Un trocito de alguien.

“ -¿ Cómo se aprende?
- En gerundio, haciendo”, dice una periodista entrevistada en la radio.

Poner la radio cuando me despierto, preparar un vaso de leche, sentarme cerca de la ventana y ver a los niños que van al colegio son pequeños actos que marcan el ritmo de mi existencia a diario.

Mi mente lúcida aún es capaz de sostener mi cuerpo envejecido por los muchos años que tengo.

Me gustaba aprender poemas de memoria cuando era joven ; “Tal vez una mañana caminando en un aire de vidrio…”, deje de representar mi vida, “la nada a mis espaldas, el vacío detrás /de mí”

Añoro con dulzura cuando mis hijos eran mis hijos , dejaron de serlo un día para representar su propia vida ,no me angustio, no me asombro, forma parte del encantamiento de vivir.

Conozco el sabor de la vida, la desnudez que vestimos y la soledad de estar sin ti , no tuvimos el tiempo suficiente, el que nos hubiera gustado.

Mi mirada recorre esta sala repleta de fotos , libros, pinturas, cajitas .
Nada de esto tendrá valor cuando yo no esté , sin embargo hoy representan mi vida en silencio porque no me hablan , no me escuchan , no me tocan.

-¿Para qué tantas cosas en la casa? ¿ por qué les concedes tanta importancia? guardas hasta las entradas de la primera vez que fuimos al cine, libérate de todo eso, no necesitas nada, los recuerdos están dentro de ti.

-Tal vez pierda la memoria y esas cosas me ayuden a recordar-, te contestaba yo.

El que perdió la memoria fuiste tú y las únicas cosas que te hacían recordar eran mis abrazos y mi voz.

Sé que mi muerte se acerca tanto si quiero como si no , tengo miedo, no sé qué pasará, lo que sí sé es que aprendí a amar la vida viviendo .

Apago la radio, busco una manta, empieza a hacer frío.

Eugenio Montale “Tal vez una mañana caminando en un aire de vidrio…”mi vida, “la nada a mis espaldas, el vacío detrás /de mí”

Gracias JJ, intento salir de los tanques de oxígeno que me han atrapado, tal vez esta sea una forma de volver a Rayuela.

( Lo escribí hace tiempo, casi lo olvido...)

Hoy aquí llueve ...

He llegado a casa, es un estudio pequeño , la anterior inquilina dejó algunos de sus libros , tal vez tuvo que partir apresuradamente o tal vez los dejo para mí, entre ellos encontré los diarios de Anais Nin, sonreí al verlos , ya sabes que los perdí en una de mis muchas mudanzas .Esa dulce sensación al tenerlos en mis manos de nuevo, me hizo dormir como una niña la primera noche que pasé aquí.

Cuando nos separamos entendí tu soledad y la mía, entendí que no basta con amar.

Ayer compré tu libro “Tiempo perdido”, no lo he abierto todavía y sé que ha llegado el momento de hacerlo:

“Para qué sirve el arrepentimiento, si no borra nada de lo que ha pasado .El arrepentimiento mejor, es cambiar” .

I
ESTA MAÑANA DE LLUVIA
“Como siempre recorrían la calles juntos , iban a la universidad……”

No me sorprende que inicies con esta cita , es tan tuya como de Saramago. Así comienza tu libro y así comienzo yo después de ti, cambiando de ciudad , de idioma, de trabajo.

Coincidimos en los talleres literarios , tú eras el profesor, el experto en Proust, era sábado, llegué la última , sentí tu mirada mientras me indicabas donde sentarme.

Había ido a los talleres por casualidad, nunca me había interesado por la literatura francesa , unos días antes en la biblioteca llamó mi atención un posters en el que destacaba la pintura de Salvador Dalí y uno de sus relojes blandos...

“ Bienvenidos a la bitácora de la biblioteca de Piedras blancas, este trimestre queremos daros a conocer a Marcel Proust y una de las más grandes creaciones literarias de todas las épocas “En busca del tiempo perdido…”.

Pensé que era el momento de hacer algo distinto, me sentía perdida y buscar el tiempo perdido se me presentaba como una señal .

Compré el libro esa misma mañana y esperé impaciente el inicio del taller mientras lo leía.

