Bercimuelle
Un bonito pueblo de Salamanca
Conéctate o Regístrate
Email:
Contraseña:
Mantener conexión
Registrarse
Últimos comentarios
Sin foto
Rosa
"Buenos días quiero aportar lo que pienso sobre las.."
05-04-2024 14:43
Sin foto
Rosa
"EDUCACIÓN Y PRINCIPIOS"
02-10-2022 17:15
Sin foto
Rosa
"Buenas tardes, de todo lo que he leído, veo que se.."
11-11-2021 19:17
Sin foto
Rosa
"Buenos días, en mi opinión, voy a intentar explica.."
25-10-2021 10:25
Sin foto
Rosa
"Tenéis que saber que el ayuntamiento sí tiene dine.."
16-10-2021 22:19
Previsión del tiempo
Estadísticas
Nº Páginas Vistas
Actividad
20 Usuarios registrados
4.045 Comentarios creados
0 Usuarios conectados
  
ESPERPENTO NACIONAL
Sin foto
Un castizo
17-09-2016 09:02

De todos es sabido que el senado en si, es solo un "cementerio de elefantes" que solo sirve para un retiroo dorado y bien pagado, para aparcar a los que los partidos ya no saben que hacer con ellos, pues bien esas placidas siestas despues de haberse llenado con jugosas viandas de casa LUCIO a costa del bolsillo de los contribuyentes..con ronquidos incluidos ( vease al senador don camilo jose cela ) ahora ese sopor de huevos estrellados y raciones de callos se va a ver alterado . porque la transfuga RITA la van a llevar al gallinero o sea al GRUPO MIXTO, mezclada con comunistas y BILDU..cada dos por tres se vera una gorda vestida de rojo a bofetada limpia o agarrando del cogote, contra un abuelo con boina, que la llame gorda-paellera y pedorra fascista..menuda es la RITA , para repartir a los compañeros de escaño o lo que sea y a cobrar cada mes, mientras medio pais esta en la cola del paro

Sin foto
BERCIMUELLE
20-04-2017 18:45

ASÍ FUNCIONAMOS EN ESTE PAÍS..... COMO VAMOS A ACABAR CON LOS CORRUPTOS.... IMPOSIBLE........

El fiscal Anticorrupción que prefieren los corruptos

El nuevo fiscal Anticorrupción intentó detener parte de la operación contra Ignacio González; es el mismo fiscal que González quería en ese puesto porque consideraba que era próximo al PP

Hoy escribo dos artículos en Escolar.net: Llegaron con el tamayazo, se van detenidos por la Guardia Civil

Ignacio Escolar
20/04/2017 - 08:15h 
Compartir en Facebook


Compartir en Twitter

1. El recién nombrado Fiscal Anticorrupción, Manuel Moix, intentó detener alguno de los registros de la Guardia Civil en la operación Lezo contra Ignacio González y su presunta “organización criminal”. Los fiscales que llevan el caso se opusieron a la orden de su superior y le pidieron que la pusiera por escrito. Moix firmó la orden.

2. Los fiscales no se rindieron. Invocaron el artículo 27 del Estatuto de la Fiscalía, que regula qué debe hacer un fiscal cuando no está de acuerdo con la orden de un superior. Se usa en muy pocas ocasiones, solo en aquellas de gravedad. Con el artículo 27, obligaron a Moix a someter su decisión a una votación con el resto de la junta de fiscales anticorrupción. Allí, según ha contado hoy la SER, el Fiscal Anticorrupción perdió la votación y no pudo frenar la operación contra González con ese registro que quería impedir.


3. Ignacio González tenía el teléfono pinchado. Lo tuvo así durante meses. Las grabaciones van a ser muy útiles, al menos durante el tiempo en que González no sabía que la justicia escuchaba; hasta que recibió un chivatazo. Según figura en una de las grabaciones a otro investigado, González contó a su banda que un miembro del Gobierno le avisó.

3. En otra de las conversaciones, antes de que supiese que su teléfono estaba pinchado, el hoy detenido Ignacio González habló largamente con el exministro Eduardo Zaplana. Ya entonces González temía una investigación penal contra él. En esa llamada, en verano, González ya sabía quién iba a ser el nuevo fiscal Anticorrupción aunque aún faltaban meses para que se conociese su nombramiento, supuestamente. En la llamada, que está grabada, González le dijo a Zaplana que Manuel Moix era una persona próxima al PP, que le conocía bien de sus años en Madrid, y que estaría más tranquilo con él en la Fiscalía Anticorrupción.

