Aspectos teóricos, técnicos y prácticos de la escritura de ficción
Lidia Castro Hernando
06-08-2015 21:09
Muchísimas gracias por tu comprensión, Rodrigo.
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes
Rodrigodeacevedo
06-08-2015 20:42
Por favor, querida Lidia; siendo como eres la más asidua al portal en estos tiempos difíciles y tus aportaciones las más valiosas para nuestra iniciación en este duro "negocio" del escribir, no podemos permitirte excusas de este tipo. Todos necesitamos esos "espacios vacíos", esas ausencias justificadas que no nos excluyen de nuestro compromiso de continuidad en esta página.Te deseamos una total recuperación, tanto tuya como de la pobre computadora, que se sintió solidaria con su dueña.
Un cordial saludo en nombre de todos.
Lidia Castro Hernando
06-08-2015 15:59
Lista sumaria de errores con los que tropezamos con frecuencia:
Oír y escuchar. Cada vez se usa más el segundo verbo con el sentido del primero. Como dice el lingüista Martínez de Sousa, para oír sólo es necesario tener oídos sanos, pero para escuchar, debe prestarse atención, debe "querer oírse".
García Yebra lo resuelve al recordar una anécdota que le sucedió mientras daba una conferencia: «En cierto momento, se levantó una señora que estaba al fondo del aula y dijo "Señor García, aquí atrás no se le escucha". García respondió: "Si han venido a la conferencia es porque me escuchan, lo que pasa es que no me oyen". Estos son unos ejemplos de mal uso extraídos de la prensa española de esta semana: *Se escucharon unos disparos, *Podían escucharse voces supuestamente fantasmales. El "tema"de siempre. Un viejo conocido de todos. La palabra tema se ha convertido en una muletilla que sustituye, en función del contexto, a estas palabras: problema, asunto, cuestión, duda, razón, esquema, proposición, etc.: *Los ministros tratarán el tema del paro (problema); *Ése es el tema: votar o no votar (dilema, cuestión). Hay que recordar, además, que cuando la palabra tema va en femenino, como en el refrán Cada loco con su tema, sólo puede referirse a una obstinación, manía u obcecación por algo. El y/o. El lío, diría yo. No es raro leer en la prensa anuncios como este que recorté hace poco de un diario español: "Buscamos traductores y editores (sic) con dominio de inglés y/o francés". Con independencia del barbarismo -más grave por tratarse de una agencia de traducciones- de llamar editores a los revisores, es obvio que sobra esa anglicada conjunción y/o (and/or), que debería ser una simple "o". La connotación de la cópula española "o" no tiene un carácter tan excluyente como la inglesa "or", es decir: si escribimos "inglés o francés" no excluiremos de la selección de candidatos a los traductores que sepan ambos idiomas. Es por ello/esto... Por qué será que... Dos circunloquios. Como anécdota, recuerdo ahora que un dúo cómico español, llamado "Martes y Trece", además de parodiar a Julio Iglesias, Rocío Jurado y a cualquier famoso que se pusiera a tiro, criticaban con mucho humor la forma de hablar de esta gente... y del resto. Hicieron de la frase "Es por ello" su lema durante un tiempo. También le dieron un buen repaso al abuso del "gerundio de boletín" (citado en un número anterior de Apuntes) durante una temporada en la que sólo se expresaban con gerundios: "Bueno, nosotros yéndonos que teniendo prisa, eh".
Me he acordado de estos dos circunloquios que se encuentran con a veces en las traducciones porque estoy escuchando la canción "Eliminación de los feos" del Gran Combo de Puerto Rico, cuyo estribillo reza: "¿Y por qué será que los eliminan?". Pues esta fabulosa canción se ahorraría un par acordes si dijeran "¿Y por qué los eliminan?". Lo mismo le pasa a una canción del dúo Donato y Stefano en la que dicen "Es por eso que estando contigo, me siento como en verano"; con un "Por eso cuando estoy contigo..." bastaba. Incluso, inclusive e incluido. Un error abundante en el lenguaje hablado. Los dos primeros son adverbios y proceden del latino inclusus, pero actualmente no significan lo mismo. "Incluso" significa "con inclusión, inclusivamente", y "hasta, aun" cuando actúa como preposición: Incluso los hombres participaron; Le gustan los animales e incluso las plantas. "Inclusive" es un adverbio con un significado claro y único: "incluyendo el último objeto nombrado": Debe elegir un número del 1 al 9, ambos inclusive; Desde la época de Felipe III a Carlos III inclusive. Inluido es el participio del verbo incluir y significa "algo que está contenido dentro de otra cosa". Usos incorrectos: *Inclusive mi padre me lo advirtió; *Hay que tirarlos todos, inclusive el blanco. Múltiple/s. Adjetivo abundante en traducciones técnicas del inglés que está desplazando a adjetivos españoles como varios, diversos, muchos, etc. Su empleo no es erróneo, pero lo cierto es que en español no tenemos por qué restringirnos a este único término. Es normal ver este tipo de frases en manuales de informática: Puede imprimir múltiples copias; El programa acepta múltiples formatos, etc. ¿Alguno de ustedes que está leyendo esto suele decirle, por ejemplo, a un compañero de oficina: "imprímeme múltiples copias"?
