RAYUELA
RAYUELA
COMUNIDAD LITERARIA
Conéctate o Regístrate
Email:
Contraseña:
Mantener conexión
Registrarse
Últimos comentarios
Eratalia
Eratalia
"Y tienes que seguir y seguir y seguir..."
15-06-2025 16:54
Sin foto
Gregorio
"Gracias, Eratalia. Aquí voy poco a poco escalando .."
15-06-2025 16:47
Eratalia
Eratalia
"Unas parrandillas para todos ustedes.Si la inspira.."
14-06-2025 09:58
Eratalia
Eratalia
"Mira, qué bien encontrar a Gregorio aquí y tan ani.."
14-06-2025 09:56
Sin foto
Gregorio
"Hola, Adolfo. Últimamente estás recibiendo mucha c.."
13-06-2025 18:53
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
"Hola, Adolfo, compas y compis: Como cantaba Labor.."
12-06-2025 10:47
Eratalia
Eratalia
"Y yo me pregunto qué habrá en esa cabecica para es.."
11-06-2025 12:41
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
"Yo, Adolfo, al contrario que un tal Picasso (fue u.."
11-06-2025 00:23
Eratalia
Eratalia
"En un ataque de nostalgia y otro de ocio salvaje, .."
10-06-2025 13:39
Eratalia
Eratalia
"¡Ay, qué lástima de vida! (Villanela)Hoy me encuen.."
10-06-2025 13:05
Usuarios más activos
Rodrigodeacevedo
Rodrigodea.
 
2.833 Comentarios
Jose Jesus Morales
Jose
 
1.547 Comentarios
Eratalia
Eratalia
 
1.439 Comentarios
Estela
Estela
 
1.088 Comentarios
Gregorio Tienda Delgado
Gregorio
 
1.027 Comentarios
jota jota
jota
 
975 Comentarios
caizán
caizán
 
527 Comentarios
Des
Des
 
446 Comentarios
juan fozara
juan
 
436 Comentarios
Observador
Observador
 
355 Comentarios
CONECTADOS
71 Usuarios registrados
12.859 Comentarios creados
0 Usuarios conectados
Estadísticas
Nº Páginas Vistas

Nº Usuarios
Enlaces útiles
· Diccionario de la RAE
· Diccionario de sinónimos y antónimos
· Buscador de ideas relacionadas
· Contador de sílabas en poesía
· Diccionario de rimas
  
VAMOS A CONTAR HISTORIAS.
Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
01-02-2017 14:31

LOS EXILIADOS

Salían de la noche para volver a la noche. En silencio, bultos informes arrastrándose entre la espesura del sotobosque. Ellos, los expatriados, las víctimas inocentes de la guerra. Ausentes de ilusiones, tan sólo el deseo de sobrevivir les mantenía en su marcha hacia el exilio. Ya no eran seres humanos; eran un montón de harapos que cobijaba apenas algo que acababa de recorrer miles de kilómetros, buscando una falacia: la felicidad en un país rico. Evitando el foco de luz que de modo intermitente trataba de sacarlos de una oscuridad voluntariamente pretendida, aquel grupo de seres humanos encontraba en su caminar nocturno alguna seguridad para evitar ser localizados. La consigna era no dejar huellas de su paso; cuando a las primeras luces del día se ordenaba parar la marcha los más capaces buscaban el refugio más adecuado para pasar inadvertidos las horas de luz.

Cuando llegaba la noche se limpiaban con todo cuidado los restos de la jornada clandestina y se sumergían de nuevo en la oscuridad. A pesar del frío insoportable, nada de fuegos, nada de hogueras delatoras; arrebujados unos contra otros se daban entre ellos el mínimo calor que impedía morir por congelación. Eran pura voluntad de supervivencia. Pero al final, en aquel nuevo país, les esperaba una vida próspera. Trabajo, paz, futuro... Podrían reclamar a sus hijos que ahora, por pura estrategia de huídos, habían tenido que abandonar en el país en guerra. Allá, olvidados en campos a los que todavía no habían llegado el pillaje y las bombas, en manos de algún pariente solidario, esperaban que sobrevivieran hasta que ellos, los hombres y mujeres del exilio, preparasen el nuevo hogar.

