RAYUELA
RAYUELA
COMUNIDAD LITERARIA
Conéctate o Regístrate
Email:
Contraseña:
Mantener conexión
Registrarse
Últimos comentarios
jota jota
jota
"Textos ajenos CC9 Me entrego a la evidencia. Final.."
23-12-2025 15:34
jota jota
jota
"Textos ajenos CC8 Persisto en atrapar tu imagen y .."
22-12-2025 23:07
jota jota
jota
"Textos ajenos CC7 Eres solo palabra, humilde símbo.."
22-12-2025 04:57
jota jota
jota
"Textos ajenos CC6 Permaneces oculto en los secret.."
20-12-2025 16:33
jota jota
jota
"Textos ajenos CC5 La imagen se disuelve sin dimens.."
19-12-2025 16:16
jota jota
jota
"Textos ajenos CC4 El blanco infinito me rodea, des.."
19-12-2025 00:54
jota jota
jota
"Textos ajenos CC 3 Me conmueve tu constancia, ese.."
17-12-2025 15:06
jota jota
jota
"Textos ajenos CC2 Reconozco tu voz.Tus palabras in.."
16-12-2025 19:42
jota jota
jota
"Textos ajenos CC1 Sujeta a un instante eterno que .."
15-12-2025 22:22
jota jota
jota
"12142025 CCEn la devastadora ausencia: el diálogo .."
14-12-2025 17:27
Usuarios más activos
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
 
2.878 Comentarios
Jose Jesus Morales
Jose
 
1.547 Comentarios
Eratalia
Eratalia
 
1.455 Comentarios
jota jota
jota
 
1.124 Comentarios
Estela
Estela
 
1.088 Comentarios
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio
 
1.027 Comentarios
caizán
caizán
 
527 Comentarios
Des
Des
 
446 Comentarios
juan fozara
juan
 
436 Comentarios
Observador
Observador
 
355 Comentarios
CONECTADOS
71 Usuarios registrados
13.070 Comentarios creados
0 Usuarios conectados
Estadísticas
Nº Páginas Vistas

Nº Usuarios
Enlaces útiles
· Diccionario de la RAE
· Diccionario de sinónimos y antónimos
· Buscador de ideas relacionadas
· Contador de sílabas en poesía
· Diccionario de rimas
  
VAMOS A CONTAR HISTORIAS
jota jota
jota jota
15-10-2019 01:33

Tropiezo, o una súbita vuelta de tuerca

Sin lugar para la alquimia del amor, para dulzuras, para gestos envueltos en ternuras, sin espacio para miradas de compromiso, él está conforme con encuentros ocasionales que concibe cuidadosamente entre turbulentas orillas. Él es un convencido que la vida es incierta, el futuro dudoso, y la muerte, por el contrario, es segura e inevitable.

Él no cree en la casualidad. Él opina, de acuerdo a su propia experiencia, que la combinación de un conjunto de elementos produce el resultado esperado. Él es un hombre acostumbrado desde muy temprano a involucrarse en inusuales eventos cuyo resultado final es siempre la muerte. Él organiza meticulosamente los acontecimientos que terminan por convertir a la víctima en difunto. Para lograr el éxito de su objetivo, él no permite la intervención caprichosa de la casualidad, el acaso representa en su oficio el mayor de los peligros y según él, el acaso es una circunstancia perfectamente predecible. Él tiene la creencia de poder torcer el destino, y piensa secretamente, que ha enfrentado la adversidad y tiene el poder de vencer a ese fantasma, él está convencido que los incontables éxitos que ha obtenido se deben a que sus actos son pensados y revisados hasta en sus mínimos detalles y no le da oportunidad al azar, que según él, es el resultado del descuido. Sus actos constituyen una cadena de eslabones soldados en el fuego de la planificación minuciosa, la revisión y el escrutinio continuo, son acontecimientos firmemente trenzados y cada uno de sus pasos es calculado obsesivamente, con la rigurosidad de quien se juega la vida y no quiere perderla.

La dimensión que separa la vida de la muerte es inestable, y frágil, él lo sabe perfectamente, su trabajo consiste precisamente en ayudar al tránsito entre la vida y la muerte. Él decididamente contribuye a ese suceso, es el invisible agente que interviene y concreta ese paso definitivo. Él quiere creer que es el ángel de la muerte, él desecha por supuesto el término sicario, o asesino. Él se considera la sombra inevitable que acompaña la vida, su lado oscuro, la contraparte obligada. Él admite que es quien crea las condiciones necesarias para que en el momento oportuno, y en forma accidental, ocurra la desaparición de la persona que le han encargado sacrificar.