Me mirabas sin comprender nada cuando al terminar la clase te rogué que me acompañaras a tomar un café con la certeza de que lo ibas a hacer.

Durante semanas nos encontramos, nos reímos, descubrimos que a los dos nos gustaba leer poemas y correr bajo la lluvia...

Dos meses después me mudé a tu casa, parecía que empezara a vivir algo que me había estado faltando siempre, olvidé todos mis pasados .

Entré a formar parte de tus actividades literarias y sociales , descubrí que para ti eran los mismo, tu mundo estaba vinculado a la literatura , me costaba diferenciar si vuestra amistad era por ser escritores o sencillamente erais amigos desprovistos de la palabras escrita.

Comprobé como un escritor mediocre como muchos de los que conocí tenía un éxito incomprensible entre el sexo femenino , entre sus piernas y su corazón.

Siempre la belleza como idea , como exaltación, sublime , pura, la poesía es belleza ,comentabais cada sábado de invierno en tu casa ,mientras las botellas de vino se terminaban ,nadie esperaba que yo interviniera, apenas me conocían , mis silencios y que no me gustaba el vino ,era todo lo que sabían de mí.

La poesía es belleza, sí, pero también son gritos al borde de la locura, ladrillos muy rojos que brillan entre el cemento gris, abrazos rápidos , besos al aire, mares de sangre que duelen, preguntas que sólo pueden responder los muertos o los locos, dije.

Nunca me gustó ese mundo tuyo , rodeado de gente de palabras elaboradas ,recitando en muchas ocasiones poemas soñolientos y relatos que todos aplaudían sin lunas en sus ojos , sin estrellas en sus manos.

-Tengo que irme.- noté tu pánico .
-Tiene que haber una solución para nosotros .
-La única solución es que me vaya.
-La única solución es que te quedes.
-Ya me conoces, hay algo en mí que me hace seguir los caminos menos transitados .
-No renuncies a este mundo, podrías escribir, publicar.
...
El tiempo no se busca, se nos regala y a Proust no llegue a entenderle.

La fotografía

¿Cuántos recuerdos, cuántas emociones, cuántos detalles puede encerrar una simple imagen tomada al azar casi sin darnos cuenta? Detalles que ni siquiera aparecen en la foto pero que quedan retratados en algún lugar de la memoria con asombrosa precisión...

Tú estabas sentado a mi lado en aquel banco pintado de verde, bajo los árboles, descansando unos minutos de nuestra caminata. Hablábamos de tu siesta, de la modorra que te agarra a esas horas de la tarde incluso los días laborales. Decías que se te antojaba tomar un mate y rezongabas tiernamente por salir con una mujer a la que no le gustaba esa amarga infusión. Yo reía, pero pensaba en lo tonta que había sido al no aprovechar esa oportunidad de aparecerme en la Reserva Ecológica con el termo y el mate preparaditos para mimarte un poco. De pronto una pareja de torcazas apareció en escena y comenzaste a contarme sobre lo singular de su ritual amoroso; ambos reímos al ver que las palomitas ilustraban tu relato con el ejemplo. Yo sacaba fotografías, como siempre, a todo pequeño detalle que llamara mi atención y, mientras las torcazas se correteaban por el suelo, a un par de metros de nosotros apareció ella: la pequeña y muy inquieta libélula que no paraba de volar de pasto en pasto y que yo me empeñé en fotografiar.
Hoy, al ver la fotografía de aquella libélula, volví a sentir el calor de tu mano sobre la mía, volví a escuchar tu risa y tus rezongos, y hasta por un momento volví a mirarme en el cielo de tus ojos, suspirando amor, como si el tiempo no hubiera pasado, y tú no me hubieras olvidado.

Pues tampoco pensaba yo que iba a ser tan fructífera mi sugerencia. Vaya dos enormes relatos como comienzo de cosecha. Felicidades a sendos ambos los dos, Lluvia y J.J. por esas espléndidas aportaciones. Y felicidades a todos por encontrarnos ante tan magníficos textos. Que no decaiga la cosa...

Copio y pego según mi propia recomendación. Cuando lo escribí no existía el corrector y tengo problemas de puntuación y muchos otros. No se detengan en las criticas.

