Libros, Excepción, Meteco, Película, Fotografía, Castañuelas, Ácana
Sobre las Pistas
Se volvió humo. Se hizo invisible, no me dejó siquiera el rastro de su perfume. La brisa suave que sopla desde las montañas adioses inusuales, terminó por disipar el humo en el que se convirtió y me quedé con los ojos asombrados, como meteco en tierras extrañas y desconocidas.
Me encerré sin esperanzas en un intento desesperado de darle espesor a los vapores de ayer. Retomé antiguas costumbres, regresé a esos viejos ritos que me fueron revelados por mis antepasados, con la promesa de mantenerlos en secreto y utilizarlos sin ninguna excepción para el bien.
Mantuve silencio y ayuné durante siete días completos incapaz de olvidar, con la intención de expiar alguna culpa si la había. Al séptimo día el correo me entregó un paquete, reconocí de inmediato su caligrafía perfecta, supe al instante que era de ella, pero el remitente me era totalmente desconocido.
Sin rasgar el envoltorio desenvolví el paquete, resultó ser un ejemplar de: La Soledad de los Números Primos. Extendí el papel de embalaje sobre la mesa y coloque al lado el libro. No podía apartar la mirada de la portada. En la fotografía, el rostro de una muchacha me miraba con ojos intensos y dulces.
No puedo decir en qué momento esos ojos se convirtieron por una especie de sortilegio en los ojos de ella, en esos ojos de largas pestañas enmarcados por cejas serias, en esos ojos de almendra inconfundibles, que ahora me miran y exigen con firmeza el cumplimiento de mis juramentos. Eran sus labios de níspero en una promesa muda.
Al abrir el libro encontré un cordel negro en forma de lazo. Estaba a punto sin saberlo de descubrir el enigma de su desaparición repentina. Este volumen es una excusa para dejar impresiones que puedan pasar desapercibidas ante cualquier revisión rigurosa, huellas que me permitirán seguir un rastro y encontrarla ¡rescatarla si es preciso!
Reviso con atención, busco alguna palabra subrayada sin éxito y encuentro una hoja seca que señala en la esquina superior derecha el número 35 de la página, continúo y aparece otra hoja en la página 51, pero esta dirige su punta hacia la izquierda.
Los recuerdos me asaltan como imágenes de una película y un detalle menor me lleva a una teoría descabellada: Los números de las paginas son las coordenadas de Teherán y las hojas secas que pensé eran de Ácana, son en realidad de jacaranda, que se ve mucho en esa ciudad. El cordón negro, que representa la autoridad y la intransigencia la amarra contra su voluntad.
Finalmente el título del libro me hace pensar que un primo la secuestró y hoy, que recibo el paquete es el día que se marchan.
Confirmo la hora del único vuelo a Teherán y compro dos boletos para un destino diferente, que parte una hora antes.
Llego al aeropuerto, hago trampas en el chequeo y a pesar de la burka y los trapos que la cubren, reconozco la intensidad de sus ojos persas, escoltada por dos hombres está sentada a la espera de ser llamados para abordar el avión, me acerco al caunter, hablo con el personal y hago sonar unas castañuelas, inmediatamente consigo que levante la vista y me reconoce. Camino de regreso a mi puerta de embarque y los parlantes anuncian con desesperación la salida del vuelo que tengo reservado.
Espero frente a una tienda, ella pasa a mi lado rumbo al baño, tomo su mano y corremos por los pasillos. Faltándome el aire entrego los tikets de embarque al personal y a la carrera cruzamos la puerta del avión que cierran de inmediato.