Habían dejado los hijos y las canciones; se llevaron tan sólo la esperanza y algún disco con su música de siempre, la que les nacía del alma y les movía a la alegría de vivir. Ellos, los exilados. No podían desfallecer; el recuerdo de los horrores vividos era demasiado intenso como para mantenerlos afanosos en la huída. Los inesperados bombardeos, la súbita aparición de las patrullas de partisanos, también hambrientos, también desesperados, que no preguntaban a qué facción pertenecía aquel pueblo; sólo robaban, sólo mataban, sólo violaban. La sangre latía en las sienes con violencia; el ansia era combatirlos, exterminarlos; sabían de las atroces represalias a quienes se resistían, pero sin líderes, sin armas ¿qué otra cosa podían hacer más que someterse o, como habían hecho, organizarse para huir?

Los dulces campos de la patria ya no eran la rumbosa ofrenda que gratificaba la entrega y el esfuerzo. Eran, ahora, cobijo del enemigo, traición en las viejas casas, un paisaje hostil que los rechazaba. Huir, sabían de otros países donde las noches eran plácidas; allí habían llegado antes algunos de sus paisanos, países donde la mayor riqueza era la paz que aquí no tenían. Había que llegar a ellos. Pero las dificultades eran grandes, casi insuperables. Se habían alzado muros de violencia donde antes había sólo fronteras. Después de arrastrarse entre malezas llegaban a las alambradas metálicas rematadas con concertinas. Sabían que los pocos que lograsen traspasarlas sería a poco capturados por la policía. Y allí, en aquel país soñado, en aquel país en paz, serían encerrados en campos de concentración como estancia previa a la deportación. Sabían de acuerdos, de firmas de tratados, de buenas intenciones para con ellos, los exilados. Pero también, algunos, habían visto trenes con los que volvían a ese trágico destino de los vencidos: la humillación y, en muchos casos, la muerte. Pero había que seguir; esos negros pensamientos no podían tener cabida en sus almas. Tenía que ser cierto: en algún lugar de este convulso mundo se tendría que poder vivir en paz. Y allí tenían que llegar ellos.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
31-01-2017 21:56

El hallazgo.- Estela. COMENTARIO.

Un relato en el que Estela mezcla con sabiduría la intriga casi policial en una trama de perseverancia y constancia humanas cuando se trata de conseguir un objetivo, de esos que algunos llaman imposible. Una meticulosa y concienzuda investigación acerca de un trozo de plano encontrado por azar en una búsqueda bibliográfica, proseguida con la paciente averiguación entre los vecinos da como resultado la solución de un viejo crimen que sólo dejó su huella en las lágrimas de una pobre anciana que lo guardaba en su corazón. Podría hacerse otra lectura, por elevación, com o una metáfora de la riqueza que guardan los libros, riqueza que requiere, como los viejos tesoros, paciente búsqueda ue suele ser gratificada con nuevas sabidurías. Excelente, Estela. Gracias por este regalo.

La encrucijada de las circunstancias. J.J. COMENTARIO.

Naturalmente, querido J.J., la calidad de tu relato disculpa cualquier exceso en su extensión, que tampoco es tanta. Me imagino que nos has querido trasladar a los lectores una situación, dramática, de las que hoy día se están viviendo tu país. Si no estuviesen los datos precisos de los nombres de algunas calle podría ampliarse este apocalíptico paisaje a muchas de las ciudades “pacíficas” de nuestro civilizado Occidente. Incluso podría verse en él el trasunto de algunas películas magistrales que describen el terror urbano, el caos que parece inminente factor común a las grandes aglomeraciones urbanas. Violencia callejera, terrorismo, vandalismo gratuito... La ciudad como caldo de cultivo de la brutalidad residual del ser humano. Excelente relato para hacernos meditar, aunque la panorámica del futuro sea todavía más sombría.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
31-01-2017 21:16

Gracias, J.J. por animarnos a retomar el ritmo de este hilo. Aquí decimos "febrerillo el loco", por su cambiante climatología. A ver si nos contagia y es éste el mes de los relatos locos, audaces, supremos...
Mis palabras:

FAMILIAR
Del lat. familiāris.
1. adj. Perteneciente o relativo a la familia. Una costumbre familiar.
2. adj. Conocido previamente. Su cara me es muy familiar.
3. adj. Dicho del trato: Llano y sin ceremonia.
4. adj. Dicho de una palabra, de una frase, del lenguaje, del estilo, etc.: Natural, sencillo y propio de la conversación normal y corriente.
5. adj. Dicho del envase de un producto comercial: Que tiene un tamaño superior al normal y resulta, generalmente, más económico.
6. adj. Dicho de un vehículo, especialmente de un coche: De gran capacidad y con el portaequipajes trasero incorporado al habitáculo.
7. adj. Dicho de un rasgo normal o patológico: Que se repite dentro de una familia.
8. m. y f. Pariente o deudo de una persona.
9. m. Eclesiástico o seglar que acompaña o asiste a un obispo.
10. m. Sirviente de la comunidad de un colegio.
11. m. Ministro del antiguo tribunal eclesiástico de la Inquisición que estaba presente en los prendimientos y en otras misiones.
12. m. En la orden militar de Alcántara, hombre que por afecto y devoción era admitido en ella, ofreciendo gratuitamente, de presente o futuro, el todo o parte de sus bienes.
13. m. Persona que tomaba la insignia o hábito de una religión, como los hermanos de la orden tercera.
14. m. Demonio que se suponía tenía trato con una persona a la que acompañaba y servía.
15. m. Persona que tiene trato frecuente y de confianza con alguien.
16. m. desus. Criado doméstico.
demonios familiares.

CIRCUNSPECCIÓN

Del lat. circumspectio, -ōnis.
1. f. Prudencia ante las circunstancias, para comportarse comedidamente.
2. f. Seriedad, decoro y gravedad en acciones y palabras.

Me pongo con el relato último de enero. Feliz semana a todos...

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
31-01-2017 19:36

A las puertas de febrero, los carnavales y las máscaras, aunque máscaras tenemos todo el año, basta con ver los noticiarios. Hay que proponer palabras para el próximo texto, a escribir entre los primeros quince días del mes. Propongo:

Esencia

Gota

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
30-01-2017 21:45

Canción. Disco. Foco. Huella. Modo. Rumbosa. Sien.

La encrucijada de las circunstancias


Apenas oscurece la ciudad se apresura y guarda un silencio cómplice. Antes de las seis de la tarde, con anticipación a las sombras el instinto se inquieta, la sangre se agita, se dispara el pensamiento, y una urgencia enfermiza nos recorre el cuerpo, el miedo obliga apresuradas retiradas con el único fin de salvar la vida.

Cada día conocemos incontables historias: De un amigo, un conocido, un familiar. ¡Temerarios! que no quisieron oír los insistentes ruegos de una madre, las súplicas de una esposa, la advertencia de una novia que deja al descubierto un amor genuino para implorar:
No te dejes alcanzar por las sombras.
No regreses tarde.
Son innecesarios los riesgos.
No hay necesidad de permanecer en la calle después de las tempranas siete de la tarde.

Quien tercamente insiste en no oír consejos, en no tomar las debidas precauciones ante el enorme riesgo de una ciudad tóxica, inevitablemente es alcanzado por la mano desnuda del horror.

Hoy las circunstancias dictan un rumbo diferente a las estrictas costumbres que mantengo para preservar la vida. En la puerta de la Oficina me detuvo el jefe y dijo: Necesito que revises este inventario, me entregó un disco, y agregó: Cuando termines déjalo en mi escritorio. Esos pocos segundos fueron suficientes, todos salieron en desbandada. La rabia, el silencio y el miedo se quedaron conmigo.

Revisé el archivo, hice las correcciones necesarias y cumplí con las instrucciones lo más rápido que pude. Eran las siete y media de la noche cuando dejé la Oficina, en la gaveta de mi escritorio y con llave se quedaron mi reloj, el celular, las llaves y mi cartera. En los bolsillos guardé mi cédula de identidad y suficiente dinero para pagar los pasajes. Pocas precauciones contra el miedo que me arropa.

En la calle la oscuridad es total, ni un solo foco está encendido, camino aterrado hasta la Avenida Baralt, las luces de los carros que pasan son los destellos que la iluminan, en la parada del autobús tampoco hay nadie.