4. Es cierto, Moix fue el jefe de una Fiscalía de Madrid muy amable con el PP. Es normal que Ignacio González lo prefiera frente a otros. Frente a cualquier otro, porque como Moix no lo hay. Fue la fiscalía de Moix quien intentó archivar el caso de los espías de Madrid. Fue Moix el que evitó que Rodrigo Rato durmiese en el calabozo. Fue Moix quien impulsó la acusación contra el juez Elpidio Silva por encarcelar a Miguel Blesa. Fue el mismo Moix el que rechazó acusar a Esperanza Aguirre cuando se fugó de los agentes de tráfico. Fue también Moix el que advirtió a los medios que estábamos publicando los Correos de Blesa de que “la mera difusión de esos correos podía tener encaje penal”, en vez de perseguir los delitos que estábamos dando a conocer con esos correos, como las tarjetas Black.

5. La Unión Progresista de Fiscales sabía de esta grabación en la que el detenido Ignacio González elogia a Moix. Antes de su nombramiento como fiscal Anticorrupción, esta asociación de fiscales avisó al Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, de que este audio más tarde o más temprano, cuando se levantase el secreto de sumario, se iba a escuchar, y que por tanto Moix no era el más adecuado para ese puesto. Pese a estar avisado de este escándalo –un corrupto elogiando al fiscal Anticorrupción–, Maza decidió seguir adelante con el nombramiento de Moix.

6. Todo esto, que acabamos de conocer, es el enésimo ejemplo de ese “hacemos lo que podemos” que le dijo Rajoy a Bárcenas cuando le pidió ayuda: de cómo el Gobierno utiliza todos los resortes en su poder para proteger a los suyos, para tapar la corrupción. Es tan grave que debería provocar la dimisión inmediata del ministro de Justicia, del Fiscal General del Estado y de este Fiscal Anticorrupción. Es tan grave que provocaría una crisis insalvable en el Gobierno, en cualquier otro país más normal. Es tan grave que no pasará nada, una vez más

Sin foto
bercimuelle
25-12-2016 20:00

El crecimiento de la ultraderecha en Europa
Rosa Regás, Escritora ( 23/12/2016 )

El título sugiere que alguna vez Europa ha sido de izquierdas, pero no hace falta ir demasiado lejos en el pasado para darnos cuenta de que no es exactamente así. No quiero decir que no haya habido movimientos de izquierda, revolucionarios, que se hayan gestado en Europa y proliferado sus seguidores en ella, pero si exceptuamos los años de la Revolución Francesa, la izquierda europea es más bien escasa en experiencias de gobierno y en victorias electorales.

Sin embargo, no puede decirse que durante los siete u ocho últimos siglos muchos de los países que la conforman hayan estado bajo una dictadura de derechas, pero si lo estuvieron bajo una de izquierdas que en lo que se refiere a métodos y formas de gobierno, difieren en muy poco. Estos países del Este y algunos del Oeste son hoy los estandartes de los comportamientos y gobiernos más a la derecha que conocemos, desde los años del gobierno nazi.

Decía Kapuściński que un país como Polonia, o como cualquier otro que haya estado bajo dictadura durante tantos años, necesita al menos un siglo para recuperar la normalidad. De ahí que todos ellos, incluido el nuestro, es como si hubieran heredado la admiración y obediencia a la autoridad sin límites que se les exigía, el feroz nacionalismo sobre el que el régimen pretendía fomentar el orgullo patrio y ensombrecer y hacer olvidar sus carencias, a lo cual añadían el miedo y el odio al enemigo que casi siempre consistía en lo que representaban el forastero, el extranjero “el otro”, ya fueran países o ciudadanos de distinta nacionalidad, color de la piel o ideología, que mantenía a raya cualquier intento intelectual de quien aún pretendiera defender sus derechos y sus libertades que ya se cuidaban y se cuidan las dictaduras de que sigan siendo desconocidos para todos.

En cuanto a España sumida desde siempre en monarquías absolutas, comenzó el siglo XIX al grito de Vivan las cadenas, contrapuesto bien es cierto a la nueva Constitución, la primera promulgada en España, popularmente conocida como la Pepa, una de las más abiertas que hemos conocido donde, por ejemplo, la soberanía no residía en el rey sino en la nación, que duró dos años. Y aunque a veces se volvió a adoptar, solo fue en periodos tan breves como han sido los periodos lejos de la derecha que ha conocido nuestro país. Tuvimos en el siglo XX una dictadura de Primo de Rivera y el entusiasmo popular por lograr y mantener la II República que fue pisoteado por una extrema derecha que convenció a ciudadanos conservadores aunque de ideología menos extrema, que la apoyaron incluso en la guerra civil que esa extrema derecha propició e hizo durar casi tres años a partir de un golpe de Estado militar aupado por los poderes fácticos y fundamentado, como lo está siempre en todos los regímenes totalitarios, en el brutal nacionalismo incuestionable, impuesto a la población, que justificó la cruenta guerra civil, una postguerra igualmente cruenta contra los derrotados y una dictadura de 40 años que cambió para siempre el ADN de los españoles y de España.

