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VERSOS (per)VERSOS, PROSAS (le)PROSAS Y OTRAS MARGINALIDADES.
Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
03-12-2014 15:33

Yo también estoy triste, conmovido. Quizas sean otras razones diferentes a las tuyas, las que obligan este sentimiento y aquí cuelgo mis versos para compartir un absurdo.

Ángeles, Marías, Pinedas o Serpientes

Enorme la bala
que come la carne
en la emboscada.

Seco el asfalto en Iguala
la noche del veintiséis
se traga la sangre y el rastro,
no deja huellas
de aquellos cuarenta y tres.

Pinches desmadres municipales,
Chingados uniformados de Cocula
coluden con asesinos desalmados.
Sicarios Unidos en Guerrero.

Quema el seso la fecha
huesos y dientes calcinados.

¿Dónde está el águila azteca?
cuando aúllan los coyotes en las lomas.

Vivos se los llevaron
bajo una lluvia de balas,
vivos los queremos
de regreso en Ayotzinapa.

No puedo completar la hora
faltan 43 minutos.

No puedo completar el mísero minuto
faltan 43 segundos.

43 palabras
43 miradas
43 suspiros
43 hermanos
43 pasos
Para completar nuestro destino.

No es posible olvidar en el olvido.

El recuerdo será el silbido
de las balas, de las llamas
de las almas.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
21-11-2014 11:15

Os dejo este poema, recientito, recientito, inspirado en circunstancias personales no demasiado optimistas. Que os guste.

ASILO

La luz aristocrática, luz elemental y líquida,
navega entre guedejas de vetustas cabelleras.
Allí, en la austera estancia, como raíz sin origen,
la luz recrea árboles entre los muebles oscuros.

Sobre las enjalbegadas paredes se dibujan
con la mano experta de esa luz de tantos siglos,
figuras como alabastros deslustrados, carnes
alojadas en los ojos vacíos de quien las mira.

Y entre la luz, que remueve el aire estancado
con presagios de catafalco, oros disimulados,
partículas de los tesoros que los ancianos ocultan
entre olores matutinos de orines incontenidos.

En la tarde verdinegra de los abetos enhiestos
los vencejos arañan el aire con sus gritos,
derribando las nutridas telarañas agoreras
Mientras, los ancianos se disuelven en el ángelus.

Ríos como atarjeas -la sangre en las venas ateridas-
nacen en la fuente reseca de la memoria incierta.
Rompen agonías y rezos los bronces y los graznidos,
y la ciudad vespertina exhibe sus nuevos reflejos.

Una urdimbre de venas múrices y tendones
soporta el tiempo que muere, rasgando nieblas.
Nubes blancas con forma de avemarías
reparten indoloras sopas de candor y lluvia.

El aire se transforma en pasto consumido
y se hace denso, denso como una irreal presencia
de escleróticas campanas de silencio.
En el asilo es la hora de la cena.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
13-11-2014 18:57

Para no dispersar demasiado nuestras escasas intervenciones me refugio una vez más en este hilo-cajón-de-sastre y os dejo unos versos algo tristones. O así me lo parecen.

TRÁNSITO

Cuando el tic-tac del reloj se hace inaudible,
cuando los secos golpes de azada son sólo uno
y el surco que desbrozan llega a su fin,
no porque la besana acabe
-todavía el horizonte queda lejos-
sino porque tus fuerzas de hombre se agotan,
entonces, en ese intervalo premioso
entre la herida y su eco, busca tu sitio y descansa.

Has cumplido tu andadura, has regado con sudor
la tierra áspera y fría: que ella te acoja ahora.
Serás en adelante nube, o desierto, o dura piedra.
Otras azadas ignaras socavarán tu nueva alma,
continuarán tu surco inacabado
sin saber que es labor interminable.
Pues ese es, hombre, el destino de los dioses,
sufrir la afrenta inacabable, la blasfemia, la impotencia,
y dentro de tí siempre hay un dios.

Tal vez hayas vivido primaveras y la tierra te haya sido generosa,
tal vez en ese instante tu pobre condición de hombre
se haya visto deslumbrada por la luz de lo divino.
Eso te ha confundido: has tomado un bello ocaso
por un grato premio a tu esfuerzo, hombre cansado.
No conoces tu futuro y un luminoso horizonte te engaña.
Siempre serás agraz, nunca fruto maduro.
Descansa ya junto al árbol seco del que eres hijo.
Tu reloj de hombre, por fin, ha marcado su último tic-tac.

