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VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
07-11-2014 14:18

Pues en la línea que nos inicia J.J. dejo mi palabrita:

ASTROLOGÍA

(Del lat. astrologĭa, y este del gr. ἀστρολογία
1. f. Estudio de la posición y del movimiento de los astros, a través de cuya interpretación y observación se pretende conocer y predecir el destino de los hombres y pronosticar los sucesos terrestres.
2. f. ant. astronomía.
~ judiciaria.
1. f. astrología (‖ aplicada a los pronósticos).

Puede valer su derivada ASTRÓLOGO.

Feliz y productiva semana a todos.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
07-11-2014 02:44

En el mes de noviembre se conjugan extraordinarias coincidencias, esta semana, hoy mismo, pudimos observar una casualidad, quienes nos asomamos a la ventana desconociendo las leyes de la astrología, vemos una hermosa y enorme luna brillante, que enciende pasiones dormidas. En cambio los estudiosos saben, que es una luna llena en Tauro, directamente entronizada con Venus, de allí esa sensación, pero además tenemos la oportunidad de pedir que se abran ciertos caminos cerrados a corazones extraviados y se nos concederá.

Es un buen viernes entonces para proponer:
Maquillaje

Y por si hiciera falta en nuestras peticiones, para cumplir alguna fantasía.
Perverso/a

Omar con humildad cumple ya la petición que le hago a esta luna en Tauro y propone

Fibromialgia

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
06-11-2014 20:53

DE DRAGONES Y PRINCESAS.

Mi nombre es Jorge y mi profesión cazador de dragones; no los dragones corrientes que la mitología ha divulgado bajo las especies mas variopintas, ni los otros más inofensivos que han sido asimilados a especies zoológicas ciertamente extravagantes, como el dragón de Komodo y otros pobres bichejos que sólo producen ternura. No; soy un auténtico cazador de auténticos dragones y mis servicios son requeridos por reyes y emperadores; también por reconocidas empresas de seguros, cuando la devolución de la víctima de las rapacerías dragoniles (no draconianas, ojo) es objeto de acuerdo mediante el pago de un desorbitado estipendio, que la aseguradora no está por la labor de pagar. Tengo en mi “curriculum” sabrosas actuaciones que por proteger mi “modus operandi” y el comprometido secreto profesional (y también, porqué no, por pura modestia) no puedo ahora revelar. Tan sólo uno, ya antiguo, de cuando empezaba, va a ser objeto de este relato. Sus protagonistas ya han desaparecido y, desde luego, mi forma de actuar ha evolucionado mucho.

En tiempos muy pretéritos (los cazadores de dragones, como los dragones mismos, tenemos las coordenadas espacio-temporales mucho más dilatadas que el resto de los seres vivos; esto no es un misterio, tan sólo la aplicación excepcional de teorías residuales de mecánica cuántica, como la teoría de las cuerdas y otras memeces ya superadas y que no vienen al caso.) Pues os decía, queridos niños, que en mi mocedad, cuando las perentorias necesidades familiares me empujaron al descarnado mundo, fui requerido por el Rey del reino donde yo vivía; entonces había reyes, y qué reyes, casi todos eran reyes de espadas o de bastos, aunque en la intimidad eran reyes de copas y de oros, pero esto es otro relato.

Fui recibido como mi humilde linaje merecía, es decir, durante una comilona del Rey y su corte mientras yo, aovillado a los pies del monarca comía de los restos de manjares que me arrojaba y que debía disputar con energía al mastín real. Luego supe que esto era una de las pruebas de aquella insólita oposición a la que yo fui el único aspirante. Allí, junto al fuego del hogar, viéndomelas con el mastín, pensaba que malo si me dejaba devorar por el perrito, pero peor si le infligía graves daños, pues la ira del Rey era de todos sabida: acabaría en el suplicio aunque mi rescate de la Princesa hubiese sido todo un éxito. Primero, a rescatar; después, al suplicio. Estos reyes eran insaciables. Pero mi fértil imaginación tuvo una brillante idea: llamé cariñosamente al terrible mastín por un nombre que supuse adecuado: “Gody”, por Godofredo, que era el nombre del Rey. Bingo. La fiera corrupia se amansó y de su fauces sólo salieron babas de reconocimiento. Tanto es así que el Rey, admirado, me lo regaló para que me acompañase en la aventura del rescate. Cosa que “Gody” agradeció inmensamente.