De esta dictadura partió la Transición que nos ha llevado a una democracia heredera de la dictadura y de su feroz nacionalismo, de los líderes, la corrupción, el miedo al debate y a la diferencia, el horror a hablar del pasado y la incapacidad para la protesta, sin contar con un pensamiento de derecha extrema que en la voz y el partido se confunde con la derecha sin más, es decir, sin que la extrema derecha, lejos de lo que ocurre en Europa, tenga una apelación clara ya que la comparte con la derecha, lo mismo que la convicción de la mayoría de la sociedad de que no hay castigo por los comportamientos políticos ilegales del pasado sino una gran benevolencia por los del presente.

Añadamos a este panorama la crisis de 2008 que domina hoy Europa, y veremos como a partir de ella se afianza el anhelo por un gobierno autoritario de extrema derecha. Y es curioso porque si alguien provocó la crisis fue precisamente la derecha más extrema, o el liberalismo económico como la llaman hoy los economistas como si quisieran ocultar aquel desprestigiado nombre con que se la había conocido siempre.

Todo esto no sería posible si reinaran entre nosotros algunos de los valores de antaño, como la solidaridad, la igualdad, la justicia o la libertad que hoy han sido sustituidas por el éxito y el dinero al precio que sea, con lo que ha desaparecido o está en vías de desaparecer en nuestra sociedad lo que es y significa el delito económico e incluso virtudes que lo fueron tradicionalmente y que han sido olvidadas hoy, como la decencia y la honestidad, económica o moral, poco importa.

Ante estos hechos que lo mismo se dan en España que en los demás países de Europa, cada cual con sus características y su propia Historia, creer que las extrema derecha ha crecido creo que no es más que un espejismo que nos hace confundir el crecimiento con el resurgimiento puntual y esporádico de lo que ya existe en la base de la sociedad. ¿Cómo se entiende si no que las fuerzas de derechas por más escándalos en los que estén sumidas, aquí y por doquier, sigan ocupando sus líderes los más altos puestos de la Política y la Administración europea, o concitando los votos por lo menos de una gran mayoría de ciudadanos?

Si a todo esto añadimos la poderosa labor de un capitalismo que se ha dado en llamar liberalismo económico que alcanza y beneficia a las clases más ricas, que provoca la admiración de la clase media y que con la ayuda de los medios y de los gobiernos neoliberales que tenemos casi todos los países de Europa, ha decidido acabar, legal o subrepticiamente, con los logros conseguidos por los progresistas en las últimas décadas para las masas trabajadoras a fin de recuperar, aumentar y afianzar su poder y sus fuentes de riqueza, nos daremos cuenta de que no es que la extrema derecha haya crecido en el corazón de los ciudadanos sino que ya vivía en el interior de una gran mayoría de ellos pertenecientes a todas las clases sociales que, hoy como ayer sus padres o abuelos, desean apuntarse al carro de los vencedores que han comenzado ya a desmantelar el estado del bienestar en beneficio propio, y que quienes no lo eran de corazón, ante la impunidad y el poder de esa obediente extrema derecha, han sido aducidos por ella.

Armados cada cual con su propio nacionalismo, la herramienta más eficaz de los regímenes totalitarios, y con un claro enemigo bien identificado y definido por el poder, ¿qué otra cosa pueden hacer los pueblos Europa que ven un enemigo en “el otro”, no consideran un valor la solidaridad, ni apenas la justicia y la libertad, sino convertirse en defensores a ultranza de la extrema derecha más brutal, egoísta e insolidaria?

Sin foto
bercimuelle
25-12-2016 19:43

El primer artículo es de
Josep Ramoneda
Periodista, filósofo y escritor

El Segundo es de
Chantal Mouffe
Filósofa y politóloga belga
16/12/2016

Sin foto
bercimuelle
25-12-2016 19:32

¿Condena moral o respuesta política?

Tras el éxito del Brexit en el Reino Unido y la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, los medios están difundiendo el temor de que las democracias liberales occidentales están en peligro de ser conquistadas por partidos de extrema derecha con la voluntad de instalar regímenes 'fascistas'. ¿Qué debemos hacer ante este miedo?

Las democracias liberales se enfrentan sin duda a una crisis de representación que se manifiesta por un creciente descontento con los partidos 'tradicionales' y por el surgimiento de movimientos anti-establishment. Esto representa un verdadero desafío para la política democrática y puede conducir a un debilitamiento de las instituciones democráticas liberales. Sin embargo, sostengo que categorías como fascismo y extrema derecha o las comparaciones con los años treinta no son adecuadas para captar la naturaleza de este desafío. Sugieren que estamos siendo testigos de la repetición de un fenómeno bien conocido. Es el retorno de la 'peste marrón' que afecta a las sociedades que, expuestas a las dificultades económicas, experimentan una explosión de pasiones irracionales. Por tanto, la cuestión no merecería más análisis.

