En el enlace que te dejé está la información, que es muy poca. Solicitan poemas y relatos, los relatos con un mínimo de tres paginas y un máximo creo que de 7, no hablan del tipo de letra, ni tampoco de los espacios, y necesitan que en 5 lineas puedas colocar la información sobre tu persona. El tiempo de entrega es muy corto, creo que hasta el 08 de este mes, pero es que la información la acabo de ver. Estoy seguro que tienes material para participar en esta convocatoria.
Un abrazo y espero que te animes.
Rodrigodeacevedo
05-12-2019 18:58
Hola, J.J.
Muchas gracias por tu respuesta y la información que nos dejas.
¿Te sería posible ampliarla en el sentido de las características de la colaboración? Extensión, tema, plazo de entrega, forma de presentación, información del remitente... Ahora que me han pedido autorización para publicar un relato mío en otra revista literaria estoy muy animado para seguir.
Espero tus noticias, querido amigo. Un abrazo,
jota jota
05-12-2019 15:45
Gracias Rodrigo. Con ese comentario tuyo dan ganas de no dejar de escribir ni un momento.
Quiero comentarles que en la Universidad de Iowa están solicitando para el nuevo número de su revista electrónica en español contribuciones. Aquí dejo el enlace a ver si nos animamos y otras gentes se contentan con nuestros textos.
Fenomenal relato, o introspección psicológica, querido J.J. Cada vez te adentras con mayor maestría en el proceloso campo del alma humana, de sus vericuetos, de sus trampas y sus traiciones. Como esta del recuerdo. Has trazado una genial radiografía del triunfador, de ese personaje tan habitual hoy día del que triunfa públicamente de mientras anestesia, o trata de hacerlo, su alma, esa pobre abandonada de cuando el triunfador piensa que puede sembrar de estrellas los desiertos. Excelente; relatos para reflexionar. Mi aplauso más ferviente, compañero.
jota jota
29-11-2019 20:07
Un recuerdo audaz
Con insistente perversidad el recuerdo lo acorraló, lo llevó una vez más con falsos apremios a la esquina en donde sabe que tambalean y fallan sus pobres defensas. El recuerdo lo castigó sin consideración y lo obligó a vivir nuevamente cada detalle de sus irresponsables impulsos, esas determinaciones que lo convirtieron en un hombre inflexible, un hombre, que en el remolino de sus triunfos y para no oír lamentos ajenos se hizo insensible y creyó falsamente que era dueño de su destino y que por lo tanto, tenía en sus manos el horizonte de su futuro y no necesitaba ayuda ni compañía.
Su padre, desde la lejana y deshabitada ausencia en la que se encuentra desde hace años, le recuerda que: el hombre no es más que un animal de costumbres. Pero él es incapaz de acostumbrarse a estos ataques retorcidos a los que recurre cada día el recuerdo, no puede acostumbrarse a estos vestigios de sus dudosas acciones pasadas, que una y otra vez su memoria aviva y las convierte en suplicio para transformar su vida en martirio.
Hace mucho que este recuerdo se convirtió en su enemigo, un peligroso y audaz enemigo convertido en vengador de viejas afrentas ajenas. Ese recuerdo tiene la fuerza suficiente para perderlo sin ruta ni horizontes en las arenas cambiantes de un desierto.
Para escapar del odioso recuerdo intenta mentir, mentirse. Creyó que una vez suelta la mentira las líneas de la verdad podían desdibujarse en la tenue neblina de dudas que la farsa esparce, pensó que era posible engañar al infame recuerdo con una mentira piadosa, con una mentira blanca, con una mentira inocente, pero no hay tal, la mentira siempre será un bárbaro argumento de defensa y trae sus propias y devastadoras consecuencias.
Al transitar los caminos que la mentira impone ya no se puede regresar, no hay un rumbo a seguir ni trayectos establecidos de antemano, ni retorno seguro, la única posibilidad es atravesar los atajos que se abren de momento y se avanza por ellos a ciegas. Huye sin asidero probable, salta entre imprevistos en busca de salidas dignas. En un acto reflejo de supervivencia utiliza la mentira para enfrentar al recuerdo, es su respuesta a la cobarde actitud de negar sus actos. La mentira no lo ayuda a salir del atolladero y por el contrario lo obliga a iniciar peligrosas peripecias que finalmente se convierten en ridículas maromas.