Estela
Estela
22-10-2014 03:58

Sí, Miguel! Estos son! Magníficos! (y les queda chico el adjetivo)

!Qué bueno que lo hayas ubicado! Es genial leerlos nuevamente!

Muchas gracias.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
21-10-2014 19:09

Para Estela, por si es el poema que busca.

NACIMIENTO DE LA NUEVA BELLEZA

El cuadrado se desliza, aleve,
Por el borde claroscuro de la elipse.
Su suave bisbiseo de alfanje sobre piedra
Ondula en azul armonía los escalenos
Triángulos violáceos de la base.

En un momento dado, la sutil diagonal
Perpetra el crimen y la roja mancha
Informe se instala entre las curvas
De feroz arritmia añil-magenta,
Como ónfalo precario y estridente.

Consumada la hecatombe, nuevas estrellas
Azules se entrelazan con azorado ritmo,
Subiendo en sesgo audaz hacia el cenit,
Como el sagrado humo que a los dioses
Impetra una nueva Belleza.

ESA ESPIRAL]

Esa espiral con vocación de infinito
que, a golpes de latidos, va perforando la nada,
ese ámbito circularmente expandido,
pretendiendo hálitos nuevos,
ése es el yo que me crece a cada instante,
terco rescoldo, ola menuda e incesante.

Línea infinita, nacida desde un punto germinal
e indescifrable, generada desde sus propias entrañas,
esa línea curvamente paralela, alejadiza,
que en su esencia me recorre y me penetra, me hace suyo
en un ansia universal de pervivencia.

Línea forjada en los latidos que, como golpes de herrero,
intermitentes, me expande y me constriñe
hasta alojarme en este cuerpo singular que hoy me soporta.

Centrífuga construcción que anula sus propios límites
y me hace árbol, o roca, o firmamento insondable.
¿Y dónde yo, de dónde esa fuerza que a ella me ata,
en qué punto me desborda y me aherroja,
como ángel apagado, a las tinieblas cerradas?

Con las alas prestadas de este sueño que es vivir
voy trizando los espejos que guardarían mi memoria.
Espejos rotos del recuerdo caen como espadas de agua,
como lluvia desangrada,
como ojos ciegos arrancados de sus cuencas.

Se va callando la fragua, se hacen lentos los esfuerzos,
se hace más densa la Nada que tengo que penetrar
en mi ansia de infinito.

El herrero canta sólo viejas canciones de ayer
que reblandecen su yunque. El acero ya está frío.
Mi antiguo corazón cansado revolotea perdido:
no encuentra ese cuerpo amigo donde nacía la espiral,
donde alojar sus latidos. Desfallece.
Como al ático Ícaro sus alas se le han fundido.

Desangrado corazón vencido: después de tu último latido,
con la espiral ya anclada en el silencio,
allí, en el punto terminal entre el olvido y la nada,
esperando mis nuevas alas de fuego,
allí, como a un viejo conocido, tal vez me encuentres de nuevo.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
17-10-2014 19:04

Intenso ha de ser tu dolor, J.J., querido compañero. Sin saber las causas desde aquí lo hemos compartido con tu ausencia. Ausencias, tantas ausencias en tus doloridos versos, que son como trozos de alma que se van en anticipo y presagio de la ausencia definitiva. Pero todavía estas ausencias que tanto adolecen tu costado siguen siendo presencias, tienen voz a través tuyo. Sigue dándoles vida con la tuya mucho, mucho tiempo.
Hace tiempo escribí unas líneas por un compañero que se fue. Con una doble misión, la de revivir esta agónica Rayuela y la de hacer compañía a tus versos los dejo aquí mismo.

ELEGÍA PARA EL QUE FUE

Espíritu doliente, como brasa que agoniza,
dejando sus últimos fulgores de calor o hielo
para aquel mendigo ominoso que ha de ser.

No la noche ni el claro día son ya refugios buscados.
Sólo el silencio y la nada reconfortan al que clama.

Yacer bajo la ola amiga en el inmenso útero del mar.
Nacer como alga o sirena, como piedra arriscada, como sal.
Corta fue tu vida, oh amigo, y largo tu deseo de morir.

Porque soñaste verdades, te ignoramos.
Porque viviste en el árido camino de la luz, te despreciamos.
Porque tú mismo fuiste luz, disuelta en el silencio,
vimos en tu cuerpo lepra y de tí nos alejamos.

No fue tu sitio entre los hombres, amigo ido.
Cuando vuelvas hazlo como tigre o simple mariposa
o, tal vez, como palabra a pie de página,
dispuesto para el salto, para el vuelo
o sólo para el curioso que te busque.