Él camina por la acera con la acostumbrada seguridad que lo caracteriza, suena el móvil e intenta sacarlo para atender la llamada y de improviso, una mujer que camina mientras revisa el celular trastabilla y se le echa encima, los celulares caen al suelo. Él los recoge mientras ella pide disculpas y ríe francamente divertida, él le entrega el teléfono completamente hipnotizado, sin saber que decir, la mira a los ojos y esconde el desasosiego en el silencio. Ella al despedirse, inesperadamente, le planta un beso en la boca y desaparece.

Desde ese momento él repite obsesivamente ese instante en el recuerdo, la risa de la desconocida se le metió en la sangre, no hay forma de olvidarla y hace estragos en sus convicciones, él se encuentra por primera vez sin norte, perdido en los profundos ojos negros de la mujer. Una y otra vez él repite el instante y cada vez en su recuerdo es más intenso el encuentro. Al final de la tarde, él está totalmente trastornado y piensa, que puede cambiar de oficio únicamente para merecer a esta mujer, en ese momento suena el teléfono y como una revelación de salvación, oye la voz de la mujer, que sin dejar de reírse le dice: eres un bandido, te quedaste con mi teléfono, te doy un beso si me lo devuelves y de paso te entrego el tuyo.

jota jota
jota jota
11-10-2019 16:32

La secreta incógnita de los imponderables

A Fer:
La falta de premios no agota la esperanza,
el triunfo consiste en seguir adelante.

Con buena salud he pasado de largo este último invierno y llego a la primavera con el atrevimiento de seguir vivo y con nuevos bríos. A los setenta años se aprecia la salud mucho más que el dinero. Se valora la fortaleza y el ánimo antes que las posesiones. La edad, además, permite cierta indulgencia y nos da la licencia de manifestar abiertamente nuestras creencias.

En este trayecto me he acercado a incontables orillas y tomado sorbos de corrientes diversas, tendencias en apariencia distinta, pero en su esencia iguales. Con ese aval y algunas sospechas sobre la alquimia que impulsa el enorme poder de las fuerzas ocultas que rigen mi destino, no dudo en declararme creyente.

Creo en la existencia de Dios y en sus innumerables nombres, creo en una fuerza superior a mi voluntad, que opera en armonía con propósitos secretos establecidos de antemano y es capaz de crear, transformar y destruir por encima de mis deseos.
Creo en el movimiento constante, en los cambios vitales, en el origen mutable de las cosas y acepto, aunque escapen a mi comprensión, los inexorables acontecimientos que enfrento diariamente. Esos bárbaros sucesos, esos eventos brutales y desconsiderados, hacen estragos en la convicción de mis certezas y a pesar de ellos, lleno de dudas, mantengo la fe.

Debo asistir a un compromiso y estos setenta años me han enseñado a cumplir con la palabra empeñada, a no posponer las obligaciones, a enfrentar los afanes que trae cada día y esa máxima convertida en costumbre me obliga a salir a la calle. El frío de estos primeros días de primavera no me detiene.

A esta edad el tiempo ya vence al cuerpo, los reflejos fallan, disminuyen los sentidos y aun con lentes mi visión es escasa, tengo prohibido manejar y debo usar el transporte público. Camino hacia la parada y veo acercarse con rapidez el autobús, no tengo prisa, pero un impulso ciego superior a mis hábitos me obliga a correr y con un trote rápido intento alcanzar al colectivo, en otro tiempo corría maratones y no me es extraño el ejercicio.

En esa dimensión que desconozco y en la que operan las fuerzas ocultas, se pone en marcha un mecanismo secreto para impedir que tome ese autobús, manos intangibles detienen mi carrera, una zancadilla etérea enreda mis piernas y caigo al pavimento. Casi en el acto estoy de nuevo en pie y tercamente persisto en perseguir el autobús, que se marcha sin esperarme.

Enfurecido con mi ridícula pretensión, orgullosamente derecho, la cabeza levantada, compruebo que no tengo fracturas, pero las manos me arden, ellas soportaron la caída y los puntos de sangre sobre la piel raspada son la huella que me deja la experiencia.