En la noche el temor escarba con insistencia en los corazones, siluetas deformes se deslizan entre grises, crecen en estas sombras las amenazas y ya no hay tiempo de lamentarse, todos mis sentidos están alertas y me consume el pánico. Finalmente respiro en el momento que se detiene el autobús.

Al entrar siento que los pasajeros me observan intentando descubrir mis intenciones. Una estridente canción rumbosa suena en la radio. Me siento al lado de una señora que protege una bolsa plástica con dos panes. La gula me delata, tengo un mes que no encuentro pan. La mujer comenta: Pase dos horas en una cola para conseguirlos, me vendieron únicamente dos.

El autobús sigue la huella de una ruta establecida de antemano. Antes de llegar a Quinta Crespo se montan tres muchachos, no nos dan tiempo de sorprendernos y a modo de advertencia cada uno muestra una pistola. Con insultos y gritos exigen que les entreguemos el dinero, los celulares, arrebatan los relojes, ninguno de nosotros lleva cadenas, ni aretes, ni joyas.

Un muchacho que ocupa el asiento de atrás se lanza por la ventana y lo atropellan al caer en medio de la avenida, la señora a mi lado abre el pan y temblando lo rellena como puede con unos billetes.

A esta peligrosa encrucijada llegué empujado por las circunstancias, me eligieron para un trabajo que no pude rechazar, inevitablemente pienso en la señora a mi lado y las dos horas en una cola por dos panes que la enfrentan al riesgo de perder la vida.

Aumentan los gritos y el miedo se desborda incontenible, uno de los ladrones se nos acerca, le entrego lo que tengo. Me pide el celular y a duras penas, en un murmullo, contesto: No tengo trabajo.

La señora a mi lado muestra la cartera abierta y dice llorando: No tengo dinero. El muchacho intenta arrebatarle el pan, la señora lo defiende con su cuerpo y con un llanto desesperado que parte el alma. Este desalmado acto me obliga a interceder y a pesar del pánico suplico: No le quites el pan.
El muchacho le arrebata el pan a la señora y me grita: ¡Cállate becerro!
Con la pistola me golpea en la sien.

Espero me disculpen el exceso.

Estela
Estela
30-01-2017 06:34

EL HALLAZGO
Caminaba por calle Corrientes; le encantaba entrar en las librerías de viejo, donde revolvía libros que estaban en oferta, muchos de los cuales eran verdaderas joyas para leer. En muchas se escuchaban DISCOS de vinilo, con CANCIONES de su juventud, y aún más antiguas.

Había un lugar especialmente, que le producía un encanto particular. Todo el entorno hacía que fuese posible trasladarse a principios del siglo 20. El MODO en que distintos FOCOS iluminaban sectores para atraer al visitante, y despertar su curiosidad era realmente magnífico.
Una vez más, entró allí; ya la conocían y en muchas ocasiones pasaba mucho tiempo revolviendo, inclusive leyendo parte de los libros, antes de llevárselos. Nadie la molestaba, aún cuando se extendiera durante horas en su búsqueda.

Encontró Historia de dos ciudades de Alejandro Dumas; la inundó la nostalgia, al recordar cuando era jovencita y lo había leído; al hojearlo, se cayó de entre sus páginas, un papel doblado.

Al recogerlo, observó que era un trozo de un plano básico,que, al mirar atentamente advirtió que era parte de un ángulo de la propia librería en que ella estaba.

Sin embargo, le faltaba una parte; le despertó una enorme curiosidad seguir buscando. Pero…¿dónde? ¿Desde cuándo estaba ese plano allí? Para qué? Quién lo había dejado?

Por más que intentó buscar en libros cercanos, no encontró nada; se fue a su casa, y durante varias noches, estuvo pensando de que forma podría encontrar la parte que faltaba; comenzó a acudir a la librería casi a diario, y comenzó una investigación minuciosa estante por estante, libro por libro. Aquello se le estaba convirtiendo en una obsesión, no había MODO de encontrarlo.

Más de un mes después, ya recorridos varios estantes, y muchos libros, se escapó de las páginas otro papel… Allí estaba!

Como llevaba encima el primer esquema, los acercó y vió que eran parte del mismo dibujo…pero… eso no era toda la estructura que ella veía; por el contrario parecía haber un agregado que no figuraba . ¿Una habitación detrás? Una puerta? Ella sólo veía una pared…delante de la cual había enormes estanterías.

