Gorvan y Eitxo:
Tras la sorpresa de la explosión, notais directamente el cambio en los guardias, aunque también veis que el guardia que tiene a Eitxo prisionera está igual de sorprendido que vosotros, e incluso asustado.
Eitxo sigue un poco drogada, pero Gorvan en un acto reflejo ha sacado inmediatamente una de sus dagas y el Jidennah hace aparecer de la nada un especie de estoque.

Inmediatamente oís al Duque reírse a carcajadas, y decir:
-Bueno, que lo descubráis así no tiene tanta gracia pero da igual, terminaremos antes... Como entenderás, querido Dorvan, no tengo la menor intención de pagarte, y menos aún de darte ese pergamino, pero como te prometí voy a darte una recompensa que hará que no tengas que volver a trabajar en toda tu vida... Matadlos. A todos.

- ¡Creo que no tenemos el mismo concepto de recompensa!

El Duque no sabía lo que hacía intentando matarnos. Desafiar a La Horda Oscura nunca fue una buena opción para nadie.

Le di la bolsa con sus pertenencias al anciano que atrapé, ya no me interesaba ni él ni el Duque.
Las posibilidades de escapar eran escasas, de manera que sólo me quedaba seguir mi intuición, aunque yo no entendía de magia, sabía que las gemas suelen ser objetos encantados... Lancé una de mis dagas a la gema negra, tan fuerte como pude, con el fin de romperla.

Acto seguido me dispuse a sacar mi cerbatana para apuntar al Duque.

La daga, certera, dio justo en el centro de la gema, pero simplemente rebotó como rebota una aguja sobre la piedra. El Duque notó el movimiento e intenciones de Gorvan, pero ni siquiera se molestó en moverse, sólo se quedó mirándole fijamente y sonriendo.

Mientras tanto Peter recogía la bolsa que le había devuelto el asesino, y Eitxo se iba despejando debido al peligro que implicaba la situación. El guerrero que la vigilaba estaba paralizado del terror, con la mirada perdida, y parecía a punto de desmayarse.

Las criaturas se iban acercando lentamente, sin prisa. Parecían estar seguras de cuál iba a ser el resultado de la lucha... El Jidennah, en un intento de escapar, se lanzó con su estoque hacía el esqueleto fantasmal que estaba en su camino hacia la puerta. No duró ni dos segundos. Las manos de la criatura se convirtieron al instante en garras mortales, y de dos zarpazos el torso quedo separado de las piernas, y la cabeza quedó separada del torso, haciendo brotar gran cantidad de sangre que pareció evaporarse al instante.

Sorprendido y furioso por la muerte del Jidenah, me lancé el conjuro de silencio sobre mí, y fui hacia el guardia que aún conservaba su forma humanoide, parecía normal. Mi pretensión era usarlo de escudo, de manera que apunté con mi cerbatana a su cuello para dormirlo, y así cubrirme con él hasta la salida...

Duermes al guardia sin problemas, sin embargo, en cuanto intentas dirigirte a la puerta, una de las criaturas que está en tu camino simple y llanamente corta por la mitad al guardia que llevas, y se acerca hacia ti.
A todos os da la impresión de que estos "esqueletos" están jugando un poco con vosotros, como un depredador que juega con su presa... y cada vez estrechan el círculo que os rodea.

No tenía escapatoria, así que, como hubiera hecho cualquiera en mi lugar, saqué mi daga y me preparé para la batalla...

Los tres se encontraban en una difícil situación: rodeados como estaban se habían ido acercando unos de otros, aunque la ninfa no parecía estar completamente despejada. Formaban un triángulo para poder defenderse mejor, aun habiendo sido poco antes adversarios y desconocidos, pero los espectros, o esqueletos, o lo que fueran, no dejaban de acercarse con las garras listas para atacar. La cosa pintaba mal, muy mal, incluso con vuestras capacidades...

Y en el preciso instante en el que las criaturas se preparaban a atacar, en que Gorvan estaba a punto de dar la primera estocada con su daga, en que el dedo índice de Peter ya estaba cargado de electricidad, en que Eitxo se preparaba para defenderse, aún aturdida, en ese instante, la enorme puerta doble de la entrada, que había estado cerrada hasta entonces, salió disparada de sus goznes, llevándose gran parte de los esqueletos por el camino y empotrándose en la pared al otro lado de la sala.

El Duque gritó, un grito que expresaba tanta sorpresa como rabia, e inmediatamente los esqueletos que quedaban en pie se giraron para enfrentarse a lo que venía, ignorando por completo a sus anteriores objetivos. De entre el polvo surgieron dos figuras. La primera era enorme, de unos dos metros y medio de altura, con cuatro enormes cuernos y ojos de color verde. Daba la impresión de ser una mezcla entre un humanoide y un carnero, pero infundía mucho respeto.

La segunda era un pequeño ser de pelo blanco con una toga azul, de aspecto simpático y enérgico, aunque en ese instante parecía mas bien nervioso, y con una especie de enorme llave dorada en la mano.
Seguía al primero de bastante cerca, como si quisiera protegerse de los trozos de piedra que habían volado en todos los sentidos.

Al ver quién acababa de entrar por la puerta, el Duque maldijo a gritos:
-OTRA VEZ TÚ!!!! NO PUEDES OLVIDARME POR UN MOMENTO?? ME VENGARÉ, MALDITO BICHO CORNUDO!!! Y QUE SEPAS QUE ESTOS GUSANOS QUE ACABAS DE SALVAR MORIRÁN UN DÍA DE ESTOS, ME ENCARGARÉ PERSONALMENTE DE ELLO!!

Y mientras gritaba, parecía ser absorbido por la gema negra, desapareciendo de la sala.

Tras esto, el hombre-carnero se acercó a vosotros, matando a los esqueletos como si fueran vulgares moscas, y dijo:

-Buenas, Mortales. Soy Eowriand, semidios, y me debéis un gran favor...