Contengo la furia de mi incompetencia, reviso cada elemento anterior a mi caída y no encuentro explicación posible. En menos de un minuto llega otro autobús que tomo sin contratiempos, es un misterio incomprensible este accidente. El día apenas comienza y tengo la sensación de que se soltó una jauría de inconvenientes que me persigue.

En el semáforo un camión se pasa la luz, el bus que no alcancé a tomar intenta esquivarlo y en la maniobra el conductor pierde el control y se voltea, el impacto es terrible. Se desata el caos y la muerte se hace cargo del momento. Confieso que nunca he sabido leer las señales de las fuerzas que rigen mi destino, los imponderables son una incógnita secreta que no logro resolver, pero admito con humildad, que hoy la verdad se ha develado y rendido ante la evidencia, me entrego a los designios de la energía que maneja mi destino.

jota jota
jota jota
27-09-2019 17:09

Sorpresa y asombro

A Balteu

Por los insospechados giros del derviche

Mi nombre es Graham Güell. Mi padre es un ferviente admirador de Graham Green y como una imposición a esa admiración desmedida yo llevo su nombre. Un inusual acontecimiento, como la trama de una novela que bien pudo haber escrito el fallecido escritor inglés, cambió mi vida al cumplir los 18 años.

Ese día, el verdadero poder de las fuerzas que sostienen la frágil armonía del universo, quiso mostrarme la extraordinaria dimensión de una realidad, que ni siquiera sospechaba y que aún hoy, la mayoría de los habitantes de la tierra niega, a pesar, de las innumerables pruebas que muestran la existencia de un universo habitado y plural.

Ese día fui abducido. Recuerdo que eran las 4 de la tarde y caminaba por una vereda sembrada de árboles, un haz de luz se coló entre los árboles y con la inocencia de la ignorancia quise atravesarlo, recuerdo que en ese momento pensé, estoy ante un portal, y justamente, al ser bañado por la luz, fui transportado a una nave extraterrestre.

No puedo asegurar cuanto estuve entre ellos, el tiempo es una invención del hombre y nos gastamos la vida entre apremios y prisas persiguiendo un inútil minuto. Estuve el tiempo necesario para aprender cuanto necesitaba saber y convertirme en un pregonero de la vida en otros planetas y hoy me precede la fama de ser un experto en ufología.

Los extraterrestres se divierten con tretas inocentes, y me hicieron despertar al otro día de esa larga noche, en la habitación de un hotel junto a una mujer pelirroja, ambos estábamos desnudos y en ese momento, por primera y única vez, tuve la experiencia de entrega más absoluta y total de toda mi vida.

Como usted sabe, soy funcionario de la embajada irlandesa, me encontraba en Bruselas en la reunión de la Comisión Europea para la integración de los pueblos, allí me enteré, que los rusos habían encontrado a cuatro integrantes de una misión interplanetaria. Una avería en la nave, lo inestable de las condiciones geográficas en Siberia y un descuido en el protocolo de seguridad hicieron posible tal acontecimiento.

Los rusos, a pesar de sus múltiples fracasos, de sus continuas y sostenidas derrotas, mantienen intacta esa vieja aspiración de convertirse en dueños del mundo, aspiración que han tenido que posponer porque los principios de la libertad le han ganado siempre la partida. Al encontrar a los viajeros intergalácticos los tomaron como rehenes y quisieron utilizarlos para llevar a cabo la dominación del mundo, por ese motivo los rusos me secuestraron y exigieron bajo amenazas mi cooperación. En ese momento decidí que debía salvar a los rehenes, elaboré un plan y lo llevé a cabo con la ayuda de una avanzada extraterrestre.

Usted fue utilizado dentro de mi plan como una distracción, pero el Comandante de esta nave cree que posee una increíble capacidad para lograr amistades y lealtades que merecen ser observadas, y es por esa razón, que usted se encuentra aquí, conmigo. Debe saber, que logramos envolverlo en una delgada luz del color incierto de los glaciares, del grosor de un alambre y sin dislocarle un solo hueso, un segundo antes de destruir todo el lugar para no dejar rastros de la presencia alienígena, lo transportamos a salvo a la nave.