Ciertamente no es mi intención negar la existencia de agrupaciones políticas que pueden calificarse adecuadamente como 'extrema derecha'. Afortunadamente son marginales y no amenazan seriamente a nuestras instituciones básicas. También existen partidos como Amanecer Dorado en en Grecia o Jobbik en Hungría con un carácter claramente 'neofascista'. Pero este no es el caso de la FPO en Austria, del Frente Nacional bajo el mando de Marine Le Pen o de la variedad de partidos nacionalistas de derecha que ahora están floreciendo en Europa. A diferencia de la extrema derecha tradicional, el objetivo de estos partidos no es derribar las instituciones democráticas liberales. Su estrategia consiste en establecer una frontera política entre el pueblo y el establishment y se define mejor como 'populista'. Entendido como una forma específica de construir una frontera política, el populismo se presenta bajo muchas formas, según las diferentes condiciones nacionales y de cómo se definan el pueblo y el establishment. Algunos populismos han sido fascistas, pero hay muchas otras formas y no todas son incompatibles con las instituciones democráticas liberales y este tipo de movilización puede tener resultados democratizantes, como el movimiento populista estadounidense que en el siglo XIX pudo redistribuir el poder político a favor de la mayoría sin poner en cuestión todo el sistema democrático.

Por cierto, muchas personas equiparan el populismo con el fascismo y la extrema derecha. Esta es claramente la táctica utilizada hoy por las élites para descalificar a todas las fuerzas que cuestionan el status quo. Para entender el creciente atractivo de los partidos populistas, necesitamos rechazar esta concepción simplista. Lejos de ser el producto de las fuerzas demagógicas, el momento populista que estamos presenciando es la expresión de resistencias a la situación 'post-democrática' provocada por la globalización neoliberal. Esto ha sido posible gracias al consenso 'post-político' establecido entre centro-derecha y centro-izquierda en torno a la idea de que no había alternativa al orden neoliberal. Este 'consenso en el centro' ha reducido la política a la gestión de problemas técnicos a ser tratados con y por expertos. Con el predominio del capitalismo financiero y la consecuente oligarquización de nuestras sociedades, los dos pilares centrales de la idea democrática, igualdad y soberanía popular, han sido declarados categorías 'zombies'. La igualdad ha dejado de ser un objetivo de las políticas públicas y los ciudadanos han sido privados de un papel en las decisiones relativas a los asuntos colectivos. Esto ha creado un terreno fértil para que partidos populistas de derecha puedan movilizar los afectos en torno al rechazo de las élites. Afirmando hablar "en nombre del pueblo", estos partidos han logrado articular mediante un vocabulario xenófobo muchas de las demandas desatendidas por los partidos socialdemócratas que han aceptado el modelo neoliberal y son cómplices de sus políticas de austeridad aplicadas.

Clasificar a esos partidos populistas de derecha como 'extrema derecha' o 'neofascista' es una forma fácil de rechazar sus demandas, negándose a reconocer la dimensión democrática de muchos de ellas. Atribuir su atractivo a la falta de educación o a la influencia de factores atávicos es, por supuesto, especialmente conveniente para las fuerzas del centro-izquierda. Les permite evitar reconocer su propia responsabilidad en su surgimiento. Su respuesta es pretender proteger a los 'buenos demócratas' contra el peligro de las pasiones 'irracionales' estableciendo una frontera moral para excluir a los extremistas del debate democrático. Esta estrategia demonizadora del 'enemigo' del consenso bipartidista puede ser moralmente reconfortante, pero desempodera políticamente. Para diseñar una respuesta propiamente política, debemos darnos cuenta de que la única manera de luchar contra el populismo de derecha es dar una formulación progresista a las demandas democráticas que están expresando con un lenguaje xenófobo. Esto supone reconocer la existencia de un núcleo democrático en esas demandas y la posibilidad, a través de un discurso diferente, de articularlas en una dirección emancipadora.

Debemos ser conscientes de que tal proyecto no puede formularse sin descartar el enfoque esencialista racionalista dominante en el pensamiento liberal-democrático. Tal enfoque nos impide reconocer la necesaria naturaleza partidista de la política y el papel central de los afectos en la construcción de identidades políticas colectivas. Etiquetar como 'extrema derecha' o 'fascista' a los partidos que rechazan el consenso post-político es condenarse a uno mismo a la impotencia política. La única manera de luchar contra los partidos populistas de derecha es abordar los temas que han incluido en la agenda, ofreciendo respuestas, capaces de movilizar los afectos comunes hacia la igualdad y la justicia social. Este debe ser el objetivo de un movimiento populista de izquierda que, confrontándose a la post-democracia, apunte a la recuperación y radicalización de la democracia.

