creo que quieren atacarme, que conocen mi miedo. Mi primer impulso es correr, pero el otro me lo impide. El animal ronronea una súplica, con la cola levantada se restriega entre mis piernas y camina en dirección del departamento de mi vecina, se detiene en la entrada y me espera. Me paraliza el miedo, pero el otro adivina la intención del pequeño felino y me obliga a seguirlo.
He perdido la voluntad, es el otro quien toma las decisiones, yo desconozco sus motivaciones últimas. El otro me arrastra y entra con la determinación que a mí me falta al departamento ajeno. El astuto minino se queda afuera y maúlla con fuerza antes de desaparecer. De inmediato el olor a gas me advierte del peligro, pero ya el otro avanza al interior de las habitaciones. En la cama, desnuda, dormida por los efectos nocivos del gas se encuentra la vecina. El otro, siempre el otro, se hace cargo. La toma, sale con ella en los brazos y la acuesta sobre mi cama. Me apena su desnudez y soy yo quien la cubre, soy yo quien regresa a su departamento y abre las ventanas, soy yo quien llama a emergencias, soy yo quien recoge el papel que ha dejado sobre la mesa de noche y soy yo quien lo lee.
Con delicada caligrafía y a manera de acápite un poema:
Camino ojeroso de polvo y viento
en el eco de las diez de la mañana.
En esta hora vacía
hasta la sombra huye de sus pasos.
En los minutos sordos
el horizonte es de silencios.
Bajo este epígrafe leo unas pocas líneas que quisieron ser la explicación de la drástica decisión de mi vecina y que el otro le impidió consumar:
Hoy me he dejado avasallar por la otra que soy. La otra, apoyada en el desaliento me impone su mirada oscura y me obliga a mirar en la huella de mis pasos únicamente el fracaso, las ausencias, los silencios y esta soledad que me agota. Puse en manos equivocadas mi vida y esas manos mezquinas me condujeron a este despeñadero. Ya no quiero otro amanecer.
Rodrigodeacevedo
25-02-2020 20:19
ACERTADA DECISIÓN. J.J.
Un relato ideológico-vivencial en el que los potagonistas enfrentan las realidades conocidas a las que suponen sus ideales. Tal vez escrito desde el fragor de la barricada, se repiensa en la tranquilidad de una charla de café. En esas nuevas coordenadas, efectivamente y sabiendo las consecuencias finales, ninguna ideal, ninguna acción contra la injusticia justifica el derramamiento de sangre. Pero desgraciadamente la historia está escrita con esa sangre, aún a sabiendas que nada va a cambiar, que los nuevos líderes repetirán las mismas acciones injustas y no habrá liberados, pero sí libertadores que serán los nuevos déspotas. La Historia es maestra de la vida, pero el ser humano es muy mal alumno. Un relato triste, desesperanzado, por lo que tiene de humanamente real. Y ya se sabe: el hombre es un Lobo para el hombre.
UN N.N.J.J.
Una ágil historia de destinos cruzados. Siempre el imponderable marca la primera ráfaga que ilumina una vida, siendo la última de otra a la que deja en la oscuridad. Personajes y decorados muy bien delineados, con trazos breves y limpios. Un relato modélico.
jota jota
25-02-2020 17:13
Un N N
Con premeditadas astucias, cierto aire de soberbia y un sin número de sobresaltos, lleva su vida. Su norma es evadir complicaciones, actúa siempre solo y ejecuta su sencillo acto de sobrevivencia con una justa dosis de sorpresa y violencia. Cada día realiza un juego de peripecias en un paisaje de la ciudad que conoce de memoria, utiliza los callejones en su beneficio y no le teme a las esquinas. Hace mucho aprendió a esquivar trampas, a eludirlas, tiene un peculiar olfato de animal urbano y no cae en provocaciones, ni mide sus actos en la falsa balanza de la injusticia. Sus acciones son el reflejo de sus carencias y él encarna el inevitable resultado de las matemáticas sociales. La única ley que conoce es la temeraria ley impuesta por el filo de su navaja automática, que empuña con la firmeza de un juez inflexible.
Por principio no usa billetera, ni guarda fotografías que lo recuerden, ni tiene facturas, ni papeles en los bolsillos. Es una sombra sin identidad propia, que se apodera por momentos de nombres ajenos y usurpa sus vidas y se aprovecha del efectivo y exprime hasta secar las tarjetas de crédito recién tomadas, para luego desecharlas.