El tal rescate, para resumir y no cansaros y no excederme de las seiscientas palabras como suelo hacer, era el de una princesa, hija del Rey y, supongo, de la Reina, a la que no tuve el placer de conocer. El consabido dragón que asolaba el territorio la había raptado mientras se bañaba en un riachuelo rumoroso, de fresquísimas y cristalinas aguas, bajo los sauces llorones y los mansos tilos, sin más ropaje que las trenzas de sus cabellos de oro finísimo, ahora libres de los enredos que este peinado exigía. Algunos cisnes, envidiosos de la belleza de la Princesa, jugueteaban a su alrededor. Pero ni un guardia de seguridad, oiga. Así que llegó el dragón del relato y se la llevó tan lindamente. La introdujo en su caverna(no fue la única introducción que se permitió el bicho) y envió una misiva al Rey exigiendo muchísimos ducados de oro y maravedíes, a cambio de devolver a la única heredera del Reino.

Después de un largo viaje “Gody” y un servidor nos acercamos a la entrada de la cueva donde el dragón tenía encerrada a la Princesa. “Gody” emitió unos fuertes ladridos para advertir nuestra llegada y, naturalmente, el fiero dragón salió echado lumbre por sus rojas fauces. Como todos, pensé; nada impresionante.

Le transmití el mensaje real: de pasta gansa nada, monada. Que te puedes quedar con la Princesa y que la pongas a trabajar en un supermercado; lo que gane, para tí. Ahora sí que el dragón se puso hecho un idem: bramando como si le pisasen la cola, echando fuego hasta por los ojos, que parecía el anuncio de AGIP (ver Google.) Pero “Gody” estuvo macanudo, che. Ladraba como un poseído, sin amilanarse frente al terrible enemigo. En éstas salió la Princesa, que se emocionó al ver a “Gody”, junto al que se había criado. “Anda, Drago -le dijo a su captor- vuelve a la cueva y cuida que no se quemen las judías; dales vuelta de vez en cuando. Yo saludo a estos amigos y voy contigo.” Fue emocionante ver como se trataban aquellos insólitos amantes, un dragón y una Princesa.

Allí habíamos terminado; no éramos quienes para interferir en un amor tan amoroso. La Princesa obsequió a “Gody” con unos huesos de la última víctima de Drago, todavía frescos, y a mí con una sonrisa. La Princesa era fea de por sí; pero al sonreír pensé que se terminaba el mundo: cosa tan horrible, por dios. Así que volvimos al palacio real a dar cuenta al Rey del magnífico futuro que esperaba a la Princesa y de la insoportable carga de la que el dragón le había aliviado. Contado a mi manera, claro. El Rey se alegró y los príncipes aspirantes a la principesca mano (por los famosos y terribles acuerdos entre familias reales) mucho más. Se celebraron fiestas y justas y el dragón cumplió la palabra que me había dado y no volvió a aterrorizar más a la población. A cambio se le proporcionaron tiernos corderillos, cebados capones, jugosos lechoncillos y toda clase de ricas viandas. A la Princesa se la dotó de toda clase de comodidades, vía Internet.

Y allí empezó mi fama, traspasando fronteras y planos tempo-espaciales. Hasta ahora, que los dragones han quedado arrumbados en las consolas y videojuegos. Sólo mi nietecito me permite matar a alguno de ellos en el Elder Scroll, pero sin princesas ni nada. Puro aburrimiento.

(Otra vez me he pasado tres pueblos con las palabras; como somos tan pocos a escribir, vaya una cosa por otra. ¿Me perdonáis?)

OMAR
OMAR
06-11-2014 18:27

MUY DE ACUERDO CON RODRIGO Y JJ!!!!!!!!!!!!!!!!

Ahí les dejo la tercera historia de Vailem y Frymer, mientras exista un hálito de respiración continuemos vivos.

Me atrevo a poner una plabara para la semana próxima, porque quizás no pueda entrar al sitio hasta el martes, es un modesto apoyo: FIBROMIALGIA


«...solo el amor convierte en milagro el barro...»
S.Rguez
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio Tienda Delgado
06-11-2014 18:25

LAS CONSECUENCIAS DEL VICIO.

Me llamo Anselmo y tengo veinticuatro años. Hace tres años, iba con mi novia por una calle de Barcelona dando un paseo, mirando escaparates y visitando tiendas de muebles con el fin de tener una IDEA clara de la tendencia decorativa del momento. Nos habíamos comprado un apartamento, de mutuo ACUERDO, y queríamos amueblarlo y decorarlo a nuestro gusto para en un futuro cercano, casarnos vivir juntos.