Siguió durante meses y meses buscando la parte del dibujo que faltaba, y finalmente la halló. Se las llevó a su casa y al acercarlas, comprobó que efectivamente en el lugar que ahora estaba ESA pared, había dibujada una puerta.

Probó de golpear la pared, pero como hacía? Que podía lograr la mano de una mujer? Si la veía el dueño , le preguntaría que estaba haciendo.

Finalmente, decidió dirigirse a él y le preguntó :
- “¿Alquila Ud. aquí? “

Él la miró extrañado y le contestó:
-“ No, no alquilo, esto es parte de mi casa”.

-“ ¿ Y ha hecho Ud. alguna reforma?Vive sólo?”
Visiblemente nervioso, el hombre le preguntó:

- “ Soy viudo, señorita, pero…¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio? Qué le interesa si hice una reforma o no? ¿Y Ud no viene aquí a buscar y comprar libros? “

Hace meses que la observo
“¿Qué es lo que busca? Qué es lo que pretende?”

- “Sólo le pregunto si Ud. ha hecho alguna reforma, señor”

- Y yo le contesto:” Señorita, esta es mi propiedad privada, no voy a responder a sus preguntas” y le pido que se retire, y no venga a molestar con sus capciosas preguntas aquí; se ha convertido Ud. en una cliente no grata”

Ella se fue a su casa, sus dudas le hacían estallar las SIENES, ¿Por qué esos planos estaban ahí? Los había escondido alguien con el objetivo de que al encontrarlos (como lo había hecho ella) se pudiese denunciar algún delito? Pero qué HUELLA o qué pruebas podría encontrar?

Se preguntaba ¿Por qué el hombre se había puesto tan nervioso?¿ Realmente sólo estaba molesto? ¿NO habría sucedido algo con su mujer?
Intentó preguntar a los vecinos…pero…¿ en Calle Corrientes?

Nadie supo decirle nada; toda la gente que vivía en las cercanías eran personas jóvenes…

Finalmente, encontró en un departamento una pareja de edad mediana a los que les dijo que estaba haciendo una investigación sobre propiedades antiguas, y buscaba datos sobre la librería; vivía con ellos la madre de la mujer, una anciana de casi 95 años; preguntó si podía hacerle preguntas y al contestarles afirmativamente, le preguntó a la anciana:

- ¿Conocía Ud. a la señora del dueño de la librería, abuela?”
- La señora de inmediato se puso a llorar desconsoladamente; acudió su hija, quien le dijo:

“Se pone así cada vez que hablan de Marina, la mujer del librero ; eran muy amigas con mi madre desde hace años; venía muy a menudo por aquí, estamos a pocos pasos; pero un buen día, y misteriosamente Marina desapareció; el dueño de la librería nos dijo que se había marchado, porque habían decidido separarse y se había ido a vivir en otro país”.


Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
22-01-2017 13:21

La sintetica:

En la sien el disco de una canción rumbosa alumbra como un foco a modo de huella permanente.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
22-01-2017 13:20

Padrino: a diferencia de lo que usted cree, si pasará, Rodrigo y yo somos incapaces de hacer siquiera sonreir a los lectores de Rayuela y si usted no escribe corremos el riesgo de que el llanto se extienda y lo moje. Usted tiene el don del que carecemos nosotros.

Eratalia
Eratalia
20-01-2017 19:40

Hombre, Don Fozara, anímese usted, que me dan penica lo solos que están. Yo es que ahora no tengo la cabeza pa ná, ni para llevar sombrero. Y eso que con la que nos está cayendo viene bien abrigársela.


Con rimas y a lo loco
juan fozara
juan fozara
20-01-2017 11:26

Yo digo, no digo, cuento historias, no cuento historias, ¿escribo, no escribo? Tengo un poco de lío. Lo malo es que soy capaz de no escribir sin que me pase nada.
Recibí una atenta carta de Rodrigo que me hizo reflexionar. Mira que es fácil escribir, poner una palabra detrás de la otra y aún así...


" La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño ": Nietzsche.
<< Respuestas anteriores Respuestas siguientes >>
2025 Topforo.com | Aviso legal | Uso de cookies | Hacer foros | Foros Arte y Cultura(Cine,TV,..)