Observa a un sujeto caminar por la acera del frente. Evalúa los riesgos, sopesa posibilidades y toma su decisión. En cuestión de segundos y sin esperar el semáforo cruza la calle, se le va encima al sujeto con la navaja desnuda, acerca la punta del acero a las costillas y le exige la cartera. La sorpresa, el miedo y la navaja obligan al inocente transeúnte a cumplir la orden en silencio. Sin su cartera y sin saber qué hacer, asimilando el asombro, la víctima repite fragmentada la película que acaba de vivir, mientras su atacante se pierde a la carrera.
Con la prisa de pasos medidos huye y luego camina entre las gentes, esta vez espera su turno frente al semáforo y al intentar cruzar la calle, un conductor que se pasa la luz lo atropella y sigue su desenfreno sin detenerse. Se siente volar por los aires, chocar la cabeza contra el asfalto y por último la oscuridad, el filo de un abismo.
Suena el teléfono. La llamada es del Hospital y le informan que el resultado de los exámenes es positivo y que está embarazada. La felicidad la deja sin aliento, y antes de que pueda reaccionar, antes de poder compartir esa alegría, el teléfono vuelve a repicar, nuevamente es del hospital, le informan que su esposo sufrió un accidente grave y debe ir de inmediato para autorizar la operación que requiere con urgencia. Le explican, que el seguro exige su autorización para cubrir los gastos médicos. Entra en estado de pánico, en esas condiciones no puede manejar, llama un taxi.
En el hospital le informan que un conductor atropelló a su esposo. Le entregan la cartera. Ella exige verlo, necesita decirle que va a ser padre, que no puede morirse y dejarla sola con el bebe. La llevan a la sala de cuidados intensivos y para sorpresa de todos, al ver al hombre en la camilla recobra la calma y les dice: -ese hombre no es mi esposo.
Pasado el susto descubre que sus pensamientos, sus actos, su mundo, giran en torno al bebe que acaban de anunciarle y que ahora, llena de ansiedad, espera su nacimiento. Sueña con tenerlo en sus brazos.
El cuerpo del desconocido, sin nombre y sin atención, deslavazado y roto, pierde la conexión con este mundo y es incorporado a la lista de quienes carecen de identidad, de quienes no tienen nombre, de los N N.
jota jota
24-02-2020 20:50
Acertada decisión
Soy el último cuadrante de un círculo perfecto en esta conspiración. Nos hemos confabulado contra el orden impuesto, contra la perversión de un grupo minúsculo de resentidos, que ejerce descaradamente el terrorismo de Estado, que impulsa con cinismo la propaganda, las mentiras, el miedo y utiliza como bandera, como consigna instalada en el inconsciente colectivo, la vieja y gastada frase de: pobres contra ricos.
Hoy me presento puntual al último contacto. Mi encuentro es con el tercer cuadrante del círculo y no lo conozco, hemos decidido tomar la decisión final y terminar con este engaño sistemático, permanente, y dar inicio a la operación de rescate del país.
Mi cita es en un café, vamos a decidir los detalles de esas acciones que hemos planificado. Todas las salidas que hemos estudiado y propuesto son violentas, es un paso necesario y definitivo, nos permitirá subvertir el orden y tomar el poder. Sí fallamos, sí no logramos nuestro cometido se creará un caos del cual no hemos previsto las consecuencias, pero en todo caso, creemos que será mucho mejor que mantener la situación actual.
No nos hemos detenido a pensar en las consecuencias, en esas minucias, quizás por temor a paralizarnos, a contabilizar las desgracias, a medir el tamaño de la destrucción.
Pido un café y el mismo dueño me lo trae.
Es un hombre de unos ochenta años, parece parte del mobiliario, está vestido de blanco y negro. Se sienta a mi lado y con la confianza que le dan los años, con una voz oscura y firme comenta: -sabe usted que cuando los Republicanos le pidieron a Picasso que hiciera una obra a ser expuesta en el Pabellón Español, que sirviera para su causa, él les dijo que era Monárquico.
Guardó silencio en espera de mi reacción, y continuó: -finalmente Pablo hizo ese cuadro; mientras hablaba, señaló con la mano, en la que sostenía un cigarrillo, la pared enfrente a nosotros.