Para mi sorpresa y asombro, descubrí, que uno de los viajeros capturados por los rusos y que logré salvar, es aquella muchacha pelirroja con la que me desperté luego de ser abducido, quiero presentársela y pedirle también de todo corazón, a usted: Jacob Polskar Phailor, que nos acompañe en esta tarea titánica de mantener la armonía en el universo.

jota jota
jota jota
24-09-2019 18:36

Las tretas de la muerte

A Tigana

Son ajenas las palabras que repite con fervorosa constancia ante el inevitable poder de la muerte. Esas palabras que aprendió de memoria no le pertenecen, pero las ha adoptado como propias y al pronunciarlas, las rescata del olvido, las convierte en certezas.

A la primera ojeada, y desde la distancia, la frase es una difusa columna de diminutas hormigas negras. La fuerza de la costumbre lo impulsa a ejecutar un gesto que lo identifica. Cuidadosamente, con las dos manos, coloca y ajusta los delicados lentes de alambre, y con la claridad de una revelación lee la certera línea que lo fulmina y que ahora repite como una verdad indudable cada vez que se encuentra ante un cadáver.

La imagen que la frase asoma no es suya, pero algunos destellos de esa idea han rozado más de una vez su pensamiento y quizás, por esa razón, repite la frase con total convicción. Sabe que las palabras las escribió una mujer, sabe también, que vive en otro continente, que se hace llamar Tigana y la representa un vestido blanco que la soledad deshilacha. El vestido huérfano cuelga de un gancho sobre una pared azul añil gastada y comida por el tiempo, al vestido lo acompaña una vieja y solitaria silla de madera, un traste, que perdió las esperanzas de ser útil y es una señal más de ausencia. Tigana es un avatar que escribe impulsado por la imposición de nuevas formas de expresión, en esa ansiedad permanente logra escribir las palabras que lo impactan y que él, convertido en fiel pregonero, repite en presencia de la muerte: “Qué celosa la muerte, que cubre con un velo al que se lleva, temerosa aún de que alguien lo reconozca y se lo robe”.

Una vez más, él está ante la muerte, ineludible y concreta. Una vez más en voz baja repite la consabida frase frente a un cadáver. Baja la voz, no por respeto ante este acontecimiento íntimo, último y definitivo, baja la voz, para hacerle saber a la muerte que conoce sus tretas. No le teme a la muerte, ni tampoco al olvido. Cree tercamente que ambos son dos eslabones inseparables de la cadena de acontecimientos que las circunstancias entrelazan.

El rictus de la muerte transfigura la armonía del rostro. Convocado el caos, un velo intangible esconde las señas particulares que identifican a este hombre, que obediente, ahora viaja a través del tiempo y sumiso, sigue el desconocido rumbo que se le ha trazado. Él, sin inmutarse, reconoce en este cadáver a quien destruyó, quince años atrás, su legítima aspiración de convertirse en artista.

Él quiso ser un creador de ilusiones, un hacedor de mundos posibles desde supuestas encrucijadas intangibles. En ese momento intuyó que la armonía es cosa aparente y que la forma contiene el caos que somos. Pinta un cuadro que titula: Desfragmentación de la forma y en el representa con irreverencia la visión que lo obsesiona. Un reconocido crítico ridiculiza su propuesta plástica. Con pruebas apócrifas rebate sus argumentos pictóricos y enaltece posturas conservadoras.

Las circunstancias lo colocan frente al crítico de arte que años atrás, al no comprender la profundidad de su obra decidió destruirla. El crítico está desnudo y con la quijada dislocada, la mirada ausente, vacía de la maldad que lo acompañó en vida.

Con fervorosa constancia repite las palabras que hizo suyas y sabe de memoria, se ha convertido en un tanatoestético, se debe a su oficio y con dedicación, con el genio particular que caracteriza a un artista, recompone la armonía perdida del rostro del crítico, logra recobrar su peculiar gesto cínico, su autosuficiencia característica y el crítico entra a la muerte como quien entra a una fiesta.

jota jota
jota jota
13-09-2019 23:57

Gracias Rodrigo, esta vez, unas gracias emocionadas.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
13-09-2019 20:20

