Gracias Ana: La maravilla de este próximo año es que este presente.Es la conjunción de todos, lo que conforma este caleidoscopio que también llamamos Rayuela.
Jose Jesus Morales
31-12-2014 16:20
Gracias Ana: La maravilla de este próximo año es que este presente.Es la conjunción de todos, lo que conforma este caleidoscopio que también llamamos Rayuela.
Ana Alonso
31-12-2014 14:26
Este final será el preámbulo y el cocido tan apetecible en el que las sonrisas darán acceso y traspaso a otro año donde los colores, las formas y sobre todo las palabras crearán maravillas, como en un caleidoscopio.
FELIZ 2015 para todas y todos.
Rodrigodeacevedo
29-12-2014 14:04
Gracias, J.J. Tu párrafo de presentación de las palabras es el germen de una idea, la de redactar prosa poética. Aquí lo intento.
Tu sonrisa fue el preámbulo para el acceso a tu alma. En ella, cocido y condimentado por las infinitas gracias de tu ser, fuiste caleidoscopio que dio color a mis noches turbias, mi traspaso hacia la dicha. Fuiste el final de mi postración..
Por un despeñadero rodaron las pocas esperanzas que me mantenían sujeto al presente, o quizás a un instante del pasado cercano, todo es confusión, el tiempo es un engañoso invento del hombre con el fin de escapar del ahora.
Reconozco que alguna vez estuve firme y sereno contra el acaso, con desdén y sin temor esperaba el mañana siempre incierto, no tenía planes superiores y vivía intensamente mí día a día seguro de la victoria. Yo fui mi dueño, puedo verlo entre los espesos tules que se corrieron ante mis ojos.
Perdieron pie al borde de un precipicio los alientos, las ilusiones, los sueños forjados al calor de tus promesas. Desprevenido y sin reguardo alguno, con la seguridad de saber mi nombre y apellidos, me acerqué confiado al abismo de tus ojos que prometieron apacibles y posibles futuros, un regalo para quien se ha hecho el camino a fuerza de tropezones.
Hoy en este preciso momento no hago el menor esfuerzo por rescatar esas fantasías y finalmente me entrego al fracaso, a la derrota, a mi destino, a mi presente de piedras sin quimeras. Es mejor que vivir al filo del cuchillo de tu lengua.
Me encuentro sembrado como un abeto, hundido en este pesebre, al final de mi propio barranco en donde no me reconforta el olor del ajonjolí, ni el de los eucaliptos, que se levantan y crecen sin mayores intenciones que cumplir con su ciclo de vida, aquí me vine a refugiar, a esconder, a enterrar, sin mayor horizonte que la noche.
¡Juro! que no es posible dar un paso en este estado lamentable al que me has conducido con mentiras, engaños y otras sutilezas, no te culpo, es mi absoluta responsabilidad la vida que llevo, y la que llevé a tu lado.
Puedo asegurar que el cinco de mayo, en el momento que acepte me colgaras aquellas guirnaldas en premio de mi triunfo las llevé con orgullo, con satisfacción y se convirtieron en el yugo que me mantuvo sujeto a tus caprichos, hasta que logré reunir el valor suficiente para romperlas y escapar sin destino, ni futuro.
En la lumbre herrumbrosa de un recuerdo logré encontrar un humilde destello de mi nombre y con esas letras gastadas, ya sin valor alguno, en un intento desesperado atravesé un desierto, un mar que se hizo peligroso y me arrojó a las playas de un país desconocido.
Hoy a punto de finalizar el año, con la distancia de por medio, sin haber podido encontrarme desde el momento que me vi en tus ojos y me perdí, intento un conjuro de último recurso.
A orillas de este mar, en la playa, abro un hueco con mis manos, coloco un papel escrito con un único propósito a lograr, a conseguir,en mayúsculas y con un grueso marcador escribo REINVENTARME. Con un esfuerzo enorme logro que mi mano esté firme al escribir, enciendo el papel y espero cumplir mi propósito el próximo año. He dado una señal inequívoca de estar vivo.
Jose Jesus Morales
29-12-2014 02:57
La sintética
Intenté el acceso a su sonrisa de caleidoscopio con un preámbulo cocido de flores, traspasé algunos límites y al final conseguí un adiós lleno de promesas.
Jose Jesus Morales
29-12-2014 02:54
Para el final del año 2014, logramos unas hermosas palabras dignas de un poema en prosa, o grandes declaraciones de principios fundamentales, pero lo más importante, palabras para construir los textos que se nos ocurran.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
26-12-2014 14:19
Este relato incluye las palabras de la semana pasada; pero la verdad es que entre celebraciones y fechas estoy hecho un lío. A ver si pasa todo y, como don Gaudencio, recobro mi gris cotidianeidad.