Dentro de una caja con el vidrio roto, una copia ampliada del Guernica. Las otras paredes se mantienen blancas, desnudas, casi desoladas.
-Hay una enorme cantidad de opiniones sobre esa obra en particular, dice; pero aceptemos como cierto que es un grito contra los horrores de la barbarie y la destrucción, digamos que son los gestos desesperados de angustia en forma pura, que llaman a un instante de reflexión contra la violencia y por ello se ha convertido en ícono universal.
-Si nos atenemos a los acontecimientos históricos, ese grito de alarma, esos gestos desesperados en contra de la brutal violencia que los hombres somos capaces de ejercer, han servido muy poco, nada, diría yo, según las cifras que imprimen la huella escalofriante que ha dejado el combate por la defensa de las ideologías.
-En Guernica murieron apenas 126 personas. Es un número comprobado.
-Mientras esta magnífica obra de Picasso estuvo en Estados Unidos, murieron por efectos de las bombas atómicas lanzadas por Norteamérica 200.000 personas en Hiroshima y Nagasaki.
-Ese cuadro se convirtió en una bandera que la izquierda levanta, toda vez que Picasso se convirtió al comunismo, pero las cifras verdaderas de esa izquierda que defiende los derechos fundamentales del hombre dan vergüenza. -Mire usted este resumen que encontré en internet.
Saca un teléfono móvil de uno de los bolsillos, me asombra la destreza con la que es capaz de manipular el teléfono y me muestra el resultado de su búsqueda.
Actos de barbarie en nombre de la libertad:
• 20 millones de muertes en la Unión Soviética
• 65 millones en la República Popular China
• 1 millón en Vietnam
• 2 millones en Corea del Norte
• 2 millones en Camboya
• 1 millón en los regímenes comunistas de Europa oriental
• 150.000 en Cuba y otros países de Latinoamérica
• 1,7 millones en África
• 1,5 millones en Afganistán
• 10.000 muertes provocadas por el movimiento comunista internacional y sus partidos no situados en el poder.
Al levantar la mirada del móvil me encuentro con unos ojos negros y brillantes que intentan descubrir mis pensamientos y una voz serena que me dice: -sé perfectamente al igual que tú, nuestra realidad en cifras comparativas. -En Irak murieron 162.000 personas producto de una invasión entre el 2003 y 2011 y aquí desde 1999, desde que esta gente está en el poder la violencia ha cobrado la vida 188.224 personas, aquí vivimos una guerra no declarada.
-Yo soy el tercer cuadrante del círculo, soy tu contacto, necesito una respuesta, para poner en movimiento los actos que debemos ejecutar.
Con voz derrotada, pero seguro, convencido de lo que digo, respondo: -cancelamos la operación. -Debemos buscar una salida sin violencia, no podemos igualarnos a quienes enfrentamos.
A mi lado, el viejo combatiente de la vida y por la vida respira tranquilo, ha ganado una batalla.
Gregorio Tienda Delgado
21-02-2020 19:20
Aunque comentar no es mi fuerte, quiero sin embargo, dejar mi impresión al leer este interesante relato. Tal como transcurre su lectura, da la impresión de que a ninguno le interesa el maletín. Pero cuando el ex policía lo menciona, y ante la suposición de que pueda contener dinero, a los tres les interesa, incluso, aunque pueda contener una bomba; en este caso, la necesidad, es más fuerte que el miedo. Excelente trabajo.
jota jota
21-02-2020 17:46
La parada del 405
Impulsado por la fuerza de la costumbre, Claudio Castro se levantó ese miércoles a las cinco de la mañana, se bañó, se vistió, se tomó un café cargado con un grueso chorro de cristalina malicia y salió de su casa. Caminó las cuatro calles que lo separan de la parada de autobús 405 y se percató de dos cosas:
No tenía a donde ir, ni tampoco, nada que buscar a esa hora. Hace menos de una semana cumplió sesenta y tres años y ese mismo día recibió la carta de jubilación. Sin poder negarse a la verdad y a las condiciones que le impone la edad, entregó su placa al Departamento de Homicidios. Le permitieron quedarse con su revólver calibre 38.
