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RELATOS
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
11-02-2013 14:41

EL ETERNO RETORNO DE “EL MITO.”

Cuando uno conocía al personaje una de las primeras sorpresas que deparaba era el origen de su diminutivo. Cualquiera pensaría que se trataba de Jaime, Jaimito, pues era un verdadero personaje de chiste. Pero no. Su nombre era el muy aristocrático (de una aristocracia foránea, es cierto) de Williams. Podía haber concluído en “Willi”, que es lo normal, pero una especie de atavismo racial y antibritánico nos hizo traducirlo en Guillermo, y de ahí Guillermito, Mito, en definitiva. Y a él le gustó. Era, como digo, un tipo peculiar, una “rara avis”, incluso en aquella tertulia de bohemios y sobrevivientes, valleinclanesca si no se tuviese en cuenta el humilde nivel intelectual y cultural de muchos de sus componentes. No recuerdo bien a quien de nosotros se le ocurrió lo del “eterno retorno”. Desde luego Nietzsche no estaba entre nuestras lecturas de mesilla de noche, ni tampoco conocíamos a Eliade, pero un buen día, como un elemento más de aquel curioso paisaje, apareció lo del “eterno retorno” para referirnos a Mito.

Ciertamente el origen directo del chistecillo era el de las excesivamente frecuentes idas y venidas, apariciones y desapariciones de Mito, justificadas con las más extravagantes e inverosímiles disculpas. Dónde iba, qué hacía durante aquellas breves pero frecuentes desapariciones fueron siempre incógnitas. Cada ausencia de Mito traía, con la vuelta del individuo, un rosario de historias, un anecdotario variadísimo y de difícil encaje en las elementales vivencias de Mito, pero que nos divertían y eran motivo de jolgorio y buenas cogorzas a cuenta de aquel nuevo Ulises mesetario. Porque, eso sí, sentido del humor y “pasta gastadora” no le faltaban al mozo. Detrás de su estolidez habitaba esa especie de inteligencia primitiva, esa gracia consustancial a las gentes de pueblo biennacidas que hacía que su presencia fuese un cofre de sorpresas, una especie de caja de Pandora, pero de alegrías y buen humor, acrecentadas por su particular forma de hablar, que unía la cazurrería del habla pueblerina con un cierto acento extranjero adquirido tal vez por herencia paterna, pues su padre fue (se decía) aunque desconocido, inglés.

El secreto de “El Mito”, la clave de su éxito entre nosotros, permaneció inviolado hasta que desapareció. Después solo fueron rumores. Apareció en el pueblo, junto a su madre, ya en plena adolescencia. Alto, desgarbado, con la cara extrañamente irregular, asimétrica y con abundantes restos de acné, tenía, en cambio, un no se qué que lo hacía caer bien; empatía se llama ahora. Sus atuendos eran de lo más extravagantes; sin querer marcar tendencia, según la actual jerigonza de modistos y críticos de las modas, mezclaba pantalones de pana con blaziers de alta confección; zapatillas de campesino con calcetines de ejecutivo, a veces cada uno de un color. Usaba permanentemente boina negra, sin capar, y en lo más duro del verano se abrigaba el cuello con telas de turbante de vivos colorines, que a la vez le servían de refajo y ocultaban la roña que solía ser revestimiento normal de su larguísimo pescuezo.

En el bar donde nos reuníamos más de un tumulto se organizó por los comentarios soeces y estentóreos de parroquianos desconocedores de las costumbres de “El Mito”, a los que nosotros respondíamos en igual tono, aplicando un rancio criterio de solidadaridad y ganas de armar follón . Entonces el Mito desaparecía, iniciaba uno de sus ciclos de periplos desconocidos, de los que nosotros esperábamos su retorno cuajado de historias, que alegrarían muchas veladas, interminables, hasta que los camareros, prudentemente, depositaban a los más borrachos en las aceras de la calle y a los demás, con la mejor de las sonrisas, nos despedían con un “hasta mañana, buenas noches nos dé dios...”