Muchas y emocionadas gracias, querido J.J. por este reconocimiento que me demuestras por un posicionamiento mío que no creo sea más que un acto de justicia. Apreciar y valorar los escritos de un compañero al que siempre estimé y que sigue desde sus distintos avatares demostrando su pasión y su buen oficio por la escritura. Paso a glosar tu último escrito, en el que una vez más, partiendo de una anécdota casi mínima sabes extraer unas consecuencias universales, que pueden incorporarse a eso tan fluído y tan contumaz como es "la condición humana"
Copio un párrafo trascendental, que justificaría todo un tratado de existencialismo y de análisis del sentido de la culpa.
Por la delgada fisura de la culpa se cuelan las sombras que lo persiguen desde el momento que entendió con horror, que no cometió un acto de justicia impostergable, si no, que por el contrario, se involucró en una despreciable acción de revancha.
Los actos del hombre y sus nunca previstas consecuencias. El destino, ese atroz manipulador, maneja los hilos arteramente para llevar al individuo por el camino que alguien le marcó al nacer. Pero en tu relato introduces un factor ajeno al existencialismo, que proclama "El hombre es responsable de su pasión. El hombre está condenado a inventar al hombre. El hombre es el porvenir del hombre." cito a Sartre. Pero tú abres la puerta a la esperanza, lo que no invalida la acción del destino; y El Chino acaba ejerciendo el más noble de entre los oficios nobles: escribir cartas de amor. Fe, esperanza y voluntad de sobrevivir, los tres factores que al hombre ayudan en este tránsito que es la vida.
Felicidades por tu andadura, cada día más auténtica y jugosa en el mundo de las letras.

jota jota
jota jota
09-09-2019 22:41

Huir

A mi amigo Miguel Ángel Cortés Rodríguez: defensor de la libertad y quien siempre ha negado la acción de hacer justicia por encima de la ley y las instituciones, a pesar de su inoperancia.

El chino Casimiro huye. En su intento por escapar se mimetiza en un circo convertido en fúnambulo y realiza un ejercicio de desprecio absoluto por la vida, en su acto, camina sobre una cuerda tensada entre dos postes. Con el vacío a sus pies, se niega a usar la red de seguridad.

El circo atraviesa todo un continente y la gira termina para él en un pueblo en donde Mandinga perdió el poncho. A Casimiro no lo persiguen las leyes. A Casimiro lo persigue la sombra de la sangre ajena, el insoportable peso de una acción atroz realizada con festinación, como un acto necesario de justicia y del cual no se arrepiente, pero se avergüenza. Tarde, reconoce que hacer justicia no le corresponde. Casimiro nunca pensó en el beneficio personal, ni en la gloria, ni tampoco en el reconocimiento de quienes exigen justicia al tomar la decisión. Al chino lo abruma saberse engañado por la venganza, qué ladina, proyectó ante sus ojos la imagen de un compromiso ineludible con la historia y la justicia, y lo convirtió en instrumento de desquite.

Por la delgada fisura de la culpa se cuelan las sombras que lo persiguen desde el momento que entendió con horror, que no cometió un acto de justicia impostergable, si no, que por el contrario, se involucró en una despreciable acción de revancha.

Una noche Casimiro camina sobre la cuerda, con la seguridad y el desprecio a la vida con qué tiene acostumbrados a los espectadores, quienes pagan sus entradas con el secreto deseo de verlo caer. La luna brilla con la misma intensidad que lo iluminó la noche de su desventura y un pensamiento le abre la puerta a la sombra que lo acecha, pierde la huella de la cuerda, un único grito unánime lo sostiene en el vacío. La providencia, o el instinto, lo impulsan hasta una de las argollas que soportan la carpa, intenta sostenerse y no lo logra, pero amortigua el impacto de la caída y en un silencio que paraliza la respiración el chino Casimiro se estrella contra la arena.

Casimiro logra salvar la vida, se rompe la clavícula, unas costillas, la rodilla derecha y así, maltrecho, el circo no lo quiere. El circo lo abandona con el mismo desdén que abandona a los animales viejos. que ya no son capaces de hacer suertes.

El chino se recupera de las fracturas y quiere alejarse de este pueblo y de sus habitantes, quienes aseguran tener un ángel caído. En la estación de trenes, mientras espera, un hombre lo reconoce y le pide ayuda.
–Necesito escribir unas pocas palabras sobre un papel, no se escribir y la letra de un ángel caído debe ser luminosa. Dice el hombre. Con una timidez que conmueve a Casimiro.

El desconocido confiesa ocultar un amor desesperado por una mujer que se marcha en el próximo tren, pero el miedo le impide hablarle y si no logra detenerla, ella se llevará sin saberlo la esperanza y sin esperanza es imposible vivir.