La segunda cosa que notó era más bien etérea, eran señales, tenues percepciones en el ambiente: el mismo cielo malva, la misma brisa suave que peina algunos sueños imposibles y que recuerda con extraordinaria claridad, a pesar de los años transcurridos.
Eran los mismos signos que aparecieron en el ambiente en el momento que conoció a la única mujer de la que ha estado enamorado desde hace más de cuarenta años. Un escalofrío lo recorre, conmocionado, revive una vez más el día que la conoció, se enamoró y la perdió. No tuvo el valor suficiente para pedirle que se quedara con él. La dejó ir.
A cambio de ese amor imposible, ese mismo día entró a la Academia de Policía, no buscaba reconocimiento alguno, quería que lo encontrara una bala y morirse de una vez. Las balas, los filosos aceros y las caídas, dejaron huellas más allá de la piel, pero no lo mataron y hoy se encuentra completamente solo, sin saber qué hacer con su vida.
Respiró hondo y la sensación de un cambio en su vida se instaló como un futuro posible, siguió caminando con desgano hasta llegar a la parada del autobús. La estrambótica idea de encontrarse con Carolina Fuentes, el amor que el miedo le arrebató, bailaba en su cabeza.
Esta vez no quiso imaginarla, en cambio pensó: mi vida se refleja en un espejo roto.
En la parada encuentra a dos personas: ambas miran la calle vacía y gastan sus ojos en la esperanza de ver aparecer el autobús, que hoy se retrasa.
Está a punto de amanecer, las sombras se alejan. Observa a la muchacha que espera en silencio el autobús y vuelve a recordar a Carolina, quizás por los veinte años que seguramente tiene, o por la forma en que abraza los libros de texto.
El hombre en la esquina opuesta del paradero tiene cara de sueño y una enorme llave inglesa en la mano. A un costado, entre los asientos vacíos de la parada, un desamparado maletín negro espera que su dueño lo recupere. La fuerza de la costumbre lo lleva a elaborar hipótesis, no puede dejar de hacerlo, su vida entera está basada en las conjeturas que establece sobre hechos concretos.
El maletín puede ser de la muchacha, la joven viste de jeans, franela y una bata blanca sin abotonar, es evidente que estudia, quizá medicina, farmacia, o tal vez odontología y en el maletín tiene sus instrumentos de práctica.
El hombre, en cambio, con esa llave en la mano es indudablemente albañil, la llave no cabe en el maletín y por eso la lleva desnuda en la mano, sus otras herramientas de trabajo, las guarda en el maletín.
Olvidar algo en una parada de autobús suele ocurrir, se olvidan con frecuencia los paraguas, pero en este caso, para cualquiera de los dos significará una gran pérdida dejar el maletín en esa parada, y opto por preguntar.
Intentó una afirmación en busca de la respuesta correcta, se sentía más cómodo con el hombre y hablo con él en primer lugar.
-Recuerde llevarse las herramientas cuando llegue el autobús, dijo.
El hombre se fijó por primera vez en el maletín y respondió con sinceridad y hasta sorprendido: -no es mío.
Claudio miró a la muchacha que se mantuvo lejana, pero atenta a la conversación y terminó por preguntar: -¿es suyo entonces?
-No; dijo ella, pero mantuvo la mirada fija en el maletín.
Los tres miraron entonces desde diferentes perspectivas el maletín huérfano y sin dueño, lo observaron desde sus miedos, o sus propias necesidades y cada uno imaginó el contenido, y también con lastima al responsable de un olvido semejante.
Acostumbrado a mirar diversas opciones ante una misma situación y a tomar decisiones rápidas, unos segundos bastaron a Claudio para adueñarse del momento, con sobrada tranquilidad, intentó no alarmar a ninguno de los dos y dijo:
-Puede ser una bomba.
-Es posible que encontremos los documentos del dueño y tendremos que devolverlo.
-Existe, también, una remota posibilidad de que hoy nuestras vidas se crucen con la suerte de una fortuna inesperada. Un golpe del destino que por razones desconocidas nos ha convocado a esta parada de autobús, pero debemos correr el riesgo y abrirlo para asegurarnos cuál es esa ventura que nos trae el acaso.
Los signos que vio al salir de su casa le abrieron a Claudio Castro una esperanza, quiso creer en el cambio de su suerte y compartirla, por eso siguió hablando:
-Yo estoy viejo, recién me han jubilado y no termino de acostumbrarme, nada pierdo con abrirlo, pero si no están de acuerdo les pido que se retiren y así les evito la desgracia de morirse hoy.