Además, cuando múltiple se convierte en un elemento compositivo, es decir, en el sufijo multi-, debe formar una palabra en singular con su correspondiente plural: multimillonario/s, multinacional/es. Formas incorrectas: *programa multiusos.
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes
Lidia Castro Hernando
06-08-2015 15:52
Pido disculpas por no haber aparecido en tanto tiempo, pero estuve enferma y se quemó toda la computadora.
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes
Lidia Castro Hernando
07-07-2015 22:02
Buenísimo, Rodrigo. Es un nombre perfecto!!!
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes
Rodrigodeacevedo
07-07-2015 14:28
Precioso tema, Lidia. Podíamos incluir otro oxímoron que nos defina: "Rayuela silenciosa", que, como sabe todo el mundo, es un imposible metafísico.
Lidia Castro Hernando
03-07-2015 23:56
LA BELLEZA DEL OXÍMORON
Oximoron. El arte de lo contradictorio.
DEFINICIÓN
OXIMORON: (Del gr. oxymoron). m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej. un silencio atronador. (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua)
Como indica la definición, este tipo de palabras forman un nuevo sentido, pero a la vez se contradicen ellas mismas. Son muchos los escritores que se fascinan al construir este tipo de palabras, sin apenas darse cuenta, durante el transcurso de la realización de la escritura. Aunque la definición es bien clara, es mejor mostrar unos cuantos ejemplos para que lo veáis muchos mejor. Vamos a verlo:
Ejemplos:
• Amor libre
• Crecimiento negativo
• Casi terminado
• Joven maduro
• Muerto viviente
• Tarta salada
• Hambre de nada
• Mar dulce
• Enfermo saludable
• Cruel bondad
• Embutido light
• Alma negra
• Silencio atronador
Ejemplos de escritores:
Quevedo.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!
Sta. Teresa de Ávila.
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero
San Juan de la Cruz.
Que tiernamente hieres, soledad sonora, música callada
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes
Lidia Castro Hernando
25-06-2015 22:28
Esto es un poco largo pero merece la pena leerlo: ASPECTOS FORMALES DE LA NARRATIVA
La acentuación
Las reglas más sencillas de aprender son las de acentuación. Se conoce como acento el signo que se coloca sobre algunas vocales para indicar determinada entonación de una palabra. Pero el concepto real de acento va más allá del signo, bifurcándose académicamente en acento ortográfico, el que se escribe, y acento prosódico, el simple hincapié en la entonación de una sílaba. Éste es el más importante de conocer, dado que al aprender a localizar la sílaba en la que cada palabra se pronuncia con mayor énfasis brinda la posibilidad de saber cuándo el acento debe escribirse y cuándo no.
Todas las palabras contienen una sílaba en la que la entonación debe hacerse más elevada. Esto sucede por la dinámica misma que el lenguaje adquiere en boca del hablante: es inusual decir todas las palabras en un solo tono. La aparición del acento ortográfico, el pequeño apéndice que solemos colocar sobre algunas vocales, se debe a que, según la palabra que se escriba, la entonación puede dar uno u otro significado, o dar un significado real en un caso y aniquilar cualquier significado en otro. Si escribimos dolor cualquiera podrá comprendernos; si agregamos un acento y escribimos dólor, y de hecho lo pronunciamos con mayor énfasis en la primera sílaba, desaparece todo significado. Cuando alguien escribe terminó cualquiera puede entender que hay algo que llegó a su fin; si se escribe término, la referencia es al fin mismo, y no a la acción de llegar a ese fin. Si comprendemos estos hechos simples ya hemos cubierto el primer paso para dominar la acentuación.