A s í la vida

En alguna parte alguien empuja un vaso, suspendido en el aire cae, viaja en arabesco, circunferencia, voltereta, para chocar contra el piso con un limpio sonido de cristales rotos. El cambio, la transmutación es inmediata. Con la mano desnuda quien intenta recoger ahora el vaso disperso por el piso, se encuentra de improviso las filosas aristas, abriendo, rasgando la piel, cortando la intención...
Así la vida
Roto el delgado, el frágil hilo de luz que nos ha ido cosiendo entre cielo y tierra, entre amor y odio, entre paso y carrera, entre cama y escalón. Quebrado el instante apenas perceptible, que separa la noche del día; con lágrimas y risas sobreviene de inmediato, invariablemente, una fórmula diferente para comenzar otra vez y andar lo ya andado, soñar lo ya soñado, vivir lo ya vivido. Desde otra perspectiva por supuesto. Un rincón más oscuro que el anterior o el centro mismo de nada...
Así la vida
En cualquier lugar avanzar contra el tiempo siempre en desventaja. Los zapatos gastados, comido el tacón; la pared despintada, viva la piedra como una llaga lacerada a golpes de sol, de viento; el picaporte roto, la puerta atascada. Estas y otras cosas nos miran desde sus innumerables nuevas formas el afán diario por vivir. Miran indiferente desde ese conjunto de cambios que se van aceptando, como cuando al final del camino, teniendo un pie en el abismo y otro en tierra firme, justo en el último momento, entre el vacío y el desconocido infinito cambias el rumbo, tomas una vereda sin olvidar por esto el trayecto…
Así la vida
Él: Sentado entre mesas, sillas y desconocidos, totalmente ausente del bullicio, se consume tal como el cigarrillo en su boca. Se hace por instantes más intensa la llama confundiéndose con el brillo de sus ojos, cuando sobreviene en pedazos cada paso del camino hecho ahora de recuerdos, de malos recuerdos. Se gasta inútilmente en el pasado con cada nueva chupada y no le encuentra salida al laberinto donde llegó empujado por los acontecimientos...
Así su vida
ELLA: desaparece a sorbos con el último café, una isla entre islas de desencuentros en lugares similares, más parecidos a sitios de olvido. Se gasta anónima con la mirada fija sobre la puerta cerrada en una espera sin razón y trago a trago pasa el amargo de una cita incumplida. Horas antes con un ritual casi olvidado se preparaba cuidadosamente.
Sentada frente al espejo comenzó despacio a iluminar con ilusión, primero los pómulos de un tenue rojizo, como el ocaso de un sol. En los ojos, luego de pensarlo, de dudar por un instante, un pálido violeta cómplice del tiempo, de las malas horas, los labios sonrosados para los besos y un aire de frescura en su cabellos cortos, negros todavía...
Así su vida
Se cruzaron en el misterio del silencio. Esa mañana amaneció para ambos de engaño, de calles regadas con basura y las afirmaciones tantas veces repetidas sonaron a presagio de lluvia, olieron a tormenta inminente. A desastre...
Así sus vidas
Caminó entre las mesas y sillas apretando entre dientes su mudo adiós, alisando con ambas manos el saco gris de los grandes encuentros, entre frases que se cortaban a su paso salía de este encierro despacio. Con la última chupada del cigarrillo, al voltear para despedirlo todo de una vez y para siempre, la encontró hundida en la noche, junto a la puerta, esperando.
Tomando aire, golpeando las palabras, mirándola fijo, despintándola, dijo:
De sol a sueño
De luna a ilusión
De día a fracaso
De noche a lágrima...
Así mi vida
Sin inmutarse siquiera ella contestó desnudando sus miedos, sin darle importancia, casi en un susurro, con dulzura, perdidas ya las esperanzas del encuentro.
De cita a espera
De tiempo a paso
De palabra a silencio
De comienzo a fin...
Así mi vida
Se cruzaron por un instante entre café y cigarro, guardaron algún secreto para no arrepentirse borrando los recuerdos, como bebiéndose, como fumándose.
Salieron juntos, con la obligada urgencia de la piel, sin conocerse todavía traspusieron sus propias fronteras y fueron a respirar la calle, para abrir un capítulo en la aventura de vivir. Se descubrieron las heridas, las marcas indelebles, los estigmas de un destino forjado.
Casi al amanecer tomaron el mismo rumbo, entrelazadas las manos y los sueños, confundieron los pasos, atropellaron las palabras, riéndose mucho abrieron noches y días completos...
Así la vida

¡Ajá! Así que quieren conocer a la romanticona que escribe en el foro que me vio "nacer"... Bien, va una de mis simplezas, uno de mis divagues melancolicotes, solo para que no me extrañen.