Sin foto
bercimuelle
25-12-2016 19:31

Notas sobre el auge de la extrema derecha en Europa

1.- La extrema derecha no es el fascismo, aunque en algunas cosas se le parezca. Podríamos decir al modo de Emmanuel Terray que la extrema derecha “se mueve en el espacio intermedio que separa a la derecha clásica del fascismo”. Si en la derecha hay siempre una pulsión a favor del orden establecido, no es el caso del fascismo que pretende la construcción de un Estado nuevo, que alienta a las masas contra las élites, que cree en la violencia y en la guerra como estado superior de la realización humana y que hace del vínculo directo entre el líder y las masas la forma suprema de la política. No hace falta recordar que para Carl Schmitt el estado nazi y el estado bolchevique tenían una cosa común: era las dos formas de estado modernas.

Esto no significa que no haya espacios de proximidad entre la extrema derecha y el fascismo. Buena parte del programa –sobre todo por lo que hace a la exaltación nacional, la defensa de una identidad excluyente conceptualmente cercana a la idea de raza y a la identificación pueblo patria- es compartida.

La derecha democrática se mueve actualmente entre los parámetros del llamado neoliberalismo económico y el conservadurismo social. Los neoliberales ponen el acento en la desregulación de la economía, en el papel ancilar de la política supeditada a las exigencias del poder financiero global, en el cosmopolitismo, en la globalización sin fronteras, en la prioridad del crecimiento y del beneficio empresarial sobre la redistribución y la cohesión social.

Aunque el crecimiento de momento sólo beneficie a unos pocos, a la larga acabará reportando beneficios a todos, como el agua que cae del cielo. El escritor suizo Jonas Luescher bautizó este argumento como teoría del estiércol de caballo: “Cuanta más avena demos al caballo, más abundante será su producción de excrementos y los pajarillos tendrán más para comer”.

Apoteosis de la idea de desigualdad y del desprecio del neoliberalismo por el común de los mortales. El conservadurismo apuesta por la continuidad, por la tradición, por los valores cristianos, por el orden por el marco patriótico y nacional. Ambas concepciones raramente se dan en estado puro, y más bien se han ido acoplando en la medida en que el neoliberalismo marca los límites de la gobernanza económica y el conservadurismo aporta la cobertura política, para hacer más llevaderas las incertidumbres que el proceso de globalización genera en los ciudadanos. François Fillon es un ejemplo casi perfecto de ello: él mismo se presenta como liberal en lo económico y radical conservador en la tradición de la derecha católica francesa.

En este contexto, la extrema derecha representa la radicalización de los valores conservadores para encuadrar a unas clases medias y populares que se sienten abandonadas e indefensas. Los valores fundamentales son compartidos: orden, autoridad, jerarquía, desigualdad, defensa de las instituciones, nacionalismo fundamental, prioridad a los nacionales, lo que vería es el nivel de intensidad. Volviendo a Emmanuel Terray: “Si la derecha clásica sólo admite la violencia si se ejerce en los límites fijados por la ley; la derecha extrema la contempla como un medio entre otros, a utilizar en función de las circunstancias”. Y así el rechazo al extranjero se convierte en xenofobia, el patriotismo en nacionalismo identitario y chauvinismo, la lucha antiterrorista en guerra al Islam, la autoridad en autoritarismo.

Y una última precisión conceptual: hay que abandonar la inflación de palabras usadas con intencionalidad política, ya que nada significan: no aportan conocimiento sino confusión; no sirven para entender sino para fomentar la ignorancia. La razón de su uso es estrictamente descalificatoria. Simplemente, se trata de colocar una etiqueta al adversario que le marque como excluido. Me refiero especialmente a populismo y antisistema. Y ahora está entrando en escena una tercera que camina rápidamente hacia este papel de gadget ideológico para todos los servicios: posverdad.

A juzgar por los discursos oficiales, Marine Le Pen, Trump, los Grillini, el independentismo catalán y Podemos tienen en común que son populistas y antisistema. Magnífico recurso para descalificar a todo aquello que desborda los estrictos límites del monopolio tradicional del poder, sin aportar información ni conocimiento alguno. Lo único que une a cosas tan dispares es que son diferentes expresiones al malestar generado por los estragos provocados por los años nihilistas en que se creyó que todo era posible, que no había límites al capitalismo, que acabaron con la crisis de 2008, y por la gestión que de ella hicieron los gobiernos conservadores y socialdemócratas. Pero la extrema derecha, ya sea en su versión norteamericana –Trump- o en su versión francesa –Le Pen- no tiene nada de antisistema, al contrario, es el plan B autoritario del sistema, y el independentismo catalán será anticonstitucional pero sumamente respetuoso con el sistema económico y social.