Solo una vez ví a “El Mito” triste y alterado. Musitaba, muy bajito: “esa mala -----...” Pero su capacidad de transformación cuando se sentía debilitado y comprendía, dentro de su complejo cerebro, que esa debilidad podía franquear a otros las puertas de su ciudadela, entonces en un santiamén cambiaba el gesto triste por la más descarada jocundia y un palmetazo de sus huesudas manos en la espalda ponía fin al esos raros episodios de tristeza. Nunca le conocimos amoríos ni aventuras sentimentales; tampoco trabajos remunerados, pero nunca pedía dinero; antes al contrario, muchas veces era nuestra fuente de financiación en momentos difíciles.Un mal día desapareció: nunca lo vimos más ni supimos más de él. Durante mucho tiempo esperamos su retorno: el eterno retorno de “El Mito”, que sigue siendo eso: el gran mito de aquella juventud feliz y alegremente alocada.

Eratalia
Eratalia
01-02-2013 23:39

LA NIEBLA. (RODRIGO)

Espero que no meta la pata si pongo comentarios a pie de los relatos, pues aún ando como gallinita en corral ajeno, pero este relato del amigo Rodrigo merece comentario y de los buenos y por más que espero nadie lo hace, o lo hace en otro lugar que me ha pasado desapercibido.
A partir de la niebla y usándola como excusa, consigue pintar un cuadro plagado de alusiones a mil cosas que sólo una vasta cultura como la suya cimentada en pilones del más regio hormigón puede sustentar. Me pedí, lo confieso bajando los ojos, ente senos y cosenos, entre metopas y triglifos, fustes, ménsulas y frisos, entre las que él autor parece moverse como pez en el agua. Sólo me quedó clara y entrañable la imagen del párvulo de la lengua sonrosada que repasa paralelas con inseguros trazos.
Los del autor,en cambio, son fuertes y definidos. Su narrativa es rotunda. La niebla, hilo conductor de las reflexiones queda ahí, como telón de fondo, dando al relato ese leve halo de inconsistencia en contraposición con la densidad de la arquitectura.
Un nuevo texto de incuestionable calidad.

DESPERTAR (CAIZAN)

He saboreado el texto de Caizán, el cual me parece tan real y cotidiano, que igualmente podría haberlo expresado yo. Ciertamente los sueños tienen ese algo anárquico que te puede llegar a zarandear hondamente. A veces, luego de abrir los ojos, durante un breve, pero intenso, lapso de tiempo,
aún el alma no se ubica ni sabe a qué cuerpo pertenece, y, a veces, apretamos los párpados en un intento tan desesperado como inútil de atrapar ese momento onírico que se escapó y que nos deja ansiosos de continuidad.
Buenas reflexiones las tuyas. Y escritas de modo coherente con agradable estilo de redacción.


Con rimas y a lo loco
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
19-01-2013 19:39

Os dejo un relato recuperado, revisado y remozado, lo que no es garantía de mayor calidad, en un intento de reavivar este rincón, también abandonado. Echad una manita, compis.

LA NIEBLA.
o REFLEXIONES GEOMÉTRICO-ARQUITECTÓNICAS EN UN AMANECER CON RESACA.

Era la niebla. Apareció de repente en aquel día límpido y poético, día de primavera, tal vez. La niebla como el aliento helador del primer bostezo de algún dios recién amanecido. La niebla como solvente; nosotros, yo, los árboles recién hojeados, pero nunca ojeados, los perros con sus apareos apedreados, éramos los solutos. Solutos disolutos, como en mi caso, no el de los perros. Los campanarios, con sus pináculos perfectamente piramidales, disueltos también, a pesar, o quizá por, su elevada estatura eran los primeros en ser absorbidos: blandas geometrías, apotemulas blandulas.

Extraña y casi amarga sinfonía de sombras; ni siquiera un cuadro de Rothko, con sus profundidades aterradoras. En las zonas iluminadas por los semáforos y farolas pudieran ser una acuarela de Turner. Las columnas también se pierden en su propia altura. Las columnas, hambrientas de metopas y triglifos, esos sus frutos inaccesibles por la rémora del arquitrabe.