Transcurría la tarde de un sábado del mes de julio. Una tarde calurosa, pero espléndida y luminosa como es habitual en ese mes. Nosotros rebosantes de alegría y de amor, como dos pajaritos que pretenden hacer su nido y patrullan buscando las mejores ramitas para construirlo y los mejores materiales para decorarlo, caminábamos pensando en nuestra CAVERNA, como solíamos llamar a nuestro pisito. Yo le tiraba de su TRENZA y ella me miraba con cara de felicidad.

A la par que mirábamos, hacíamos infinidad de planes de futuro para cuando estuviéramos independizados; viajes a países exóticos, reuniones y cenas con los amigos, y más adelante, ver cómo del fruto de nuestro amor emergían nuevas vidas, verlos crecer, y ser felices, muy felices.

Así pasamos la tarde y nos sorprendió la noche. Decidimos entrar a un restaurante a tomar una cerveza y hacer hora para cenar. De repente, una potente luz nos cegó y en un instante, se hizo la oscuridad total…

Abrí los ojos. Sólo veía borrones. No podía hablar ni moverme. Unas figuras deformadas, extrañas, espectrales parecían, se acercaban y se alejaban, como si las viera a través de un zum y acababan desapareciendo. No entendía aquel ENREDO. Para mí era un gran MISTERIO.

Poco a poco, aquellas figuras se fueron transformando en imágenes más nítidas y fui tomando conciencia de que algo grave me había sucedido. Muy lentamente, al pasar los días, las semanas, los meses... fui recordando a mi familia; mi madre, mi padre mis hermanas... y asimilando que estaba en un hospital, en el que me iban reconstruyendo.

Me contaron, que un coche conducido por un borracho, se montó en la acera y nos atropelló; mi novia murió en el acto, y yo quedé con múltiples fracturas que los médicos reconstruyeron con mucha habilidad como buenos profesionales que son, y bueno, han conseguido que ande. Me han colocado sobre una silla de ruedas, y sí, ando, sobre ruedas.

Llevo un año y medio vendiendo cupones de la ONCE, y agradezco a los médicos que me hayan devuelto a la vida. Pero, ¿qué vida? Para mí son como dioses, aunque me hayan devuelto sólo media vida. Siento que soy como medio Lázaro. Vivo sólo de la mitad hacia arriba, si a esto se le puede llamar vivir. De cintura para abajo, sigo muerto.
Cuando llego a al apartamento después del trabajo, las paredes se cierran sobre mí como las hojas de un libro. De un libro maldito que pretende ahogar mis recuerdos aplastándolos. Pero no lo consigue. Los recuerdos fluyen irrefrenables, invencibles y me golpean insistentemente.

Ahora recuerdo los proyectos de futuro que hicimos Adela y yo. Así se llamaba mi novia, a la que quería muchísimo. Y la añoro tanto que se me hace muy difícil estar sin ella. Pienso en el nidito de amor que empezamos a construir, en niños jugando en el salón, en el parque... y sufro, sufro mucho, más de lo que nadie pueda imaginar.

Y mientras me consumo inmovilizado en esta silla de ruedas, el asesino que se subió a la acera, mató a Adela y medio me mató a mí, sigue caminando, y conduciendo. Y me siento tan impotente, que: ¡quiero morir!

Malditos coches, maldita gente estúpida, despistada y temeraria, malditos borrachos, que van segando vidas, que no les importa nadie más ellos mimos.

Fue un accidente, dijeron. Un accidente es, cuando un conductor pierde el control del vehículo porque revienta una de sus ruedas, o algo similar; cuando es fortuito, inevitable. Pero no, cuando el que conduce va bebido o drogado, o ambas cosas. En ese caso, es un asesino en potencia, que sabe el daño que puede ocasionar. Pero también sabe que con la carencia de leyes que condenen con dureza esa falta de responsabilidad, poco les puede pasar.

Mientras esas leyes no se cambien para que sean disuasivas y por ello más eficaces, seguirán habiendo conductores borrachos y drogados, truncando vidas inocentes. Y quien crea que es moralina lo que escribo, me gustaría saber qué pensaría, si le ocurriera lo que a mí.



Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
OMAR
OMAR
06-11-2014 18:20

3.- Espera en la plaza de Coltad

Las Montañas Azules fascinaron a Vailem, su belleza, su misterio, pero a varios de cientos de metros la princesa veía a personas que nunca imaginó que existieran.
—Vamos a ver quiénes son —así determinó sin ninguna duda la tercera princesa.
—Ya te dije Vailem, ellos también habitan este planeta y…
—¿Planeta… —nunca había escuchado esa palabra.
Explicarle ahora no parecía una buena idea. Lo mejor era marcharse porque en realidad estaban en un terreno comprometido; y tanto así que sin percatarse estaban rodeados por doce hombres apuntándoles con largas puntas de madera que los empujaron hasta colocarlos frente a todos.
El que destacaba como jefe, por la manera de vestir y el largo de la trenza tejida en su pelo tomó una decisión clara: llevarlos a la caverna de Ottci. «Tiene que ser alguna deidad que veneren», le susurraba Frymer sin parar a su compañera de cautiverio, tratando de evitar que ella pensara en algún monstruo.
La entrada bien amplia se achicó casi al instante, oscureciéndose todo de inmediato. Vailem y Frymer fueron empujados con fuerza al interior y después lanzaron una pequeña lumbre encendida en madera y varios palos secos, al parecer con la intención de que la mantuvieran prendida. También podían distinguirse en algún que otro rincón pedazos de carne curtida con sal. Ninguno de ellos entró. Después colocaron una enorme piedra tapando la salida.

En el castillo el rey se desesperaba por la ausencia de la hija.
—La vimos salir temprano de la muralla —así respondían todos.

Ya iba quedando bien clara la intención del «trenza larga», Frymer y Vailem eran una ofrenda. Y así como la incertidumbre se aclaraba la llama de la última rama se extinguía, igualmente terminaba, principalmente Frymer porque la princesa se había negado, con los pedazos de carne que el astronauta había intentado administrar lo mejor posible. Él también descubrió un manantial que brotaba muy delgado entre dos rocas, confirmando la idea de que habían sido entregados a los dioses.
Vailem cada vez lo apretaba más fuerte, dejando a un lado las distancias que debía respetar la princesa; en ocasiones Frymer prácticamente quedaba sin respiración pero estaba satisfecho de sentirse protector de la joven. Cuando ya todo era oscuro comenzó a removerse el techo de la cueva; al fin la cápsula de rescate había localizado el ship rastreador que Frymer implantó debajo de sus uñas, y perforaba la roca desde arriba.
Cuando Vailem percibió el primer rayo de luz se desmayó totalmente, no pudo soportar el tremendo enredo de neuronas provocado por tanto estrés en su cerebro.

—La vimos salir temprano del castillo —la respuesta era ofrecida ahora por cada uno de los convocados a declarar en la Cámara Real.
La semana de ausencia de la tercera princesa ya tenía a todos en vilo, sin saber qué pensar. Unos proponían la búsqueda, otros, más pesimistas, la sustitución como miembro de la Cámara dando a entender que ya estaba muerta, algunos lo veían como una indisciplina tremenda que también obligaba a la sustitución…Dos días llevaban ya reunidos pero no llegaban a un acuerdo.

Con mucho esfuerzo Frymer logró salir de la cueva y llegar a la nave, a Vailem tuvo que cargarla en hombros para acelerar y asegurar el movimiento. Quizás los de cabellos trenzados se demoraran en descubrir su escapada, pero él no podía confiar en eso.
Colocó el silenciador de traslado y en minutos llegó a las afueras del castillo, se comunicó con dos de sus amigos para que se encargaran del camuflaje de la nave y tocó a la puerta de la Cámara Real con la tercera princesa en sus brazos. Nunca había sido interrumpida una reunión de la realeza y del castillo, pero el motivo lo ameritaba. Entregó a Vailem en los brazos de su padre, que retrocedió y volvió a cerrar la puerta.
Todos pedían una explicación a Frymer, pero él no podía revelar el descubrimiento a los habitantes de Coltad.
Además, ya había dejado un informe bien claro en la nave para sus compañeros.
En el planeta al que por casualidad habían llegado existían varios niveles de civilización, al parecer, independientes por completo. El accidente sufrido por la nave los había convertido en descubridores cósmicos.
Descubridores que: por una orden de la Cámara Real fueron amontonados en el centro de la plaza, y esperaban por la decisión que tomaran allí; según lo que hablara y, fundamentalmente, le creyeran a Vailem.