En pausa

Tenía por costumbre guardar el pasado en cajas que rotulaba con esmero para saber cuales eran las que no debía volver a abrir. A veces, algún ventarrón se colaba por las puertas siempre abiertas de su corazón y lo desordenaba todo.
Había ocurrido una vez más y era arduo el trabajo de volver cada caja con su respectivo contenido a su sitio: arduo, pero no imposible; solo porque “imposible” no era una palabra que incluyera su diccionario personal.
A punto de terminar con su tarea se detuvo en la caja que había dejado para el final, algo muy fuerte le impedía archivar ese pasado inmediato. Antes de tomar una decisión dio un último vistazo a lo que guardaba: cierto desorden de emociones, palabras, promesas, besos, caricias, lágrimas y risas, y un te quiero enorme que ocupaba muchísimo lugar. Optó por dejarla destapada, alejada de las demás, y la rotuló con dos palabras: "En pausa"

...Tal vez... mañana...

Los compromisos que hemos adquirido con nosotros mismos en "Vamos a contar Historias", "Taller de Relatos" y "micro relatos" los cuales tienen exigencias particulares en cada convocatoria y las respectivas criticas que debemos hacer como parte del compromiso de ser forista, creo que nos ha impedido ver otras opciones.
Tomando en cuenta lo que dice Rodrigo, podemos perfectamente colgar los relatos que tenemos como abandonados, que escribimos y estamos madurando o dejando descansar, o sencillamente los tenemos allí y cumplieron en su momento el objetivo que nos habíamos planteado.
Incluso no tenemos que hacer ningun esfuerzo intelectual adicional solamente copiar y pegar, esto nos permitirá la posibilidad de compartir con nuestros compañeros esas viejas ideas que tuvimos, obtendríamos criticas, que nos permitirían mejorarlos, pero fundamentalmente nosotros y quienes nos leen podemos observar el avance que hemos tenido en este oficio, compararíamos tanto ideas conceptos como estilos.
Es una forma que podría servir para rescatar de los plumones a Era, de los tanques de oxigeno a Despistes y a Ana de esa esquina de donde no ha podido salir.
Recuerden: copiar y pegar sin mayores complicaciones y a esperar a ver que pasa.Incluso trabajos que tengan de otros foros, y que algunos como yo no conocen.

Estoy de acuerdo con lo que dice Miguel sobre la finalidad de estos foros. La razón de que este hilo y otros como Relatos o Textos de humor estén tan abandonados se debe a la falta de comentarios. Ya he dicho, en alguna otra ocasión, que si introducimos un texto en un hilo y nadie nos lo comenta, nos desmotivamos y dejamos de frecuentar los subforos que no están regulados por una actividad. En los que hay una tarea acordada, como en Vamos a contar... o El Taller, parece como si los comentarios fueran más necesarios o estuviéramos más obligados a hacerlos que en los hilos sin una consigna establecida. Esto no debería ser así, pero lamentablemente es lo que está ocurriendo en la página.
Comentar textos siempre es una labor más ingrata y difícil que escribir. Además, hay que tener mucho tacto para no ofender con tu valoración al autor. La sensibilidad siempre está a flor de piel y, en la mayoría de los casos, encajar una crítica no del todo favorable sobre uno de nuestros trabajos no es sencillo.

Sobre este relato de Rodrigo quiero decir que me ha gustado bastante. Tiene un tono narrativo existencialista e introspectivo que es muy de mi agrado. He recordado el texto de Borges, creo que se refiere a El otro, en el que está inspirado. Gracias por compartirlo con nosotros, Miguel.