Demasiado tarde entendió que la temeridad de utilizar la mentira para engañar al insistente recuerdo es impulsada por sus aspiraciones ilegitimas de seguir adelante sin el peso de la culpa. La mentira, su intento de mentir, de mentirse para intentar engañar al intransigente recuerdo que le señala su maldad, se convirtió en un saltaperico brincando en la punta de la lengua, y los efímeros y lúcidos fogonazos momentáneos no resuelven el problema, en todo caso crean otro, que lo obliga a penetrar en estado de alerta por un túnel angosto, un estrecho pasaje por donde constantemente debe falsear la realidad. Descubrió que la mentira es dañina y que son impredecibles los resultados.
Al finalizar la jornada de su tediosa rutina entra al bar, el recuerdo lo acompaña intacto y persistente. Pide uno tras otro y hasta perder la cuenta y la consciencia vasos de un aguardiente transparente que le quema la garganta y la lengua, que son tan responsables como él de las duras y altisonantes palabras que pronunció aquel día y que su memoria infalible no le perdona.
Termina en la calle hablando con las sombras de madrugada y reconoce con voz torpe ser el único responsable de esta y de todas sus desgracias. Finalmente, derrotado por el recuerdo le dice: tienes toda la razón, ya no voy a sembrar estrellas en el desierto, como le aseguré a ella desde la altanera pedantería de creerme dueño de mi destino y esa frase que consideré genial, la utilicé como escudo para cometer la barbaridad de abandonarla y desde ese momento cosecho desgracias, mis triunfos se convirtieron en desastrosos reveses.
jota jota
17-11-2019 14:56
Gracias Rodrigo, pero sobre todo gracias por el afecto, tan escaso en estos tiempos y tan absolutamente necesario. Un abrazo fraterno entre tantas convulsiones.
En el texto sorprende cada párrafo, porque logras en apariencia, sin ningun esfuerzo, dibujar hermosas y poéticas imágenes dedicadas a ese amor platónico e inalcanzable, que se acoplan tan bien con el argumento y desenlace del relato, que me trajo a la memoria el recuerdo de Ruben Dario.
Lo nuestro en Rayuela es remar incansables por estas aguas, sin norte definido, a puro instinto y tenemos la suerte de habernos tropezado con la amistad, tan frecuente antes y ahora pareciera un término en desuso.
Rodrigodeacevedo
17-11-2019 12:06
Bien vuelto por estos pagos, J.J. No debes de preocuparte por tus ausencias; son el bajo continuo de nuestro foro. Todos, más o menos, vivimos en la ausencia y regresamos, cuando nos llega el ramalazo de nostalgia, desde ella. Parece ser que hasta la propia gestora del foro, que no se quien puede ser: un ente sin dimensión perdido en la nebulosa de este mundo virtual, pues hasta ellos nos ponen trabas. Gregorio ha tirado la toalla. Y hay que entender sus razones. así que hemos de aceptar como normal las anormalidades de funcionamiento del foro. Y volviendo a tu relato, he de calificarlo de magistral. Te acercas cada vez más y mejor a esos mundos insondables del subconsciente y de ellos haces brotar tus criaturas. el escuchar voces en vigilia, según los expertos, es síntoma de genialidad. Y así lo pones de manifiesto en la última parte del relato, haciendo de esas voces la fuente de inspiración de tu protagonista, que "mutatis mutandi", bien pudiera ser el propio autor.
Un fuerte abrazo, amigo mío. Y te deseo que este nuevo asentamiento en Indianápolis te traiga el sosiego que mereces.
jota jota
15-11-2019 17:12
Queridos amigos, he estado un poco ausente, pero es que asuntos urgentes me han impedido estar más presente. Decidimos salir de Chile en donde vivíamos hasta hace dos semanas y llegamos de un salto con 8 maletas a Indianápolis, por aquí pensamos estar un tiempo, nuestra vida está signada por los cambios y el movimiento. Un abrazo, dejo este texto como muestra de mi compromiso.