La primera que habló fue la muchacha, y lo hizo con los ojos fijos en el maletín:
-Estoy a mitad de la carrera de medicina, pero perdí las opciones de una beca, lo único que quiero es graduarme de médico y sin dinero no puedo hacerlo. -Yo me quedo.
En la voz resignada, en el tono cansado y en las propias palabras que el hombre utilizó se podían pesar todas las derrotas:
-El Estado se hará cargo de mi esposa y mis hijos cuando la bomba explote, eso es mejor que la falsa ilusión que yo les entrego cada día.
-Yo también me quedo y que sea lo que Dios quiera.
Claudio se acercó lentamente al maletín, segundos antes de abrirlo, miró fijamente a estos desconocidos que quizás lo acompañen en este último viaje y quiso saber sus nombres.
- Me llamo Claudio y ustedes:
-Fernando.
-Marta.
Respondieron casi a una voz y se quedaron los tres sin respiración.
Claudio abrió el maletín sin que le temblaran las manos. Encontró fajos de billetes perfectamente ordenados, sin rastros del dueño. Supo que era dinero del narcotrafico y no se permitió arrepentimiento alguno. Sin volver el rostro dijo: -el futuro es nuestro, nos pertenece por entero.
Cada uno tomó un rumbo diferente. Mientras se alejaban midiendo el horizonte que se abría bajo la luz de ordenados paquetes de billetes, que cambiaron de dueño esa mañana, llegó el autobús 405 a un paradero vacío.
jota jota
19-02-2020 21:41
Gracias Rodrigo por ese sentido canto, que se mete en la sangre y duelen todavía más las ausencias. Dejo a cambio los años sesenta con sus contestarios, y su propuesta de amor, de paz y libertad, y las trampas para evadir la fuerza de un movimiento, al que tenemos mucho que agradecer.
San Valentín
A mis sobrinos, hijos y nietos, que no vivieron los fabulosos años sesenta.
El 14 de febrero de 2020 Ramón Morales, mi hermano, reenvió a mi dispositivo móvil un mensaje con las informaciones más relevantes sobre la situación política de Venezuela, información que diarios digitales recogen y publican para burlar la censura de una dictadura criminal que nos impone Cuba desde hace 20 años, con el único fin de sobrevivir la derrota de su sistema económico.
Mi hermano nos tiene acostumbrado a esa información diaria y resumida, a este temprano desayuno, que quienes vivimos fuera del país agradecemos. En esta oportunidad agrega al mensaje las efemérides del día. Leo con atención que un 14 de febrero del año 2005 se lanza Youtube y por supuesto, es inevitable la mención al acontecimiento más importante del día, el centro de la atención del mundo, la celebración del día de San Valentín.
Una escasa línea, casi irrelevante, se cuela en la reseña para confirmar que en 1969 San Valentín fue sacado del santoral católico. Esas pocas palabras me desconciertan y no entiendo las razones de la iglesia católica para deshacerse de un santo venerado en el mundo entero, un santo y una celebración que impactan poderosamente la economía en todo el orbe. Decido investigar las razones de lo que en apariencia es un sinsentido, por lo demás, convencido que la iglesia católica no actúa a la ligera y siempre, poderosas razones están detrás de sus disposiciones eclesiásticas.
En la Biblioteca Pública de Indianápolis encuentro un grueso volumen titulado Documentos Apócrifos del Vaticano, al azar y sin convicción paso las páginas sin saber exactamente lo que estoy buscando, lo que quiero encontrar. La buena fortuna acompaña al investigador inocente y tropiezo con un texto que relata algunos acontecimientos del papado de Paulo VI, quien presidió la Santa Sede desde 1963 y hasta 1978.
Su pontificado coincide con la fecha en que San Valentín fue eliminado del santoral. En esos años, comenta el relator, el Vaticano se enfrenta a un peligroso movimiento no religioso, un movimiento social liderado por la clase media y encarnado en las juventudes de todo el mundo, que desafía abiertamente los códigos morales, el comportamiento sexual que desde los púlpitos católicos se impone. El llamado al amor libre, la igualdad entre los sexos, la reivindicación de las relaciones sexuales como un acto legítimo del ser humano y el control de la natalidad por métodos científicos y no divinos rompen con los dogmas impuestos a toda la sociedad desde el Vaticano. El vicario de Cristo se opone abiertamente a esa conjura, contra la propuesta de liberación sexual la alternativa es el matrimonio, la debida obediencia de la mujer al hombre y además, niega a sus fieles el uso de anticonceptivos, que son desarrollados por la ciencia y aprobados por los gobiernos.