Por otro lado, las palabras se dividen en sílabas. Las sílabas son las moléculas de las palabras. Si recordamos algunos fundamentos de física, una molécula es la partícula más pequeña que conserva los elementos existentes en una sustancia. En las palabras existe un elemento indispensable: las vocales. Las consonantes dan complemento a aquéllas, pero no se necesitan en todos los casos. Las palabras que sólo tienen una letra son todas con vocales, como las conjunciones o y e o la preposición a. Aún en el caso de la letra y, que puede ser usada como una conjunción, pierde su característica de consonante cuando es pronunciada sola, recuperándola cuando forma parte principal de una sílaba, como en yelmo o leguleyo. Así que la localización, en una palabra, de las sílabas, viene dada por la forma como la palabra es pronunciada. Existen pausas mínimas, casi imperceptibles, que ocurren cuando hablamos, y que son literalmente las fronteras que existen entre las sílabas. Cuando tenemos dudas sobre las sílabas que componen determinada palabra, las mismas quedan disipadas cuando la pronunciamos lentamente. Esas fronteras minúsculas aparecen de manera nítida y el concepto de sílaba toma, finalmente, forma. Las palabras de nuestro idioma tienen generalmente una, dos o tres sílabas, siendo menos frecuentes las de cuatro, cinco o más. No ocurre lo mismo en otros idiomas: el alemán se nutre de la unión de varias palabras para crear expresiones que para nosotros serían larguísimas. En castellano, cualquiera conoce palabras de muchas sílabas: un gran porcentaje de ellas son palabras compuestas. Submarino, agridulce, fundamentalmente, y en general todas las palabras que definen la manera en que ocurre algo, terminadas en -mente. Ya hemos cubierto el segundo paso.
Si prestamos atención, podemos localizar, en cada palabra que pronunciamos, una sílaba en la cual el tono de voz se eleva un poco sobre el resto. A esto los académicos le han dado el nombre de sílaba tónica, pues es la sílaba que lleva la responsabilidad de determinar el significado de la palabra, por lo que comentamos algunas líneas más arriba. La sílaba tónica diferencia a la palabra a la que pertenece de otras con ortografía similar. La localización con éxito de la sílaba tónica de una palabra es un ejercicio necesario para terminar el aprendizaje de las reglas de acentuación. En nuestro idioma elevamos el tono de la mayoría de las palabras en la última o en la penúltima sílaba. Si damos revista a todas las palabras que terminan en -ión —acción, organización, ilustración—, o a las que terminan en -tura —altura, cultura, pulitura—, podemos darnos una idea de la importancia de este hecho dada la cantidad de palabras de esta naturaleza que usamos a diario. También son muy comúnes, aunque en menor número, las palabras cuya sílaba tónica es la antepenúltima, como óvalo, áspero o sílaba, y muchas formas verbales cuando se pronuncian en segunda persona, como úsalo, alábale o amárralo. En nuestro idioma no se emplean sílabas tónicas más allá de la antepenúltima sílaba, excepto en ciertos casos de palabras compuestas que, si son bien analizadas, tienen una especie de doble acentuación, como especialmente —en cial y men.
Estas diferencias entre la posición que la sílaba tónica ocupa en cada palabra permite establecer una clasificación de tres tipos de palabras. A las palabras que pronunciamos con tono más elevado en la última sílaba se les da el nombre de agudas; las que tienen este tono en la penúltima, graves; y las que tienen el tono en la antepenúltima, esdrújulas. Son agudas palabras como parar y camión, aunque ésta se escriba con acento y aquella no, porque a ambas les damos mayor entonación en la última sílaba. Son graves, bajo las mismas condiciones, las palabras lápiz y huerto. Las esdrújulas, todas las esdrújulas, se escriben con acento, por lo que son las más fáciles de escribir correctamente. La misma palabra esdrújula es esdrújula. El tercer paso está cubierto.
Ahora bien, el problema con todo esto no está simplemente en saber cuál es la sílaba tónica de una palabra, sino en saber cuándo el acento debe ser escrito. Es lógico: aunque no sepamos cuál es la sílaba tónica de la palabra trato, no importaría porque esa palabra no lleva acento ortográfico y nadie se dará cuenta de nuestra ignorancia. El caso es que hay palabras que deben llevar acento ortográfico y si lo colocamos mal o lo obviamos, podemos no sólo delatar nuestro desconocimiento delante de quienes sí conocen las reglas de acentuación, sino además dar una idea errada de lo que queremos decir.
