Gorvan: Tras unas semanas de perseguir a tu víctima, por fin has conseguido atrapar al anciano y llevarlo al Duque de Meriann. No entiendes por qué te han encomendado a tí una simple misión de captura pero el Jidenah de la ciudad te ha informado de que el Duque quería que hicieses tú el trabajo.
El anciano -un tal Peter- de apariencia endeble y con barba blanca, está a tu izquierda en el suelo de la sala de audiencias del Duque, inconsciente. Sus pertenencias están en una bolsa de cuero que llevas en la mano.
A tu derecha se encuentra el Jidenah de Meriann.

La sala donde os encuentráis es circular, y tiene unas dimensiones considerables para pertenecer a un simple Duque, con una altura y radio de unos diez metros. En los últimos tres metros de pared, y rodeando toda la sala se encuentra una vidriera enorme con escenas de guerras pasadas. En un extremo de la sala se encuentra una gran puerta doble de roble, por donde acabáis de entrar, y en el otro se sitúa una especie de trono bastante simple, en el que lo único que destaca es una gema negra en el dorso. Detrás de ella se puede intuir otra puerta por la que entrará el Duque.
Aparte de ti, del anciano y del Jidenah, en la sala se encuentran unos diez soldados, repartidos a lo largo de las paredes y cerca de las puertas, y uno más cerca vuestra, que mantiene encadenada a una mujer de los bosques, de piel blanquecina y pelo verde, que parece estar drogada, hasta tal punto que no se mantiene de pie.

Cuando por fin llega el Duque, entra alegremente, prácticamente sin prestar atención a ninguno de los que estáis en la sala, y se sienta. Con cierto aire de superioridad os mira uno a uno y os saluda con tono neutro:
-Bienvenidos y gracias por traerme... lo que pedí.

Peter: Estás recobrando el sentido poco a poco. Lo último que recuerdas es estar huyendo de alguien y finalmente de haber recibido un golpe en la cabeza.
Te duele todo el cuerpo por estar tumbado de lado en el suelo, con las manos atadas a la espalda con una cuerda, aunque te das cuenta por tu gran experiencia que no es uno de los mejores nudos, por lo que sabes que podrás liberarte pero tardarás un rato.
A tu alrededor se va formando, todavía borrosa, una amplia sala bien iluminada con varias personas que no logras discernir completamente.

Eitxo: Aunque eres plenamente consciente de todo lo que pasa a tu alrededor, el potingue que te forzaron a tomar parece impedir que uses tus habilidades y magia con esos estúpidos soldados, a los que maldices por haber organizado una batida incendiaria en el bosque en el que te encontrabas. Tiemblas de rabia contra ellos por haber destruido un bosque tan antiguo y bello en tan solo unas horas, y que sin embargo tardará décadas en volver a ser lo que era.
Al parecer -según lo que había oído de los soldados- el Duque, que acaba de entrar y sentarse en su trono, tiene especial aversión a todo lo mágico, odio que le lleva al extremo de querer destruirla...

En cuanto entré en la sala, y al ver a tantos guardias juntos, lo primero que hice fue mirar vías de escape. Por si las moscas... Aunque la cosa estaba difícil.

Dejé que hablara primero el Duque de Meriann. Tras él, no pude evitar fanfarronear de mis habilidades:

- Lo difícil ha sido traerlo aquí con vida... Mi especialidad es matar. Así que esto te va a costar algo más que unas pocas monedas... Dicen que usted guarda un preciado pergamino en el que se leen las bases del origen de la magia. No soy yo quien está interesado en él, La Horda Oscura me ha prometido muy buenos privilegios si lo consigo. Bien sabe que La Horda Oscura consigue todo lo que se proponga, así que pienso que el pergamino sería un buen botín por el trabajo.

Tras mi tono amenazante, ví cómo el Jidenah sonreía sutil y despreocupadamente.

Enemigos por todas partes y las manos atadas, desde luego no era la peor situación en la que habia estado, pero tampoco era agradable.
Opté por mantener la boca cerrada y observar, al parecer habia una confrontación entre los intereses de la horda oscura y el duque.
El truco de hacerse el vejete inocente ya me habia funcionado en otras ocasiones y traté de dar la mayor pena posible.

-Jajajaja!! No te preocupes, recibirás una recompensa lo bastante importante como para pagarte este favor y todos los que hayas hecho en el pasado, una recompensa gracias a la cual no necesitarás volver a trabajar en toda tu vida! Creo que tanto a ti como a tus superiores les complacerá oír esto, ¿verdad? - Dicho esto mira al Jidennah, que difícilmente puede disimular su alegría, y le sonríe.

Mientras los dos sádicos están hablando tan tranquilamente del precio que valdrá su cabeza, Peter se siente intranquilo, no tanto por la situación que al fin y al cabo es algo prácticamente banal, sino por esa intuición propia conseguida tras décadas de experiencia: nota una gran cantidad de energía mágica pútrida, corrupta, hasta tal punto que tiene que contener unas arcadas. El aire entero, vibrante, parece estar repleto de esa energía, y a Peter le da la impresión que el resto de personas allí reunidas no se han dado cuenta...

La gema negra del centro de la sala debia de ser el origen de aquella presión mágica tumefacta, y ese hecho aumentaba en demasía mis ganas de echar a correr sin parar, pero un par de cuerdas y la artrosis me lo impedian.
Entre que desataba cuidadosamente las cuerdas, se me ocurrió una idea...
Utilizando un hechizo para fusionar, mezclé piedra del suelo y pólvora de mi bolsillo para crear una granada del tamaño de mi dedo gordo. A continuación utilicé otro conjuro para traspasar algo de mi energia vital a la pequeña masa de piedra y di forma a un peqeño gólem, al que mandé cerca de las vidrieras.
Nadie lo advirtió, y al deshacer los hechizos la granada explotó haciendo añicos parte de la vidriera y atrayendo la atención de todos.
Fue mi momento para correr hacia la puerta por donde habia entrado...

- Esto no es nuestro trabajo, es nuestra vida. Además, nunca nos será suficiente, es decir, la recompensa que usted pueda darnos no satisfará a La Horda Oscura. Así que si no le importa, denos nuestra recompensa y nos marcharemos cuanto antes, no me gusta estar tanto tiempo a la vista...

Decía mientras miraba a mi alrededor, a cada uno de los guardias, analizando su punto débil (si es que lo tienen). Me sentía inseguro por momentos, aunque el Duque había sido simpático y generoso hasta entonces...

Peter:
De repente, interrumpiendo a Gorvan, una explosión a pie de pared a la izquierda llama la atención a Gorvan, al Duque, al Jidennah, a Eitxo y al guardia que la mantiene encadenada.
Aprovechando la ocasión, te giras e intentas huir hacia la puerta pero en cuanto te levantas te quedas petrificado por lo que ves: los diez guardias que rodean la sala ni se han inmutado por la explosión, pero no sólo eso, sino que además en su lugar hay diez criaturas con aspecto esquelético y fantasmal. Al no notar ya la energía pútrida, intuyes que tu explosión ha desecho una poderosa ilusión...