Se oye acercarse el tren y el chino Casimiro escribe una nota apresurada: en cada palabra escrita queda grabado el profundo sentimiento del hombre y sobre las delgadas líneas azules del papel, también, la honrada confesión de sus miedos. El chino lee lo escrito en voz alta y apresuradamente, al recibir el papel, el desconocido le entrega un billete como pago y corre por el andén en un último intento de detener al amor de su vida.

Casimiro ha encontrado un oficio digno para expiar su culpa. Busca un espacio apartado, coloca sobre una pequeña mesa el letrero que acaba de escribir: SE ESCRIBEN CARTAS y se sienta a esperar.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
09-09-2019 19:34

Qué tal, J.J. Te agradezco muchísimo que pienses en mí como crítico y prologista de tu proyectado libro de relatos. Cuando llegue el momento ya hablaremos; no quisiera empañar con mis letras la, cada día mayor, claridad de las tuyas. Pero vaya por delante mi gratitud y reconocimiento.
Por ahora seguiré la labor que me he impuesto como si un personaje de tus relatos se tratase: el destino y la constancia, los dos instrumentos que apoyan estas pequeñas recensiones.

LA INAUDITA DECISIÓN DE GERARDO GUZMAN.
. J.J.
Un cierto aroma borgiano, es decir, de exquisitez, se percibe en este relato. El tiempo y el destino, dos de las cuestiones más controvertidas y angustiosas para el ser humano. Y siempre como solución de la ecuación forzosamente diofántica aparece el amor. Unos ojos inmensamente negros son la Laguna Estigia que Gerardo ha de cruzar porque así lo han dispuesto los hados. Queda en blanco la última decisión, o mejor dicho, el devenir de Gerardo después de su decisión de no ser esclavo del tiempo. El tiempo, ese fluido impredecible, lo llevará a recorrer ese camino que ya le ha marcado el destino. No le queda otra a tu protagonista. Me ha gustado mucho el asunto y el tratamiento que has dado a tu relato. Seguiremos.

jota jota
jota jota
08-09-2019 21:41

Iguales

Al despertar, con las primeras luces, el fabulador y el bergante toman agua que baja de la montaña. Los dos hombres no se conocen, jamás se han visto.

Llegaron a la corriente de agua desde caminos diferentes, causas distintas motivaron el arrebatado impulso que los llevó a correr los riesgos de caminar toda la noche para llegar a este punto.

Ambos están sedientos, han recorrido un largo camino y ahora la casualidad los reúne, o quizás, para algunos, los destinistas, este encuentro de los dos hombres, movidos por la urgencia de una cita impostergable, está escrito en el libro del destino. En un lenguaje incomprensible describe las sutiles señales que operan en las sombras, para convertir los imprevistos en acontecimientos prodigiosos.

Sin intercambiar palabra hunden sus manos en el agua helada que brota como un milagro de la piedra, y en el cuenco improvisado de sus manos beben pequeños sorbos, para evitar ahogarse. Calmada la sed, con el mismo e inconfundible gesto que los caracteriza a ambos se quitan los sombreros y al levantar el rostro se miran por primera vez. Perplejos, descubren que son exactamente iguales, idénticos.

La primera impresión de estos hombres es que se encuentran frente a un espejo enorme que los repite. Cada uno de ellos cuenta con un enorme repertorio de gestos particulares que los nombra, los gestos son utilizados en determinadas situaciones bajo la dictadura del inconsciente y en ellos se identifican como seres únicos.

Durante un tiempo los dos hombres se entretienen intentando sorprender al otro con un nuevo e inesperado gesto, pero la actitud es copiada con exactitud al instante, este juego genera una idea aterradora y a ambos se les ocurre el mismo pensamiento: el hombre del otro lado es mi gemelo.
En ese momento, ambos intentan cruzar el hilo de agua que los separa y tropiezan con una barrera invisible que les cierra el paso, es imposible atravesar la barrera y son obligados a permanecer uno frente al otro en silencio, con cientos de preguntas sin ninguna respuesta.

El tiempo no se detiene, la mañana avanza y uno de los hombres, a pesar de su asombro y ante lo inexplicable de la situación, decide iniciar la tarea que vino a realizar, es un trabajador obstinado y está decidido a regresar antes de que oscurezca, teme encontrarse con su igual en medio de las sombras.