Paulo VI descubre que San Valentín encarna precisamente los postulados del amor libre, de la paz universal, el valor de la amistad que proclama esta revolución y aprovecha el Concilio Vaticano II para realizar un maquillaje a la imagen de la iglesia y en 1969 junto con otros cambios deja a San Valentín fuera del santoral católico, el Papa teme que pueden convertir a San Valentín en un icono de la liberación sexual y hacer un daño irreparable a la iglesia.
Según algunos textos San Valentín era un eterno enamorado y en Roma impulsaba el amor entre los soldados romanos y las mujeres cristianas, contradiciendo abiertamente las disposiciones del Emperador romano Claudio, El Gótico, quien lo manda decapitar en el año 270.
Según el relator de estos Documentos Apócrifos del Vaticano, el Papa Paulo VI ordena escribir varios textos sobre San Valentín, en los cuales expresamente el santo promueva los postulados de la iglesia. Transcribo a continuación uno de los textos escritos por orden del Papa, hago la salvedad, que no es el texto oficial aprobado finalmente.
San Valentín fue uno de los tres mártires ejecutados por el Imperio Romano. Se cuenta, que el santo, a pesar de la persecución de que era objeto el culto, se dedicaba a casar a los jóvenes soldados romanos con sus damas cristianas en las bodegas de las cárceles, contraviniendo las órdenes del Emperador Romano Claudio II, quien al enterarse, manda capturarlo y en principio, únicamente quiere expulsarlo del país, pero por influencia de altos funcionarios, que temen al santo, ordena decapitarlo. En prisión, mientras espera se cumpla la atroz condena, se enamora de la hija del juez que era ciega y oró con fervor de santo, pidió a su Dios con la fuerza de un enamorado, clamó al cielo para que la joven, quien es dueña de sus actos, su pensamiento, sus sueños, obtenga el favor de Dios y pueda ver la magnífica creación del Señor.
Llega el día fijado y mientras es trasladado a la plaza para ser decapitado, empujado y golpeado con violencia por sus captores, Valentín, con la fuerza y la entereza que únicamente da el amor, logra en un instante mantenerse firme al lado de la joven, le entrega un pedazo de papel que mantiene resguardado en el puño de la mano izquierda, su corazón late con mayor fuerza al sentir el aliento de virgen de su amada y le dice con voz de ferviente enamorado !léelo!. Ella completamente desconcertada no sabe qué hacer, las palabras de aquel hombre, que dentro de poco será decapitado la hacen arder en una fiebre súbita. Ella sabe que no puede leer aquel papel, sabe que él también conoce su ceguera, pero la dulce voz del hombre acusado de ser cristiano la impulsan a abrirlo, fija su mirada ciega en aquel papel y resplandecen ante sus ojos las palabras !tu Valentín!
En el momento que ella lee las palabras escritas por el santo, la cabeza de Valentín cae al suelo desprendida de un solo tajo por el eficaz verdugo, ella grita !Milagro! Valentín le ha dado luz a mis ojos ciegos y puedo ver claramente la injusticia.
Rodrigodeacevedo
16-02-2020 19:55
Dobles gracias, querido J,J., por esta iluminación; la calidad del texto, al que pesar de su pesismismo inicial has sabido dar un giro radical y nos lo devuelves lleno de optimismo pudiera, debiera, ser metáfora latente para la vida de nuestro pequeño foro.
El virus inextinguible del silencio está acabando con nosotros. Sin extenderse, sin convocarnos a ruidos ni alharacas que lo mengüen, se hace denso, como hoy lo es la bruma en este luminoso mediterráneo. Lenta, inexorablemente, la bruma lo disuelve todo. Sabemos, tenemos la certeza que el faro sigue ahí, que algún pequeño barco de pesca surca las invisibles aguas. Pero no los vemos. El faro emitirá sus intermitentes rayos que adviertan su presencia; el barquito avanzará emitiendo señales que lo señalen en esa superficie plana, opaca, para que otros lo eviten. Así nosotros.