Igualmente, populismo es una palabra que atrapa todo, que ya no significa nada. Sus definiciones más solventes son dos: hacer promesas a la ciudadanía a sabiendas que no podrán ser cumplidas. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Nada se ajusta tanto a esta definición como la campaña electoral de Rajoy de 2011. La otra definición gira en torno a la conversión del pueblo en sujeto político de cambio, bajo liderazgos personales fuertes. Pero el pueblo es un concepto demasiado amplio, que sólo adquiere sentido desde la pluralidad que lo constituye. Algunos dirigentes de Podemos han hecho suya la idea de populismo, para identificar la construcción de un nuevo relato de base popular. Pero que poco tiene que ver con el uso descalificativo que se hace del término populismo, y con los otros movimientos identificados como tales. En cuanto a la posverdad -`presentar como novedad la apelación a los sentimientos y a las emociones en política’-, me parece ridículo. La novedad es que la viralización de las mentiras las convierte en verdades con grandes dificultades para combatirlas. Para revisar el crecimiento de la extrema derecha en Europa hay que despojarse de estos tópicos.

2.- En general, toda Europa viene sufriendo un desplazamiento a la derecha desde los años 80. La inseminación de la derecha clásica por el llamado neoliberalismo, que ha dado lugar a una síntesis a menudo llamada neoconservadurismo, en un contexto de inseguridad e incertidumbre creciente; y la incapacidad de la izquierda para dar respuesta al desamparo de las clases medias y populares hundidas por la crisis, ha dejado espacio libre al crecimiento de la extrema derecha en Europa. La derecha clásica ha sido radical en las devastadoras políticas económicas, pero discreta y prudente en el discurso público. Y la extrema derecha, sin complejos a la hora de levantar la voz, ha canalizado las iras de muchos sectores. Y ha conseguido arrastrar a buena parte de la derecha –e incluso a la izquierda en algunos casos- para hacer su propia agenda.

La extrema derecha se nutre de las crisis de las clases medias. Como ha descrito Marina Subirats, desde los años 90 se fue construyendo la ilusión de que toda la sociedad era una inmensa clase media, con unos pocos ricos en la parte de arriba de la pirámide que habían optado por la secesión, y unos sectores marginales, casi invisibles, por la parte de abajo. Unos compraban en Zara y otros incluso en Louis Vuitton pero la quimera de la felicidad estaba construida con los mismos mimbres mentales del consumismo de masas. Esta ilusión se quebró con la crisis de 2008 que rompió a las clases medias por la mitad. Los que conservaron el empleo y pudieron mantener su trabajo profesional, favorecidos por la caída de la inflación, pudieron trampear la crisis razonablemente, pero se sintieron asediados por una de los sentimientos que más rápidamente se propagan en las clases medias: el miedo. Los que perdieron posición y se encontraron ante un abismo que creían ya superado para siempre, entraron en el desconcierto y la angustia. Y muchos de ellos abandonaron a los partidos en los que habían confiado al sentirse traicionados y se dejaron llevar por el rechazo a la política o por las promesas de redención comunitarista que ofrecía el discurso duro de la extrema derecha. La izquierda vio cómo su propio electorado se iba al otro lado del espectro. Y la derecha, pero también la socialdemocracia, optaron por el mimetismo de la extrema derecha: seguridad, xenofobia y miedo, con lo cual no hicieron más que reforzarla.

3.- La ciudadanía, en su desamparo, necesitaba chivos expiatorios: los encontró en los inmigrantes y en las élites. La crisis de los refugiados –a la que Ángela Merkel intentó inicialmente responder con franqueza, pero acabó acomodándose al estado general de opinión- reforzó el discurso contra los extranjeros, convirtiendo a los nacionales en víctimas y presentando a los inmigrantes como privilegiados que nos roban bienes y derechos. Desde esta perspectiva se han ido desplegando todos los tópicos del discurso de extrema derecha: excepción nacional, antieuropeísmo, repliegue identitario, prioridad a los autóctonos, comunitarismo, rechazo a la diversidad cultural. Los atentados del terrorismo yihaidista han reforzado el rechazo al extranjero, convirtiendo a los musulmanes en principal chivo expiatorio.

El complemento ideológico de la extrema derecha es el discurso antiélites, que les permite presentarse como lo que no son: una alternativa al sistema. En realidad, la extrema derecha es el plan B del sistema: la vía más directa hacia el autoritarismo posdemocrático. Pero se trata de capitalizar la reacción de la ciudadanía contra unas clases dirigentes y contra una clase política que, escondida detrás del discurso de los expertos, se ha ido alejando de la ciudadanía y desconectando de ella. Y para ello se presenta como personas ajenas a los que mandan, cercanas al pueblo y parte de él. Autenticidad popular como fondo de legitimación: somos como todos. El discurso antiélites es también una respuesta a una política que está transformando la democracia por la vía de la transferencia de la soberanía hacia la aristocracia de los expertos. Es decir, hacia la liquidación de la democracia liberal.