«...solo el amor convierte en milagro el barro...»
S.Rguez
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
05-11-2014 16:53

Acuerdo. Caverna. Enredo. Idea. Lumbre. Misterio. Trenza

Trencé ideas con la lumbre de mi ignorancia, enredé con misterios de fe el posible acuerdo y me condené a permanecer en esta caverna.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
04-11-2014 20:33

Estoy de acuerdo Rodrigo en que debemos mantenernos, nuestra audiencia tímida y silenciosa así lo exige, pero además por nosotros mismos, por ese compromiso personal que adquirimos con nosotros.

En esta oportunidad no estuve solo, Estela entrego dos grandiosas palabras, que se le agradecen un montón, sabemos que le faltan horas, minutos y hasta segundos para sus innumerables tareas en las que logra exitos rotundos. Felicitaciones para ella.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
04-11-2014 12:59

A J.J., a mis queridos y solitarios compañeros de este solitario foro. Cada semana se hacen más evidentes las ausencias. Por eso es más meritoria nuestra presencia aquí; puede que seamos las últimas brasas y no lleguemos nunca a ser hoguera. No importa. Además de las presencia físicas de los que todavía dejamos nuestras letras, debemos saber que otros compañeros nos animan desde su silencio. Estela vuelve de nuevo a sus campeonatos de scrabble; no nos queda más que desearle toda clase de éxitos en la confianza de que pronto volverá con nosotros. Lidia sigue al pie del cañón dando consejos a los escritores que quieran serlo. Y el hálito de los demás está en nuestras propias letras.
Con este ánimo dejo mi sintetifrase con las palabras ue tan laboriosamente ha recolectado J.J., él solito.

A la luz de la lumbre, en el fondo de la caverna, los hombres no estaban de acuerdo. Pero Platón resolvió el enredo de aquella trenza de ideas que eran puro misterio: la realidad estaba fuera; lo que ellos veían era sólo su sombra. Por eso, concluyó, los asados de cordero que creían devorar ni les saciaban ni le alimentaban.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
04-11-2014 05:33

Siento la tardanza, pero llego justo para cumplir.

Amarillo. Anónimas. Candelabros. Digital. Estrafalaria. Improbable. Luciérnagas

El surrealismo de una ira descabellada

Cuando tropiezo de nuevo en ese peldaño amarillo que conozco de memoria y me convierto en eco de sus trampas.
Cuando me equivoco con ojos abiertos, desorbitados, en ese eterno enfrentamiento con enemigos anónimos y doy oportunidades impensadas, que me derrotan.
Cuando me enredo en las sombras, a plena luz del día y me faltan las luciérnagas que guardo por puños en bolsillos rotos.
Cuando improbables y desatinadas conclusiones me llevan a sonoros fracasos.
Cuando confundo candelabros de estaño provistos de velas sin mechas con piezas genuinas de iluminación y confío equivocadamente en la posibilidad de una luz enceguecedora que al borde mismo de la rabia me detenga.
Cuando las cosas me salen mal, pésimas, más allá de lo previsto y aceptable para mi condición de creyente.
En definitiva en el momento en que soy consciente de mis errores, de mis faltas, de mis desaciertos, de mis múltiples desatinos. Me enfado. Me sorbe el seso la exasperación, me come la irritación, un furor estrafalario me enceguece hasta la locura, una furia ciega y sorda imposible de controlar me domina y veo mi vida en imágenes digitales, que cruzan una pantalla de plasma destrozada por un grito estridente que se extiende en el tiempo sin memoria.

En definitiva y sin poesía. Asomarme a mi propia incapacidad sobrepasa los límites de mi razón y me conduce entre saltos y brincos, de mi estado natural de optimismo a la ira descabellada y me lleno de razones para justificar la sinrazón de la ira sin control.

Por esa razón evito, intento a toda costa encolerizarme.

La razón es un hilo tenue trenzado con la locura, en pugna siempre, a punto de deshilacharse, que intentan contener en una red finísima nuestros demonios, que cobran fuerza en momentos inesperados, inapropiados y son capaces de romper el equilibrio:

Una orden que no se acata de inmediato.
Una indicación que no se cumple.
El silencio como respuesta.
Una palabra mal acomodada.
El asomo de un gesto inesperado, un mohín de desagrado.

Ayer una simpleza rompió el hilo y se desataron mis tres temibles demonios:
Un demonio de acero afilado se apodero de mi lengua y escupió palabras como cuchillos, hirió la tarde hasta la sangre.
Otro me aduló y llevó mi pensamiento por caminos de engaños y logró que justificara un acto reprochable.
El último de ellos tomó mi razón y la empujo hasta los intestinos y allá la dejó entre la bilis, entre las heces y aun hoy no he podido rescatarla.

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