Estos hilos de "relatos", en general, están muy abandonados. Creo que estamos demasiado sujetos a la disciplina de los hilos de convocatoria regulada (Taller, Vamos a contar, etc.) y olvidamos, en mi opinión, la verdadera finalidad de estos foros: escribir y compartir libremente nuestros escritos. Y pienso, asimismo, que el acervo que guardamos en nuestros ordenadores es muy valioso y enriquecedor y merece la pena ser compartido al margen de nuestras participaciones en el resto de los hilos. Aquí os dejo un relato, ya antiguo, inspirado en la lectura de otro de Borges. Que os guste.

RETRATO AL ATARDECER.

Como en aquel relato de Borges, me ví cuando yo era como ahora es ese personaje que se sienta junto a mí en un banco del parque, en este atardecer de otoño; inquieto, rozagante, de veloces melenas de artista. Pareció como si el tiempo se doblase por alguna charnela desconocida y debido a la posición de ambos planos confluyentes, que creaban una especie de mundo especular, yo me reconociese en aquel joven apuesto como imprescindible habitante junto a él en un tiempo y algún lugar indeterminados e imprecisables.

Me veía, en ese ocasional espejo, demorando los inexistentes minutos, mirando el reloj, como esperando a esa mujer a la que siempre se espera, esa pequeña e ilusoria irregularidad que deforma nuestro universo con la fuerza inaprensible del amor. O tal vez sólo esperaba la hora del banquete, de cualquier banquete; al fin y al cabo la vida es sobre todo un banquete, aunque sólo sea platónico. Y nosotros los invitados por alguien desconocido, que nos ha introducido en la ceremonia a través de algún intersticio del tiempo, así, de rondón, sin nuestro permiso y contando -qué sabrá él- con nuestra complacencia.

Mi yo del banco contiguo, que debe ser, como yo lo fuí, persona educada y de principios, me saluda cortésmente. No nos queda más remedio; estamos solos en aquel tranquilo rincón del parque. El sol de atardecer nos unifica en su luz ya difusa y nos hace compartir el tibio calor con el que obsequia a los parcipantes del ágape universal. Y entonces se produce como una especie de poderosa disolución de ambas formas humanas: la mía actual, envejecida, encanallada y reticente a vivir novedades, y la suya, la que fuí yo en un tiempo ya confuso. Me encontré dentro de un espíritu conocido, terso, donde los dedos de mi experiencia podrían dibujar extraños laberintos que siempre conducirían, nos conducirían, a una misma, única e inexorable salida.

Creo que hablamos. Creo que él -mi yo de antes- también profundizó en mí, porque sus ojos se entristecieron. Supo de su futuro leyendo en mi alma ajada y cuajada de circunstancias inexpresables. Se levantó e hizo ademán de despedirse; había mirado una vez más su reloj. Yo también me despedí sin mucha convicción. Los planos del tiempo se extendieron nuevamente y nos dejaron, separados ya, con la sensación de ser univitelinos. Al retirarse dejó olvidado un periódico en el banco. Un diario de extrañas tierras, las tierras donde viví en mi juventud; “Ecos de sociedad”: Don X. de A. ha contraído matrimonio con la Srta. R. de P. en la Catedral de M.” Naturalmente era el inserto de mi matrimonio, en el que no fui feliz.

Cuerda floja

Paso a paso se fueron acercando el uno al otro.

Pasos lentos pero decididos, con algo de riesgo, pero pasos en los que uno confía por completo, apoyando todo el peso en unos de los pies descalzos para poder poner el otro por delante quedando un momento con tan solo un punto de equilibrio.

Los brazos abiertos y estirados para poder mantenerse en la cuerda y poder sentir la libertad y el viento en todos y cada uno de los recovecos del cuerpo, en tensión y a su vez relajado, disfrutando del momento.

Paso tras paso sobre la cuerda floja a demasiados metros del suelo, de la civilización. La vista fija en la cara del contrario, sus gestos, su sonrisa, su confianza. Sintiendo el momento y la cercanía cada vez mayor, acortando lentamente distancias.

Nadie les molesta, están solos, separados del resto del mundo, separados del bullicio de la calle que hay bajo sus pies, flotando sobre absolutamente todo o nada y con tan solo un objetivo por delante.
Acercarse lentamente, poco a poco, paso a paso, disfrutando del momento.

Solo ellos dos.