Susurros. Voces. Temores
A mi hijo Diego, que abrió esta puerta cerrada
El miedo lo acompaña desde que tiene memoria. Alguna vez llegó a pensar que nació con miedo. En algún momento obligado por el pánico y la angustia, buscó el origen de ese horror que lo acosa sin tregua, lo amenaza con una constancia a toda prueba, lo arrincona y lo obliga a pedir ayuda a los gritos.
Atribuyó esa sensación de susto permanente al temor que su madre sintió durante todo el embarazo y que en una oportunidad le confesó. Su madre tuvo un miedo insensato, un atroz temor de perderlo antes de que él naciera. Sin razón alguna el terror la mantuvo en un estado permanente de zozobra durante nueve meses seguidos, luego, el miedo la abandonó justo después de su nacimiento.
Él sospechó por largo tiempo al oír esa confesión, que el inmenso amor que su madre le profesa gestó como un hermano gemelo al miedo que lo acompaña, que orgánico, se quedó en su piel. Pero esa idea la descartó al descubrir, que el terror que lo paraliza desde niño, el pánico que sufre, es el resultado de voces que le susurran palabras indescifrables.
Él distingue el sonido de la voz que le habla, la particular intensidad de los tonos altos, la oscura profundidad de los bajos, el ritmo que utiliza, pero al no lograr descifrar el mensaje de esos susurros continuos y persistentes el miedo lo domina. El eco que escucha es distinto al viento que canta entre las hojas de los árboles, es también diferente al rumor del río y al choque de las piedras que ruedan bajo su cauce. El sonido que lo aterra es otro, semejante a la crepitación del fuego devorando a su paso todo lo que encuentra.
En un intento fallido de transformación y para evitar que el temor sea su dueño, decide mudar de piel, como hace la serpiente cada tanto. Ha sido muchos nombres y al abandonarlos no se reconoce en ninguno de los que fue y tampoco tiene deudas con ellos.
Es un hombre atormentado, vive perseguido por voces incoherentes que lo han llevado al extremo de perder el rumbo. Hoy cumple treinta años y está decidido, listo a terminar con el extravío y el miedo. Camina sin rumbo. Con desinterés observa que un ventarrón arranca las hojas de un árbol.
El murmullo, las voces, el susurro se hace presente de inmediato, esta vez él no intenta huir de la voz, se sobrepone al miedo y termina por aceptar su condición de receptor a esta señal incomprensible y testaruda que lo acompaña desde niño y jamás lo abandona. Hace un esfuerzo último, se enfrenta con decisión a los terrores de lo incomprensible y lucha por entender, por comprender este idioma al que le ha huido por treinta años, con gran dificultad intuye el sentido, desentraña el significado de cada sonido y logra finalmente entender todas las palabras.
Con una lucidez excepcional, maravillosa, la voz que tanto miedo le produjo desde que tiene memoria, relata con sorprendente maestría, con una carga de imaginación sorprendente, para que lo grabe en su memoria, como caen las hojas del árbol que el viento acaba de arrancar.
Un viento tan atormentado como él mismo, perseguido por los demonios de otoño, remece las ramas de un árbol y arranca sus hojas, una lluvia de pálidas hojas amarillas escarcha el asfalto, la frágil alfombra vegetal cubre esta tarde cargada de recuerdos, mientras un muchacho inocente cruza la esquina y un remolino amarillo envuelve sus pasos y se lo traga.
Al aceptar las voces acepta también su destino con todos los riesgos, regresa a su casa a escribir las sorprendentes y fantásticas historias que una voz desconocida le susurra. Se ha convertido en escritor.
Rodrigodeacevedo
16-10-2019 20:33
Gracias, Oncina, por tu "supervivencia" en Rayuela que tanto calor nos trae. En este laico y literario portal los regalos y presentes a ese pequeño dios inasible e inefable que es el amor por las bellas letras siempres on bienvenidos.