UNA NOCHEBUENA
Un año más aquellas entrañables fiestas de la Navidad habían llevado al bueno de Don Gaudencio al borde del despeñadero de la depresión, del que se alejaba el seis de enero, cuando cesaban las guirnaldas y los "pesebres", los abetos iluminados; cesaban, en fin, las artificiales alharacas de las fiestas y volvía la grisura en la que él tan cómodo se encontraba. Pero era inevitable: renacía la Navidad.
En la Nochebuena invitaría a cenar a aquella pareja de ancianos (bueno, tenían su misma edad, poco más menos, pero "se les veía mayores") que vivían en el tercero derecha; dos seres afectuosos y educados que, solitarios como él, eran su familia subsidiaria y desinteresada. Una cena compartida también con Servanda, la vieja doncella que asistía a Don Gaudencio desde nadie sabía cuándo y que se retiraba discretamente cuando comenzaba la sobremesa; un menú liviano, postres de turrón blandito y alfajores sevillanos bien aliñados con ajonjolí, una copita de anís -dulce para ella, seco para ellos- y algo de tertulia con el inevitable renacer de nostalgias compartidas.
Antes de la cena, con el ritual repetido año tras año, un ceremonioso intercambio de presentes (“Una nadería, don Gaudencio, un pequeño obsequio para corresponder a sus atenciones”). Nada de televisión. Si acaso, bajito, alguna emisión radiofónica con la música de siempre. El viejo funcionario, antiguo crápula desilusionado, se permitía abandonar su caparazón de soledad para (entendía él) acoger a aquellos vecinos que, a su vez (pensaban ellos), concedían el privilegio y el calor de su compañía a aquel pobre hombre, siempre tan solo, necesitado de unas palabras amigas. Una mutua ayuda atribuída por cada parte a una cuota de generosidad a la que sus principios, esa abstracción, les obligaba.
Lo peor de la velada eran los momentos de silencio. Eran como heridas en el tiempo, como si una bayoneta afilada e imprevista seccionase ese cálido y transitorio estado de bienestar, permitiendo que el helador viento de los recuerdos aislase a cada comensal en un témpano al que, afortunadamente, la socorrida frasecita: ¿un poco más de anís, doña Clarita? fundía (¿dos, tres veces durante la velada?) como si una alegre campanilla sonase en aquel ambiente extenuado, campo imposible para las convocadas alegrías de la Navidad, espacio en el que no cabía la esperanza puesto que nada exterior a ellos se esperaba. Viejos escombros de una época caduca, ellos, educados, protocolarios, deferentes para con estos forzados prójimos, podían ser el paradigma del sinsentido de unas fiestas socialmente perseveradas, pero a las que se ha robado su esencia espiritual.
La conversación, mantenida sottovoce, como con temor a molestar al vecindario inexistente, a veces era alterada por el griterío de grupos de gentes callejeras. Entonces unas afectadas sonrisas animaban los rostros: “¿Se acuerda, don Gaudencio, en nuestra juventud? Aquellas sí que eran fiestas. Nos reuníamos los vecinos y cantábamos villancicos al son de la zambomba; todos, los abuelos, los hijos, los nietos... Primero a Misa de Gallo, después a seguir la fiesta con sidra y polvorones y canciones...” La conversación, al igual que sus vidas, se iba adelgazando, adelgazando. Pronto, la extenuación.
Rodrigodeacevedo
26-12-2014 13:45
Iba a decir que esta semana llego a tiempo; pero, la verdad es que habéis adelantado el día de publicación de palabras. Antes era a partir del viernes y hasta el domingo por la noche (con las correcciones horarias necesarias.) Pero no importa; aquí están mis palabritas del Niño Jesús.
PREÁMBULO
(Del lat. praeambŭlus, que va delante).
1. m. Exordio, prefación, aquello que se dice antes de dar principio a lo que se trata de narrar, probar, mandar, pedir, etc.
2. m. Rodeo o digresión antes de entrar en materia o de empezar a decir claramente algo.
COCIDO, A
(Del part. de cocer).
1. m. Acción y efecto de cocer.
2. m. olla (‖ comida preparada con carne, tocino, legumbres y hortalizas). estar alguien ~ en algo.
1. loc. verb. coloq. Estar muy experimentado o versado en ello.
□ V. mate cocido
seda cocida