Recordatorio de recogida de palabras: al día y hora actuales faltan dos o tres palabritas de nada. Se ruega al personal interesado en cerrar el saco que deposite su óbolo en este mismo lugar como ofrenda a las musas impacientes.
caizán
14-06-2014 02:53
FRUSTRACIÓN
Es lo que sienten algunos españoles hoy.
Estela
14-06-2014 01:56
CARTAS.
Desde tiempo antes de pasar por el ZAGUAN de su casa Antonia venía pensando en ir de inmediato a la BUHARDILLA.
En sus largas caminatas por una PLAYA lejana a la que iba a menudo,soñaba en conocer mas sobre la ONTOLOGÍA de la vida de sus antecesores, después de todo, eran parte de ella misma.
Había encontrado en un viejo sótano unas cajas que tenían una enorme COSTRA de suciedad; a pesar de eso, había podido recuperar gran parte de esa correspondencia, cuentas. diarios y las había trasladado a la bohardilla.
Había cartas de amor, de galantes caballeros, y corazones destrozados de damitas a las que habían abandonado; como siempre sucede cada parte decía haber sido la perjudicada.
Ella en su búsqueda observó que resultaba muy extraña una de las muertes;había encontrado una carta que mencionaba a su tío Alfredo 80 años atrás, perdiéndose a un par de kilómetros de esa casa donde nació, cayéndose por un barranco; él siempre había vivido allí,y conocía perfectamente el lugar
Eso tenía todo los visos de un asesinato. Imaginaba a alguien empujándolo, una persona de la cual jamás hubiese desconfiado.
Llegó una vez mas a la buhardilla, miró los estantes, en los que todavía había una cantidad enorme de documentos sin explorar: pasó las manos por las cajas
No le preocupaba utilizar el poco tiempo libre que le quedaba en hacer esta tarea; para ella era muy interesante , y no ABUSABA del tiempo que tenía que dedicar a otras obligaciones,con las cuales cumplía a rajatabla.
Se sentó en el suelo, y abrió una de las tantas cajas que aún le faltaba revisar; en ella encontró cuentas, libretas, anotaciones y un atado de cartas, que comenzó a leer muy interesada. Las firmaba Lucía; entre las mujeres de su familia no había nadie que se llamara así, hasta sus tatarabuelas al menos.
La carta decía: “Alfredo, por qué no venís a buscarme? !Tenemos que casarnos! Estoy embarazada y mi hermano Juan está furioso contigo”
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Rodrigodeacevedo
13-06-2014 19:18
EL COMISARIO PIRIS.
(Es éste un personaje, el último en incorporarse, de mi exótico y nonato “Café Riga”. Lo reelaboro como relato de la semana y lo propongo para la posible “Galería de personajes”, si llega a cuajar la idea.)
El Comisario era, esencialmente, tristeza. La rezumaba. Alto, quijotuno, vestido siempre con traje oscuro, en el que se apreciaban, en codos y rodillas, los brillos que dejaba su uso cotidiano. Con grandes gafas oscuras, patillas agitanadas y bigotillo recortado, que amarilleaba sobre la comisura de sus labios donde, permanentemente, se alojaba la ruina de un pequeño veguero, este portugués silencioso y melancólico esparcía, con su sola presencia, una especie de niebla gris e informe que apagaba cualquier atisbo de alegría.
Cliente ocasional del Café, un ambiente tan propicio para compartir soledades con esa confianza residual que nos negamos a abandonar, silenciaba los corrillos más o menos jacarandosos cuando se aproximaba a ellos. Parecía imbuir una cierta docilidad en los alegres para acatar sus órdenes no dadas de guardar silencio y compostura.
Una noche, inesperadamente, nos solicitó, muy educadamente, permiso para compartir nuestra mesa. Sabedor del silencio reticente que su presencia producía, comenzó a hablar con voz muy grave y baja, intuyendo en nosotros condiciones para su confianza.
Pidió una taza de infusión de menta, a la que añadió un poco del inevitable orujo.
“Permitanme sólo unos momentos, señores; no quiero abusar de la confianza que me inspiran. Soy Manoel Piris de Guimaraes, ex-comisario de la Policía Política Portuguesa. Necesito participar con alguien mi íntima tortura. Dejénme compartir con ustedes mi lado más humano. Mi vida se resume en dos fracasos: uno, el final de la Dictadura de Don Antonio de Oliveira Salazar, que ha dado paso a esa institución odiosa y advenediza que es la República; el otro, el abandono cruel de la que fue la mujer de mi vida. El primero lo palié, de alguna forma, viniéndome a España. Aquí, buenos amigos de mis antiguos jefes están permitiendo que siga ganándome la vida, aunque muy modestamente.
Del segundo nunca, nunca, podré recuperarme. Jamás supe cómo la amaba hasta que se marchó. Soy un hombre rudo y duro. La ternura no me fue dada, como tampoco la crueldad gratuita. Pero lloré. Lloré muchas noches buscando su cuerpo, oloroso de romero y toronjil, entre las ropas ausentes. Me volví loco: la veía por todas partes; en los reflejos de los escaparates; en los vagos perfiles de otras mujeres; veía sus ojos negros, sus cabellos del color de la endrina. Todo mi mundo ordenado, racional y cartesiano, se hizo trizas. Cientos de erizos me habitaban.