La presencia del acento ortográfico está determinada por la existencia de ciertas características en las sílabas que componen una palabra. En el caso de las palabras agudas, la regla más fácil de recordar es que toda palabra cuya sílaba tónica sea la última, y que termine en vocal, se escribe con acento. Lo cual puede ser simplificado así: toda palabra aguda que termine en vocal se escribe con acento. Es por esto que se acentúan las palabras maní, lloré y afiló. La otra regla concerniente a las palabras agudas es que toda palabra aguda, y que termine en n o s, se escribe con acento. Las palabras agudas que terminen en r, como los verbos —cerrar, matar, llover—, no llevan acento, pues no terminan en n ni en s. Es útil conocer esto, pues se suele cometer el error de escribir capáz cuando, al no terminar en n, s ni vocal, realmente no lo lleva. Mucha gente, cuando aprende estas dos reglas, se sorprende de que algo tan sencillo sea rehuido constantemente por considerársele algo muy complejo.
El caso de las palabras graves es opuesto. Las dos reglas que valen para las palabras agudas se ven ante un espejo cuando hablamos de las graves. En las palabras graves, la regla a recordar será que toda palabra grave se escribe con acento, siempre que no termine en vocal, en n ni en s. Por esto, se escribe el acento en las palabras revólver, pómez y lémur. Igualmente, por la misma razón, y contra lo que mucha gente supone, no se acentúa la palabra canon. Tampoco se acentúan las formas verbales tales como realizaron, lograron, llegaron, que muchos escriben realizarón, lograrón o llegarón, principalmente porque suelen confundirse con palabras agudas que si se acentúan, como realización.
Ahora que hemos comprendido estas reglas concernientes a las palabras agudas y graves, y recordando que absolutamente todas las esdrújulas se escriben con acento, ya hemos cubierto el cuarto y más importante paso en el aprendizaje de las reglas de acentuación.
El quinto y último paso es el que se refiere a las excepciones. Es el verdaderamente complejo, porque la mayoría de las excepciones a estas reglas aplican a casos específicos y no siempre es tan claro. Generalmente, las excepciones de acentuación vienen dadas por la existencia de palabras con dos o más significados. Las palabras de este tipo más fáciles de reconocer son los monosílabos. Éstos por regla general no se acentúan, pues se considera innecesario escribir el acento en una palabra compuesta sólo por una sílaba. Las palabras vio, dio y fue no se escriben con acento, al contrario de lo que la mayoría de la gente supone. Pero tomemos el ejemplo de la palabra más: escrito así, con acento, se refiere a una adición o a una mayor cantidad de algo. Pero cuando se le escribe sin acento es un sinónimo, de uso frecuente en literatura, de pero. Lo mismo sucede con te (forma pronominal de segunda persona como en te doy una canción) y la hora del té (la bebida). En palabras con más de una sílaba, el caso más claro es el de sólo (sinónimo de únicamente) y solo (sin compañía de ninguna otra persona). Las formas interrogativas añaden también sus acentos a las palabras de las que se valen: como, sin acento, se usa para comparar dos o más elementos (era rojo como la sangre), pero cuando escribimos cómo, con el acento, se pasa a inquirir algo. Esto es independiente de que en la oración existan signos de interrogación: lleva acento ortográfico la palabra cómo en estos casos: ¿cómo estás? y les diré cómo llegué hasta aquí. Aunque la segunda frase no es una pregunta, sino una afirmación, la misma encierra una forma interrogativa. Estos mismos ejemplos valen para quién y quien, cuándo y cuando, dónde y donde, qué y que.