Aquellas nieblas discriminatorias e imprevistas, que nos dejaban su reguero de lágrimas en el envés de la hoja de vidrio de la ventana, como una potenciación de esa inmensa tragedia que es la transitoriedad de lo contingente, una tragedia fuera de los convencionalismos de la griega (de la antigua, no en su prosaica y artificial versión como corrupción materialista de la Historia), esta nueva tragedia, uno de cuyos ejemplos paradigmáticos es la propia tragedia del coseno, sin ir más lejos; un coseno subalterno y envilecido por la preponderancia del seno, que a su vez depende del ángulo, que a su vez depende de... Esa gran mentira de la convención, admitida como las dobles líneas paralelas entre y sobre las que deben discurrir nuestras vidas: “niño, procura no salirte de las líneas”. El niño, el lápiz entre sus torpes deditos y la lengua asomando su rosada puntita por entre los labios apretados, aún no sabe que esas líneas se llaman paralelas y la inexorable rigidez de su trazo es una advertencia subliminal de que, cuando sea mayor, las imposiciones y ataduras a las que deberá constreñir su libertad también serán sutiles y soterradas, pero igualmente rígidas; excepto el clamor, claro está, de las dictaduras y otras manifestaciones de la fragilidad de las estructuras humanas, quiero decir.

Pero hablábamos de la niebla. La niebla, inversora de los espacios, destructora indolente y callada de formas y sonidos. Ver acercarse un tren y escuchar su lacerante sirena a través de la niebla...
Es un marco perfecto para un suicidio que se pretenda hacer aparecer como una muerte normalita... “Con esta niebla el pobrecito no vio acercarse al mercancías”. Pero la sirena...Ya, con la niebla parece que se oye, pero ni se sabe dónde. La Niebla redentora.

La Niebla que invade mi alma desde el fondo lacrimoso de mis ojos. La Niebla como residuo impalpable de los vapores del nocturno alcohol que es mi refugio. La niebla...

caizán
caizán
28-12-2012 19:44

DESPERTAR
Últimamente sueño mucho. Duermo poco o en tramos de dos horas, siempre sueño, es una especie de novela onírica en la que mezclo personajes de distintas épocas de mi vida, que nunca pudieron conocerse, solo en mis sueños y eso hace que sean pintorescos y me obliguen a buscar el porqué de esos encuentros atemporales. La verdad, nunca los he hallado.
La creatividad de las historias en las que intervienen personas que conocí, poco, mucho o nada, me deja siempre ahíto; pero algunas veces con ganas de más, o queriendo despertar cuando el tema me desagrada, o me da miedo lo que va a ocurrir.
La duermevela, en la que a veces caigo, también es interesante. Muchas veces algo ocurre, lo siento real, lo vivo real y me despierto sentado en el borde de la cama, los pies en el suelo, recordando lo soñado como vivido; luego me doy cuenta de que no era real, solo una fantasía onírica.
El despertar, luego de un sueño agradable, siempre es nostálgico; uno quisiera prolongar la historia, que casi siempre queda trunca, sin un final completo y satisfactorio, parecido a un cuento con final abierto. A todos nos gustan las buenas historias con final feliz, sobre todo si somos intérpretes, principales o absolutos; sean románticas, eróticas o simplemente históricas, también pueden ser simpáticas o curiosas. Eso es lo bueno de los sueños: no tienen libreto previo ni son predecibles, aparecen y ya.
Todo este introito, viene a cuento por lo que me ocurrió ayer. Estaba en un lugar indescriptible por lo hermoso, por lo menos lo sentía así; estaba lleno de felicidad y no sabía el motivo, tampoco me interesaba saberlo, era feliz y punto. ¿Qué más se puede pedir? Lo vivía con una satisfacción plena, como si hubiera llegado a ese paraíso que todos tenemos en nuestro imaginario. Y lo importante: era consciente que no quería despertarme, deseaba que ese estado siguiera, in eternum.
En ese lugar paradisíaco veía algo que me llenaba el alma, no podría describir si era el lugar, que no tenía muy claro, o el entorno, que también era difuso; era una mancha, un borrón rosado en la bruma matinal, que me envolvía, me penetraba por ósmosis y me hacía ser parte de toda esa belleza; era como estar dentro de un cuadro, ser parte de eso que miramos y nos llena de emoción, sin ninguna explicación.
Esos son momentos mágicos, de los que no queremos salir, pero somos conscientes que la duermevela inspiradora nos preanuncia el despertar, desasosegado, nostálgico. Cuyo final, predecible, será la cotidiana y pedestre realidad.
¡Volvamos a soñar!
JSM

Estela
Estela
20-09-2012 19:13
PERIPECIA-CAIZAN

Un texto duro, intenso, que demuestra claramente esos lugares de clarooscuros, que tienen algunas vidas. Una descripción visual muy buena, de esas realidades que están muy cercanas a nuestra realidad.Lamentablemente, no hay que alejarse demasiado de ninguna parte, para que estas historias las veamos a diario.