Hasta que un día la ví: allá lejos, contra el horizonte de la sierra en la playa de Moel. Ví la exacta silueta de su cadera amplia y rotunda. Aquel monte era ella. Con mi mano extendida, los dedos temblorosos, recorrí sus formas contra el ocaso. Era ella y me llamaba, lasciva y entregada, como antes. La poseí por última vez. Luego, la noche nos disolvió. No me crean loco, señores. A veces estas cosas pasan.”
Todos guardamos silencio, impresionados. Pocas veces volvió por el Riga, pero siempre, cortésmente, nos saludaba con una leve inclinación de su sufriente cabeza.
Después supimos, pero no por él, por eso no puedo garantizar lo fidedigno de esta noticia, que vivía pobremente en una buhardilla del Casco Viejo. Alguna vez me acerqué hasta el zaguán de la destartalada vivienda, pero el agrio olor a verduras recocidas y a la miseria que trascendía desde los alojamientos -recordándome los conventillos bonaerenses que tan bien describe Sábato- me impidió seguir adelante. Por otra parte ¿que respuestas podría darle que justificasen romper su costra de soledad, su coraza de aislamiento frente a unas circunstancias que habían desmoronado ontológicamente su existencia, apoyada en principios que él había aceptado sin la menor crítica, sin rebeldía? Él, tan extranjero de cuerpo como de alma en este país vecino y cainita, puede que ya hubiese aceptado su fatalidad y mi visita fuese contraproducente. Dejemos al buen Piris con su doble duelo y sus esporádicas visitas al “Riga”.
Estela
13-06-2014 18:18
RIESGO/S
En un rato vuelvo con el relato con las palabras del viernes pasado, que lo tengo en "proceso".
Hace tanto que los tengo abandonados que no logro recordar mi contraseña para entrar
Ana Alonso
13-06-2014 17:08
MIENTRAS PERMANEZCA
La casa estaba generosamente destruida, desde la bohardilla hasta el zaguán. Sin abusar de la exageración, los techos goteaban en los rincones formando pequeños riachos en los pisos, que había que esquivar cuando la transitábamos los días de lluvia. Las costras de sus paredes imitaban figuras de todo tipo; algunas de ellas formaban continentes con sus respectivos países y provincias. En medio de la sala se destacaban Brasil y la República Argentina, con sus mares, sus playas y sus montañas. Eran peculiares mapas en los que jugábamos a rastrear parecidos, con la resignación y la complicidad que nos unía para sacar partido de aquello que más odiábamos. Si no hubiese sido porque no escapaba a los ojos de nadie que era un símbolo de decadencia, aquella casa podría haber alentado nuestras aptitudes artísticas, desde los dibujos que veíamos y que daban rienda a nuestra imaginación hasta la plasticidad con que podíamos haber aprendido métodos de trabajo intentando arreglarla, de haber tenido los materiales adecuados para realizarlo.
Pretender describir lo que esa casa significaba para nosotros sería más difícil y tedioso que leer un tratado de ontología. Sin embargo era nuestro hogar y expresaba sencillamente nuestra existencia; hablaba de sus habitantes con la propiedad que ningún ser humano tendría: bastaba verla para saber que nos sentíamos muy desdichados.
Parte de nuestra infancia y adolescencia transcurrió en esa casona antigua, que tratábamos de ocultar a nuestros compañeros de colegio dando vueltas inútiles antes de llegar a ella para perderlos en el camino y desorientarlos. Nos avergonzaba, así como nuestros zapatos demasiado gastados o los pantalones heredados de varios hermanos mayores. Sin embargo crecimos y nos fuimos alejando de ella, hasta casi olvidarla. De alguna manera, el afán de huir de sus habitaciones frías y sus patios sombríos había acelerado nuestra educación. Sus paredes deterioradas fueron las mejores maestras: nos enseñaron lo que no queríamos para nuestros hijos.
En este soleado domingo de otoño acabamos de enterarnos de que van a demolerla. Sin habernos puesto de acuerdo antes, todos pasamos por sus puertas para verla por última vez. Es que muy en el fondo, sabemos que ninguno de nosotros sería el mismo si hubiese habitado sus primeros años en otro lado. A ella le debemos lo poco o mucho que somos hoy. Mal o bien, nos cobijó bajo su techo y nos dio tiempo para crecer. Fue la forma gráfica del amor de nuestros padres: algo desgastado, triste, agobiado por la pobreza, pero siempre presente. Si bien su superficie era frágil y de apariencia endeble, tenía una estructura sólida e inalterable que los embistes que pudieran llegarnos desde afuera no lograban destruir.
Ahora, de pie frente a ella, nos despedimos con un tardío agradecimiento.
Gregorio Tienda Delgado
13-06-2014 12:45
abyección.
(Del lat. abiectĭo, -ōnis).
1. f. Bajeza, envilecimiento.
2. f. humillación.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
13-06-2014 10:29
Viernes de nuevo. Toda la noche en vela pensando en la palabreja de hoy. ¿A qué no sabéis que vocablo, término o sintagma nominal (!) se me ha ocurrido?
MUNDIAL
(Del lat. mundiālis).
1. adj. Perteneciente o relativo a todo el mundo.
2. adj. ant. Perteneciente o relativo al mundo humano.
3. m. Dep. Campeonato en que pueden participar todas las naciones del mundo.