Después del combate os habéis alejado lo antes posible de la ciudad, siguiendo el consejo de Eowriand, que primero se esmeró en destruir y reducir a polvo la gema negra.

Ahora estáis sentados alrededor de una gran hoguera encendida por el semidios, aunque Eitxo se mantiene apartada, no parece gustarle mucho el fuego.

-Deberíais tener cuidado con las amenazas de Slüurtgagh, Mortales - os dice Eowriand - Suele llevarlas a cabo, y tiene una especial pasión por el sufrimiento ajeno...

No paraba de pensar en lo ocurrido, este monstruo con cuernos me había salvado la vida, y la Horda Oscura estarìa en deuda con él, pero yo seguía mirándole con desconfianza (con la experiencia previa, no era para menos).

- Me has salvado la vida, y mi deuda con vos es indiscutible, pero hay algo que me tiene en duda: ¿por qué? ¿Qué os ha llevado a rescatarme a mí y a estos dos inútiles?... En fin, muchas gracias, pero ahora debo ir a la ciudad y avisar al resto de mis compañeros, ese ingenuo no sabe a quién ha intentado matar. La venganza será de mi parte...

Me levanté con intención de partir a la ciudad ahora que era de noche, en oscuridad nadie podría verme.

Decidí quedarme cerca de Eowriand, observando al resto desde una posición algo apartada, al fin y al cabo, no los conozco de nada...no se si son de fiar. Lo único que se es que deben de significar algo importante cuando un semidios se molesta en salvarlos personalmente...

El semidios se gira hacia Gorvan, incrédulo.

- Me habían dicho que los mortales erais difíciles de entender, pero que os creáis importantes por una simple casualidad... Increíble. No he ido a rescataros, sólo estoy intentando destruir a Slüurtgagh, y ha dado la casualidad de que vosotros estabais ahí cuando lo he encontrado.

Tras decir esto, mientras Gorvan empieza a alejarse, mira las estrellas y comenta:
-Yo si fuera tu no lo haría. Volver a la ciudad, digo. El que no sabe a quién se enfrenta eres tú: tu "horda" no le va a molestar más que un callo en el pie. Además, a la más mínima que te acerques a la ciudad te habrá localizado, y matado unos segundos después.

Se queda callado un rato, mirándoos uno a uno.
-Sin embargo, ahora que lo pienso, me podríais ser bastante útiles: unos simples mortales como vosotros no llamarán mucho la atención si quiero infiltrarme, en cambio yo... No se fiarían de mi. ¿Qué os parece?

Acepté firmemente la propuesta del semidios, pues aún podía aprender mucho de él estando de su lado. Es más, un ser con tanto poder podría ayudarme también en mi búsqueda de los cofres Naerii...

(Rugh emite un sonido enérgico desde el hombro de Kouri, como ofreciendo también su consentimiento de seguir a Eowriand)

Wahaha parece divertido, yo me apunto.
No todos los dias conoces a un semidios...

-Entiendo que dudes, asesino. Si quieres saber qué obtendréis a cambio, yo os puedo hacer poderosos, puedo hacer que obtengáis objetos legendarios, y también obtendréis riquezas... en cuanto a ti, ninfa, supongo que tu silencio es un rechazo a mi oferta. No te preocupes, había oído hablar de que estáis demasiado apegadas a vuestros bosques como para abandonarlos. Haz lo que quieras.

Hmmm... Riquezas... Si lo que este "semidiós" dice es cierto, seré mucho más rico y poderoso que ahora...

- Aceptaré, pero te va a costar muy caro, yo sólo trabajo para la Horda Oscura, yo no soy un mercenario cualquiera.

Quise mostrar orgullo, pero creo que se me ha notado un poco la idea de ser más rico aún.

Me siento frente por frente al semidiós, para escuchar cuál será la misión que nos encomendaría...

- ¡Ah!, por cierto, debo deciros que suelo trabajar sólo, o en cualquier caso con algún que otro asesino que me obedece. Así que respetaréis mis normas, y yo os conduciré al éxito de la misión.

No sé cómo podía haber dicho esto incluso antes de saber qué debemos hacer... En fin, todo sea por asegurarme el botín.

Mientras Gorvan estaba hablando, Eitxo se había levantado en silencio y se estaba yendo discreta y tranquilamente.

-Bueno, parece ser que tengo tres... discípulos, por decirlo de alguna manera. - mirando a Gorvan - Y las normas las pongo yo, ¿queda claro?, no un débil y defectuoso mortal como tú, o cualquiera de vosotros dos, dicho de paso. - Esto último lo dice mirando a Peter y Kouri - Aunque parecéis ser lo bastante sensatos como para no decir enormidades como esa...

En ese momento pasó la mano por el fuego, como quien juega con un palito, y este se volvió azulado. Al cabo de unos segundos de silencio apareció un pequeño pájaro azul de entre las llamas, silbando alegremente una melodía repetitiva, y alzó el vuelo hasta perderse de vista en la oscuridad. Poco tiempo después salió otro, y otro. Después de estar jugando con el fuego, pensativo, y sin parar de hacerlo, Eowriand os miró uno a uno.

-Aunque debéis reconocer que no sois precisamente los mejores que me haya podido encontrar... No valéis para el combate duro de melée, ni tampoco sois precisamente los mejores a distancia o para conseguir información. Valéis para hacer magia y matar por sorpresa, poco más. Eso vamos a tener que arreglarlo un poco, creo yo...