ENTREVISTA DE TRABAJO- CASTELO

Un excelente trabajo, Antonio, donde muestras irónicamente esas realidades tan comunes en todos los rincones del mundo.
Una resolución "redonda" en ese final.

Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
caizán
caizán
05-09-2012 20:31
Gracias, Observador. Castelo, me hizo esa observación y algunos amigos también. Todos tienen razón; soy un ignorante gramatical y sintáctico. Lo asumo y no me ofendo. Algunos textos fueron corregidos por un amigo,después no se los llevé más - por respeto a su tiempo. Tampoco aprendí, ni me ocupé de hacerlo. Es una asignatura pendiente. No me molesta para nada tu observación. la agradezco de todo corazón, porque sé, que esta hecha con buena voluntad y respeto.¡Gracias!
Observador
Observador
05-09-2012 14:47
PERIPECIA - CAIZÁN


Es un relato social muy interesante, cargado de un gran sentimiento. Entre los aciertos destacaría la profundidad que tiene el texto. Está bien llevado y el final sorprende al lector. El principal defecto que tiene el relato, a mi entender, son los errores de puntuación en algunas frases, ya que el autor separa mediante comas el sujeto del predicado, algo que, según las normas de puntuación de la RAE, no se debería hacer, debido a que corta innecesariamente la frase. Por ejemplo:

La cama, eran listones de madera apoyados sobre ladrillos

Él, cartoneaba más horas para no estar en la casa, ella, se fue abandonando cada día un poco más

Él, la estranguló.


Copio la norma de la RAE que lo especifica:

Sobre la prohibición de puntuar entre sujeto y verbo no hay dudas en la nueva normativa, aunque no se mencionara en las anteriores. La normativa última de la Real Academia (1999: 63) advierte: "Debe evitarse separar el sujeto y el predicado mediante coma".


Me gustaría aclarar, para evitar malentendidos, que las correcciones que hago de los textos de los compañeros están hechas con la mejor intención. Son críticas constructivas, cuya única finalidad es ayudar, en lo que esté en mi mano, a mejorar los relatos.
Observador
Observador
05-09-2012 11:49
ENTREVISTA DE TRABAJO - CASTELO


Un relato con mucho sentido del humor y un final contundente. Bien llevado, refleja la difícil situación laboral que está atravesando nuestra sociedad. A destacar el estilo sintético con que está narrado, tan característico de Antonio. Va al meollo de la cuestión sin necesidad de recrearse en vericuetos innecesarios. Me gustó.
caizán
caizán
03-09-2012 22:00
PERIPECIA