El otro hombre olvidó por completo que lo trajo a este lugar y se marcha. Necesita respuestas y sabe en donde puede encontrarlas. Llega a mi casa a la hora en que se oculta el sol y me refiere la historia que acabo de contarles, lo conozco, es mi amigo, es un fabulador, pero le creo. Yo soy físico y estudio la teoría de las cuerdas, dicha teoría explica la existencia de universos paralelos, o realidades relativamente independientes.

Intento darle tranquilidad debido a su estado de excitación y trato de explicarle con palabras sencillas la existencia de mundos paralelos, le aseguro que es posible la interacción entre estos universos a través del intercambio espontáneo de partículas elementales y termino con esta afirmación: un universo paralelo es idéntico al nuestro, pero con eventos históricos diferentes.

jota jota
jota jota
08-09-2019 21:36

Un talismán único

A mi amiga Natallie Esteller Echegaray y su inusual protección.

Camina sobre oscuras arenas volcánicas, siente bajo sus pies los restos de ásperos incendios anteriores a ella. La profunda voz del mar repite con insistencia una advertencia, pero ella persiste en llegar sola hasta el final.

Intenta apartar el miedo creciente, la menguada luna de esta noche ilumina un pensamiento siniestro y en el pecho revienta de golpe el galope de un caballo desbocado y la vida se le va al garete. Por un instante se hunde en una insólita noche y las luces de sus entendederas se apagan en un guiño momentáneo. Un rayo silencioso señala el punto final a su vida de bergante.

No esperaba el asalto de las sombras tan temprano, ella apenas amanece a la vida y siente en este latigazo inesperado la hora cumplida, la temida señal del estigma de estar viva. Le sobreviene un suspiro que cree el último, se entrega a su destino, con el fatalismo de saber que su vida está inconclusa. Para su asombro, con cierta dificultad recobra el sosiego y retoma su camino.

Su vida está escrita sobre las aguas en un idioma que desconoce, pero que intuye en el hondo sonido que guardan los caracoles y que ella recoge para escucharlos con atención. Es el eco de las profundidades guardado en el laberinto de la concha, en ese sonido primitivo encuentra la calma, pero no descubre el sentido de su destino, que es lo que busca en esta noche de desconcierto.

El constante regreso sin raíces es el sino que doblega su espíritu y la obliga a comenzar de nuevo en un punto distinto, con una intensidad diferente. Sus huellas son borradas por olas tercas que dejan una estela de olvido, pero las huellas que le preceden y que ella sigue desde hace rato, se mantienen intactas, brillan bajo la luz de una luna incierta que a ratos se esconde entre espesas nubes cómplices.

En la oscuridad de esta noche no se atreve a mirar el horizonte, sus ojos permanecen fijos sobre las huellas que sigue y le dan la seguridad de no estar sola, de no estar perdida. La playa se acaba y desaparecen las huellas. Una piedra enorme, como una montaña, interrumpe su paso, antes de entrar en pánico sus ojos tropiezan con una cueva y desde el fondo de la gruta un fuego tímido la invita a entrar.

Frente al fuego, en cuclillas y descalzo, un hombre con marcados rasgos de indio americano. Fornido. Cubierto de pieles, luce, además de sus abalorios, un tocado de dos plumas. Ella las identifica de inmediato: una pluma es de águila y la otra de búho. Sabe que está frente a la inteligencia y al coraje y se acerca en silencio sin apartar los ojos del fuego.

Reconoce al fabulador de sus sueños, su asombro es mayúsculo. Con el dedo índice el personaje marca un punto sobre la tierra y de inmediato se expande en un círculo abismal, que engulle la fogata y al mismo fabulista. Ella se encuentra al borde de ese precipicio sin fondo, el círculo sigue expandiéndose y amenaza con tragarla, el miedo la paraliza, está a punto de caer, pero una araña teje desesperadamente una red que impide su caída.

Salta de la cama impulsada por su propio grito que la obliga a despertar. Esa misma mañana, sin poder olvidar el sueño, entra con decisión al taller de un artista y expone su espalda al dolor de agujas entintadas, sacrifica su inmaculada piel de espuma de leche y se hace tatuar un atrapa sueños.

<< Respuestas anteriores Respuestas siguientes >>
2025 Topforo.com | Aviso legal | Uso de cookies | Hacer foros | Foros Arte y Cultura(Cine,TV,..)