4.- La derechización de Europa debilita enormemente los valores de las grandes tradiciones liberales y republicanas europeas. Como si la enorme inundación producida por la globalización, que siguió a la caída del muro de Berlín, siguiera todavía activa. Primero, se llevó por delante al comunismo, después a la socialdemocracia, ahora tocaría al liberalismo. La razón crítica, la conciencia universal expresada en el imperativo categórico kantiano, la idea de humanidad como portadora de derechos básicos de todas las personas, las libertades civiles, se sienten amenazadas. Y el principio republicano es reemplazado por un comunitarismo de la peor especie. Y lo grave de la situación es que la derecha abandona el liberalismo ideológico –que no el económico- para hacer suya la agenda de la extrema derecha. Lo hemos visto en Francia donde la derecha católica, tradicional y conservadora ha desplazado al más liberal de los candidatos de las primarias, Alain Juppé, a favor del neoconservadurismo de François Fillon.

Y no olvidemos que la derecha española ha sido pionera en este sentido. Mariano Rajoy intentó imponer una contrarreforma en los primeros años de su mandato. El presidente quiso demostrar que la derecha había recuperado el poder sin complejos, y puso en acción al arsenal católico, conservador y centralizador. Desde la impunidad de la mayoría absoluta, implementó tres proyectos estrella que encargó a los tres ministros con más carga ideológica del Gobierno: la ley de Educación de Wert, la ley Mordaza de Fernández Díaz, y la del Aborto, en manos de Alberto Ruiz Gallardón. La propina fue la reforma laboral. Los tres ministros ya no están, sacrificados a mayor gloria del presidente. La reforma del aborto quedó en intento. La Lomce ya ha decaído, envuelta en una promesa de pacto sobre la educación. Y la ley Mordaza está en el punto de mira de la oposición. España resiste, en parte porque la reacción contra la crisis nihilista ha venido de la izquierda y no de la extrema derecha.

Sin foto
bercimuelle
02-12-2016 07:43

Algo debe pasar a la página, que no responde adecuadamente........

Sin foto
bercimuelle
27-10-2016 08:31

http://www.elplural.com/andalucia/2016/10/26/el-caso-de-los-ere-explicado-los-periodistas-de-madrid

INTERESANTE y más ajustado a la realidad....

Sin foto
bercimuelle
27-10-2016 08:26

El caso de los ERE explicado a los periodistas de Madrid

Paradójicos delincuentes: los acusan de haber urdido, a la vista de todo el mundo, un portentoso mecanismo para que el dinero… se lo llevaran otros

Antonio Avendaño

# Caso ERE | juez Alaya | juez Nuñez | procedimiento específico |

0 |

COMPARTIDO

148




Mié, 26 Oct 2016

El escandalazo de los ERE tiene la particularidad de que es imposible resumirlo en unas pocas frases sin faltar a la verdad. Otros casos de corrupción que están en los tribunales tienen una síntesis más fácil porque despliegan formatos de criminalidad bastante convencionales: las andanzas de Francisco Correa, la contabilidad de Bárcenas, los manejos de Matas, los líos de Granados, la inventiva de Urdangarín, la temeridad de los Pujol, el desahogo de Rus… Todos, en fin, gente que presuntamente robó mucho dinero.
Debe ser por eso que en los debates públicos, en las tertulias radiofónicas nacionales y hasta en los editoriales de la prensa de Madrid o Barcelona periodistas y políticos suelen derrapar gravemente, y no, claro está, por los juicios que emiten aunque estos sean muy exigentes, sino porque las más de las veces ni siquiera manejan la información básica del caso para poder opinar con autoridad sobre el mismo.