Dejo uno mío; un relato inspirado en algún texto de J.J. en el que un retrato de calendario colgado en una fría y oscura pared de una oficina de interior da vida a un ensueño. Que os guste.
OFICINA EN UN INTERIOR
De tus dedos brotan sin cesar letras y números como si de una fuente tipográfica se tratase, mi pequeña secretaria. La pieza, escasa y oscura, es propicia para el amor no para redactar informes. Sin embargo te quiero más por eso, por tu pulcritud en los escritos y el ritmo regular de la efusión de las letras desde tus dedos de arcángel.
La teología de los despachos es inaccesible para quienes no sabemos amar. Apenas tú, ídolo, figuras en la nómina de los absurdos. Pero tu esplendorosa cabellera dorada vuela a cada latido que imprimes a tu máquina de escribir. Y yo me oculto para que tú puedas ver el otro sol, el de la farola con lámpara de mercurio que ilumina los viejos andenes de la estación de autobuses.
Con jadeo monorítmico controlas la secuencia de los párrafos, estableces el horario de los eclipses y dormitas entre ambos cigarrillos; yo confío en tu experto navegar entre las volutas de humo, mi pequeña secretaria. Abro la ventana a la luna que, felina, guiña un ojo y nos espía. Ocaso del amor obsceno piensa ella que se consumará entre nosotros.
Junto a la luz palpitante y fría de la luna penetra la ausencia de los deseos libidinosos. Eres sólo una fotografía en un calendario, mi pequeña aspiración o ensueño. Tú eres sólo unas hermosas caderas que se contonean fijamente en los brillos del papel couché que te da vida. Y yo soy vicio.
Contemplo tus pechos, filigrana entre las puntillas que adornan el escote mercenario. Algún rayo de luz malicioso subraya matices de carnaciones renacentistas en tus mejillas, que alguien ha injuriado escribiendo sobre ellas unos torpes números de teléfono, oh casta mía.
Y ahora te me diluyes como el humo blanquinoso de un cigarrillo, te elevas en empírea curva hacia el cielo raso manchado de nuestro refugio, de esta oficina con su pequeña ventana abierta a un patio sombrío y húmedo, que nos resguarda de las falacias de la ciudad.
Te diluyes en la sombra como un vaho que se fija sobre el cristal, te ahuyentas con el soplo de la brisa o aroma que llega desde las rosas abandonadas a su muerte.
Estilógrafa de lánguido mirar desde la tosca fotografía del calendario caduco, abandonas mi sueño para alcanzar la lascivia que te ofrecen las revistas del corazón, esas que nunca he leído en las salas de espera de los abogados calvos.
Te seguirás mostrando, equívoca, en las manchas de humedad de las paredes del patio; en alguna canción lasciva que suba desde los talleres mecánicos; en los líquenes fractálicos que adornan a su pesar los bordes de las tuberías de desagüe. Te seguirás mostrando en tu más íntima belleza, la que yo te he conferido en mis sueños entre anotaciones contables.
Ahora, como purgatorio inexcusable, morarás algún tiempo -para ti el tiempo no tiene valor- entre las fragancias de las flores del parquecito de al lado y las fétidas esencias de los motores mal reglados. Y se ajarán tus pómulos sensuales haciendo indescifrables los números de los teléfonos. Serás una razón para los olvidos.
No te culpo; sabes que siempre ocuparás el hueco que deja tu imagen en el calendario que alguien sin sentimientos arrojó anoche a la papelera.
Adiós.
Rodrigodeacevedo
16-10-2019 20:04
¿Ves, Adolfo, nuestros amigos siguen advertidos que su ausencia te entristece y no dejan de traer esos homenajes literarios para que te alegres? La esperanza y la alegría nunca deben de perderse...
Tropiezo, o una súbita vuelta de tuerca. J.J.
El azar, J.J. Siempre el ineludible azar. Una magnífica descripción psicológica del protagonista, que a pesar de sus convicciones y ordenado proceder, no está libre de ser marcado por el riguroso dedo del destino. Siempre en tu línea ascendente de calidad.