Sentado, en soledad, en el silencio ominoso de esa pobre casilla sin terminar, como su vida, miró sus manos;
miró sin ver; era un acto reflejo. Estaba vacío, sin pensamientos, sin sentimientos; todo él pendía como un globo desinflado, sin contenido; algo lo había hecho explotar.
No tenía conciencia de lo ocurrido en ese atardecer, húmedo, lluvioso. Se levantó, fue hasta el balde y comenzó a lavarse las manos; automáticamente. No hubo ninguna orden cerebral que así lo dispusiera, tampoco estaban sucias. Era un mandato ancestral de Poncio Pilato, las restregó largamente dentro del agua, las secó despaciosamente y caminó, lentamente, hacia la puerta. Había dejado de llover y a lo lejos apareció el arco iris.
Maravillosos colores: amarillos vibrantes, espléndidos azules, naranjas cálidos y verdes vitales estaban frente a él pero seguía sin ver; sus ojos vagaban pero el diafragma de su mente no permitía imprimir nada de lo que miraba.
No tenía conciencia que había emprendido un camino sin final feliz. Su vida había hecho implosión y a partir de ello, se había vaciado de contenido. Su respiración era corta y poco profunda, no estaba oxigenando bien. Encendió un cigarrillo, el humo al penetrar profundamente, lo hizo toser y lo obligó a aspirar mayor cantidad de aire, relajando el diafragma. Comenzó a darse cuenta. Reconoció su barrio, ni siquiera era una villa, era un pobre y solitario asentamiento con pisos de tierra apisonada, con paredes de madera, chapa y cartón; apretujadas entre sí para defenderse del mal exterior, del único lado que podía venir el mal: DE AFUERA; la policía, el municipio, invasores “extranjeros” de otras villas. Todos venían para lo mismo, por distintas razones pero para lo mismo: ECHARLOS. Ellos eran los modernos troyanos que trataban de mimetizarse, para no ser distintos, en busca de una inclusión rechazada sistemáticamente por los glóbulos blancos de la sociedad; por ser parte de la grey sin pertenencia social alguna, de las que pululan afuera y adentro de toda gran urbe que se precie de tal.
A medida que pitaba, el humo le expandía los pulmones y levantaba el velo de su mente, empezó a ver el entorno de casuchas sin terminar, como la suya, mono ambientes; cocina, comedor, dormitorio; todo en quince metros cuadrados, techo de chapas viejas y afuera, un retrete de un metro por un metro.
Sin agua, sin cloacas, sin luz eléctrica y con una garrafa con gas, que alimentaba la cocina, la estufa y el sol de noche. La cama eran listones de madera apoyados sobre ladrillos, para separarlos del piso y sobre las maderas un colchón que había encontrado en la calle, en su diario corretear de cartonero. En la cocina: una mesa y dos sillas. Los cajones de manzana eran alacenas y el papel de diarios, las cortinas.
El cielo se fue abriendo y la luz que bajaba le hizo ver el arco iris. Hacía cinco años que Sara y él se habían juntado, se conocieron en otra villa, con matrimonios infelices y huyeron hacia adelante buscando la felicidad, esa vieja zanahoria con la que los políticos de turno los llevan de las narices y ellos los siguen porque el que nada tiene mucho espera y con poco se conforma. Arman y desarman parejas porque creen que pasión y amor son sinónimos, ignoran que son antónimos, ni siquiera es una regla que tiene sus excepciones como si lo fuera; cuando muere la pasión no queda el amor. Viven el día fraccionado, con más tensiones que alegrías; el futuro no existe, pensar el día siguiente ya es un proyecto importante, que quizás antes que comience lo tienen que cambiar. Estaba pensando, eso era malo; no quería pensar. Todas sus desgracias le ocurrieron por pensar: su pequeña hija se murió pensando que lo que tenía era pasajero, cuando decidió llevarla a la salita, más de tres kilómetros, la encontró cerrada, después le explicaron; nadie quiere quedarse de noche, sin médico, sin remedios, sin movilidad; una vieja enfermera que trae de su casa el algodón, el alcohol y recibe “la bronca” de la gente desesperada que viene en busca de ayuda.
Todo cambió, él, Sara. Todo cambió, no se buscaban, eran dos extraños que convivían en una miseria desesperada, la muerte de Jezabel les hizo ver su realidad. Él cartoneaba más horas para no estar en la casa, ella se fue abandonando cada día un poco más, al final ni la comida hacía. Y luego entró la rival invencible: LA CULPA. Sara le enrostró la muerte de Jezabel, primero con dolor, luego con odio. Al final lo atacó con un cuchillo, lo quería matar.
Él la estranguló. Esa fue su peripecia. Estaba muerta sobre la cama. Pensó que en su vida no hubo ni un asomo de grises indecisos ni mestizos marrones. Oía la sirena del coche policial. Pensó… que no debía pensar. Seguramente los vecinos fueron al destacamento a denunciar el hecho ¡Qué rápido!
Cuando llegó la policía se dio cuenta que tenía el reloj adelantado una hora y media.
JSM
caizán
caizán
10-08-2012 19:35
ENTREVISTA... - Castelo
Me gustó mucho, sobre todo por el humor del texto y la humorada final, muy buen remate final. Es bueno saber sonreir, no todo ha de ser tragedia en nuestros textos. Te felicito.
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