El caso de porque también presenta algunas peculiaridades dignas de estudio. Porque es una palabra compuesta, creada con por y que. Cuando ambas se escriben juntas, porque, es una conjunción que antecede a la razón o motivo de algo. Decimos: llegamos tarde porque había mucho tráfico. Dos frases quedan unidas por porque, siendo la segunda una explicación del motivo de lo que ocurre en la primera. Pero existe un caso en el cual esta palabra se escribe acentuada, y es cuando funciona como sinónimo de razón o motivo. Esto suele confundir a la gente con la anterior acepción, pero en realidad la diferencia está en el contexto de la frase. Porqué con acento se usa, por ejemplo, en este caso: El profesor explicó el porqué de las bajas notas del curso. Lo cual no podría confundirse, bajo ningún concepto, con una conjunción que anteceda a la razón o motivo de algo. Separadas, por y que son usadas para otros fines. Con que sin acento, se usa para expresar la intención de que algo suceda de determinada manera. Por ejemplo, se puede utilizar en: Mis mejores deseos por que tenga una feliz navidad. También, en: El funcionario debe velar por que se cumpla la ley. Cuando se escribe qué con acento, sirve como forma interrogativa para inquirir la causa de algo. Como mencionamos en el párrafo anterior, una frase en forma interrogativa no necesariamente lleva los signos de interrogación. Son frases en forma interrogativa, usando por qué, las siguientes: ¿Por qué llegas a esta hora?, y El señor pregunta por qué no hay habitación.
Una excepción que no se debe pasar por alto es la que se aplica cuando las palabras este, esto, aquel y sus respectivos plurales sustituyen al sujeto en una oración, con la expresa finalidad de no volver a nombrar el sujeto. Normalmente estas palabras no se acentúan: este se debe escribir sin acento en este automóvil es mío. Pero en este caso: había un automóvil rojo y otro blanco; éste fue el que compré; se escribe el acento porque éste sustituye a el automóvil blanco. Algo parecido sucede con el y él: el primero se escribe sin acento cuando se trata del artículo (el automóvil) y con acento cuando sustituye al sujeto (él llegó ayer). También observamos esto con tu (tu casa) y tú (tú tienes algo), así como con mi (mi cuaderno) y mí (eso es para mí).
Hay otras dos excepciones importantes y se refieren a las palabras graves. Ya hemos visto que éstas no llevan acento ortográfico cuando terminan en vocal, en n o en s. Para comprender el próximo caso es necesario saber que las vocales se dividen en dos grupos: las vocales abiertas y las cerradas. Las abiertas son la a, la e y la o. Las cerradas son la i y la u. Cuando la palabra grave termina en dos vocales, la primera cerrada y la segunda abierta, y la sílaba tónica es la cerrada, se escribe el acento. Es el caso de comía, dormía o ganzúa. La otra excepción con palabras graves que queremos comentar aquí es la correspondiente a las palabras que terminen en n o s, siendo una consonante la letra previa a éstas. Por ejemplo, en bíceps o en fórceps. Aunque son graves y terminan en s, se acentúan porque la letra anterior a la s es otra consonante, en ambos casos la p.
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes
Gregorio Tienda Delgado
13-06-2015 12:22
Muchas gracias, Lidia, por tantas y tan valiosas aportaciones. ¡Pobre Werner! ¿Quién podría quererlo para su hija?
Un abrazo.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Lidia Castro Hernando
13-06-2015 02:37
A REIR UN POCO CON LOS ADJETIVOS PERSONALES
Werner era ignorante, inmoral, morboso, sórdido, mentiroso, feo, malpensado, sucio, execrable, pervertido, impuntual, lujurioso, porfiado, haragán, egoísta, académico, desordenado, inhábil, detestable, mezquino, huraño, holgazán, intrigante, creído, lascivo, desatento, inmundo, culturoso, avaro, libertino, altanero, traidor, coqueto, arrogante, soberbio, presuntuoso, insensato, trasnochador, malviviente, vanidoso, antipático, demasiado pagado de sí mismo, torpe, desconfiado, tramposo, estafador, avieso, desabrido, irascible, fatuo, obstinado, vicioso, displicente, mugriento, abstruso, depravado, cruel, chismoso, grosero, despiadado, soez, intrigante, presumido, testarudo, perverso, descarado, tacaño, glotón, vago, informal, quisquilloso, intratable, engreído, malicioso, suspicaz, malcriado, necio, entrometido, jactancioso, fullero, senil, descortés, atolondrado, fanfarrón, insufrible, terco, desleal, inmaduro, ruin, maleducado, simplón, incapaz, desvergonzado, pérfido, fluctuante, cargoso, lerdo, rústico, descocado, receloso, esquivo, hostil, atropellado, enredador, infame, adulador y malhablado. Es una suerte, hija, que no te hayas casado con él.
Somos lo que leemos: somos una multiplicidad de personajes