El abc de los ERE
La culpa no es necesariamente de los periodistas, sino, por una parte, de la propia complejidad y las muchas paradojas que encierra el caso y, por otra parte, del hecho de que los actuales responsables del Partido Socialista y la Junta de Andalucía no han hecho en todos estos años el más mínimo esfuerzo de pedagogía política y judicial para explicar y defender aquellas cosas que eran defendibles y explicables. Sus propios compañeros de partido han tratado a los imputados de los ERE como apestados, ni siquiera se han atrevido a poner en circulación argumentarios orgánicos que incluyeran datos y razonamientos tan de cajón como los que la juez María Núñez escribía días atrás en el auto de archivo de la pieza sobre Azucareras Reunidas.
En ese auto, Núñez Bolaños rechazaba con rotundidad hasta ahora inédita en la judicatura la tesis de la conspiración sostenida por Alaya y otros. Refiriéndose a ese caso específico del ERE de la empresa Azucareras Reunidas, financiado conjuntamente por el Gobierno central y la Junta, Núñez Bolaños decía que "no se puede admitir, ni siquiera como razonable, que la misma ayuda que recibe un trabajador, cofinanciada por el Ministerio y la Junta de Andalucía sea, a la misma vez, justa e injusta, dependiendo del procedimiento utilizado, porque sea cual sea el procedimiento la ayuda la recibe su legítimo beneficiario."
Ya el instructor del Tribunal Supremo, Alberto Jorge Barreiro, admitió que "un porcentaje de las subvenciones ilegalmente concedidas habría que concederlo también en el caso de que la concesión fuera legalmente tramitada”, al hilo de lo cual argumenta Núñez: "La posición contraria nos llevaría a afirmar que todos los actos de concesión de las ayudas son constitutivos de delito y, en consecuencia, TODOS los trabajadores que han percibido estas ayudas, al menos unos 6.000, deberían devolverlas trayéndolos al procedimiento, al menos, como beneficiarios a título lucrativo ".
Una inteligencia superior
Más allá de que la justicia logre probar los delitos que se imputan a los procesados de la Gürtel, la Púnica, etc., todos ellos obedecen a una mecánica criminal relativamente sencilla: en principio, se trata de tipos que se enriquecieron saqueando las arcas del Estado. De hecho, una de las pruebas de cargo que aparece repetidamente en la biografía de todos ellos es su abultada cuenta corriente, ya sea en bancos nacionales o extranjeros. Para hacer lo que hicieron no se podía ser tonto pero tampoco se necesitaba una inteligencia superior. Lo que se necesitaba era algo que todos ellos tenían: mucha codicia, bastante descaro, algunos cómplices y ninguna ética. Nada más.

El caso de los ERE es más complicado, y no solo porque ninguno de los supuestos los delincuentes que lo diseñaron se ha hecho rico (más bien se están arruinando pagando abogados), sino porque si fuera cierta la tesis defendida por el Ministerio Público y por los jueces Alaya, Martín y Barreiro, aunque no así por la juez Núñez, el presidente Manuel Chaves y los restantes 25 altos cargos procesados en la pieza del procedimiento específico serían inteligencias no ya malvadas, que también, sino superiores: auténticos genios del crimen organizado.

Criminales paradójicos
Criminales paradójicos, por cierto, pues destinaban el dinero de los presupuestos para financiar prejubilaciones de trabajadores de empresas en crisis, pero no apartaban ningún pellizquito para ellos. De hecho, nadie los acusa de haberse llevado dinero: los acusan de haber urdido, a la vista de todo el mundo, un portentoso mecanismo para que el dinero… se lo llevaran otros.
¿Y todo ello con qué propósito? Muy sencillo: para ganar elecciones. La verdad es que como estrategia electoral resultaba algo arriesgada, extremadamente cara y de complicadísima ejecución, pero, en fin, nunca se sabe de qué es capaz la gente con tal de ganar unas elecciones y poder cobrar 3.000 euros al mes.
¿Significa todo ello que si no hubo Gran Conspiración entonces no hubo nada? No, significa que no hubo todo. Significa que, incumpliendo todos los procedimientos, la Consejería de Empleo –pero solo ella, no media Junta de Andalucía con su presidente a la cabeza– otorgó decenas de ayudas a empresas, amigos o instituciones que ni estaban justificadas ni fueron debidamente fiscalizadas, y será que el examen judicial de cada una de ellas lo que permitirá conocer el alcance exacto de la prevaricación y la malversación.

Atraco perfecto
Sin embargo, en la pieza política del caso, la conocida como del procedimiento abreviado, acusan a Chaves, Griñán y los demás de haber ideado un mecanismo presupuestario tan audaz como diabólico con el cual centenares de mineros de Huelva, operarios de Santana, mecánicos de Delphi… y así hasta 6.000 trabajadores que fueron despedidos cobraron o siguen cobrando sus prejubilaciones. ¿Pero no era demasiado riesgo cometer prevaricación año tras año solo para que te votaran los prejubilados y sus familias? ¡Qué va, al ser otros los beneficiarios, nadie sospechaba de los verdaderos culpables del atraco! ¿Y cómo es que la oposición política nunca denunció unos manejos tan a la vista de todo el mundo, puesto que las crisis de las grandes empresas y el compromiso financiero de la Junta con los trabajadores estaban todos los días en los periódicos y en los debates parlamentarios? ¡Pues porque los socialistas tenían engañado a todo el mundo!
¿Y con qué sistema operativo actuaban? Con el más audaz que vieron los siglos: bajo la aséptica denominación de ‘transferencias de financiación’, los muy cucos incluían las millonarias partidas delictivas en ¡¡¡la mismísima Ley de Presupuestos que el Parlamento andaluz aprobaba cada año!!!
Lo dicho, en realidad no deberían procesarlos: deberían darles el Premio Nobel a la Delincuencia Organizada.

Sin foto
bercimuelle
20-10-2016 08:23

http://cincodias.com/cincodias/2016/10/19/economia/1476897391_802543.html

Respuestas siguientes >>
2024 Topforo.com | Aviso legal | Uso de cookies | Hacer foros | Foros Ciudades y pueblos