Si algunos nos leemos en estos días abatidos de la soledad que nos va inundando, puede que una triste sonrisa amague en sus labios. Hubo un día en que Rayuela...
Un abrazo, buen amigo.
Os dejo unas canciones portuguesas, naturalmente tristes, de esa tristeza que ellos, los portugueses, llaman "saudade". ¿Recordais a Madredeus y a Teresa Salgueiro? Pues aquí están para acompañarnos en esta brumosa tarde... Abrazos.
jota jota
12-02-2020 22:36
Una señal indiscutible
Ayer el cielo se iluminó con un sol de radiante energía, hasta veinte grados subieron los termómetros de la ciudad que tiene dos meses entumecida por el invierno y por una vez, el aire de la primavera llegó el primero de febrero. Enredado en sus compromisos él no disfrutó este regalo y al finalizar la jornada se acuesta. Mientras duerme, gordas y sospechosas nubes atraviesan la noche, cubren el cielo, y la tenaz llovizna al amanecer lo devuelve a los aburridos y encapotados días de invierno.
Arrepentido y con pesar, comprende tarde, que los momentos no se repiten, pero él debe mantener su obstinada rutina con el criterio de cargar sobre los hombros el destino de la familia. Lo fastidia no poder recordar un retazo de sueño y siente haber perdido el eslabón de la cadena, el peldaño de la escalera. Se atreve a pensar que la vida debe ser algo más que compromisos. El pensamiento intransigente le recuerda que lo maravilloso no acostumbra repetirse, que la oportunidad de vivir un día extraordinario no volverá.
Siente un leve escozor a la altura del ombligo. El ardor aumenta y observa preocupado los rosetones que le cubren la cintura. La reacción de la piel lo obliga a ir al médico de urgencia. Testarudo el pensamiento regresa y le advierte: eres un juguete del azar, tu vida está en manos de los imponderables, ayer el rigor de los compromisos y hoy la precaria condición de salud se imponen a tus deseos.
El Doctor lo examina detenidamente y lo obliga a tomar unos exámenes. Él se entrega con resignación al escrutinio de diferentes aparatos, al cómplice silencio de los operarios y espera con paciencia el dictamen.
El Doctor le habla con una franqueza que agradece, pero la franqueza es brutal: la picazón, confirma el Doctor, es producto de una alergia transmitida por ciertos ovíparos y tiende a desaparecer en pocos días con un antihistamínico. Pero los exámenes indican que ha adquirido un virus mortal, que apenas le quedan cinco días de vida y que no hay posibilidad de evitar la muerte.
Sale del consultorio y camina bajo la llovizna, piensa en su esposa, en los hijos, en la fecha cierta de su muerte. Con paso torpe llega al canal y se sienta sobre un banco a resguardo de la llovizna. Un desconocido contempla la corriente en sereno silencio y dice: todo cuanto nos rodea es efímero, nada es permanente. La corriente de agua sigue sin detenerse y ya no regresa. El viento susurra motivos y no los repite. La llovizna desaparece en los charcos. Estamos rodeados de vida cuyo fin es desaparecer, partir, transformarse, morir sin discusión. La tarea, nuestra tarea, es descubrir qué hacer ante la muerte.
Él lo mira un instante y confiesa: me muero en cinco días y no sé qué debo hacer.
El desconocido grita
!Vamos a celebrar!
Salta y baila con genuina alegría. Eres uno de los pocos afortunados que sabe cuándo va a trasponer la puerta, los demás, a tropezones con la ignorancia vamos dando tumbos hacia la muerte sin saber la fecha.
En ese instante lo ilumina la revelación de su resurrección próxima, por un momento deja de ser rehén del pensamiento que juega a mostrar falsas señales en el camino a la muerte, y vislumbra con creiente entusiasmo la manifestación indiscutible de ser parte de un todo absoluto.
Celebra su efímero estado de impermanencia, su transformación inminente. Lo desborda un sentimiento de amor universal. En cinco días será definitivamente libre y ya no más un juguete en las manos ociosas de los imponderables, de su caótico y caprichoso pensamiento.
jota jota
06-12-2019 16:52
Iowa Literaria
· 21 de noviembre ·
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