Jose Jesus Morales
Jose Jesus Morales
17-10-2014 04:29

No estás solo Rodrigo, aunque sea en pedazos cuelgo estos versos.

Adioses. Despedidas. Destierros

Murió mi padre,
pero hace mucho.
Ya no pesa su ausencia
en la memoria.
Queda eso sí:
El aroma de alcoholes renovados
y la lumbre de un cigarro eterno
precede sus grandes bigotes amarillos.

Murió también mi suegra
en tierras ajenas,
según predijo una borrosa mañana
un vidente desconocido.
Recién cumplidos sesenta y dos años
y está presente en los salmos,
en los rezos, en los ritos,
detrás de la puerta de la iglesia.

Murió mi hermana Esther
recientemente
y la llevo aquí
anclada en el recuerdo
¡viva! en mi costado,
en mis afectos.
Levanta a dos manos desde siempre
las banderas del dolor y la esperanza.

Logró alcanzarla
en ese viaje sin retorno
mi sobrina Sara
¡la más intensa!
Un torbellino incansable de propuestas
en defensas desesperadas.
Clamando justicia la vieron partir
las leyes imprecisas, el Código Penal.

Hace semanas murió
Orlando Palencia.
El entrañable “Samsa”
Nos dejó sus fotografías
en herencia sin descendencia.
Imprimimos nuestras huellas
con miradas a horizontes distantes y distintos
en aquel famoso Boulevard de otros tiempos.

Ayer murió la impenitente viajera.
Mi amiga ¡María Eugenia Talavera!
El renglón con su nombre se iluminó
a un incierto destino sin futuro
en esa lista de espera inevitable.
Sin esperar otra llamada, sin equipaje
cruzó el umbral de un horizonte sin sueño.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
15-10-2014 19:48

Dado el estatismo y anquilosamiento de los hilos voy a limpiar un poco el polvo de éste, creación mía y por tanto merecedor de mis atenciones un poquito más. Os dejo un nuevo horror hijo de noche angustiosa.

MUJER-CIUDAD

Sobre la balada azul que nace de tus manos
curva caricia sobre mi ser bifronte,
sobre el musgo variopinto de tus vellos
respiro y duermo como un breve equinoccio.

El constante perjurio de tus ojos, hielo o niebla,
que me niegan en la noche más frenética
hiende mis amaneceres con el estridente ruido
de un vendedor callejero.

Escondido entre los grumos y las escrófulas del tedio,
me disuelvo en sueños nacidos de los áticos,
sueños densos que caen sin ritmo ni cadencia
hacia los locales subterráneos donde se escucha el jazz.

Duermo, en esta muerte efímera y cotidiana
que es la placenta venenosa de mis sueños,
una vez cumplido el homenaje que te debo, oh ciudad-mujer,
óculo bermejo, lascivo lampadario de los ídolos.

Mujer-ciudad, avenidas sin retorno desde el ónfalo,
vorágine que extiende tus lúgubres llamadas.
Ciudad equívoca como trazados de arrabal.

Ciudad bajo los humos, verticalidad ilusoria de ideales,
te quiero horizontal, como mujer en la entrega,
como surco o superficie de acuario.

Ciudad, mujer que me respiras en insaciable deseo de eternidad.

(Vaya, tampoco funciona bien la aplicación de colores a los textos. Sorry.)

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
19-09-2014 20:30

Quiero respetar los foros poéticos hasta que sus animadores nos "animen" a participar. Mientras, de vez en cuando, como dicen aquellos versos de Quevedo (creo): "Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca..." nos nacen verdades que hay que compartir con los "compis", sobre todo si es finde.
No se si estos versos son verdades. Raros sí que son, pero me gustan.

LA LUZ QUE EN TÍ HABITABA.

Con la insistencia filiforme de los raíles del tren,
nacidos en la bruma de la fruta descompuesta;
con el extenuado latir de alas -corazones moribundos-
alas donde el plomo acaricia la tersura de un engaño;
como al líquido seminal de una lágrima de esperma
o hielo contumaz nacido de la paciencia.

Así te busco, oh luz adormecida, fulgor de mirada muerta.
Porque nadie osó exhumar ese fuego repentino
en la oquedad, robusta y limpia, de una calavera humana.
En ese cuévano como útero o simple urna votiva,
depositaria efímera de Dionisios venideros,
ónfalo confiado por los dioses a la canción aún no escrita.

Luz de los ojos nuevos, nacida de una nube estremecida,
vómito renovado de los prodigios de antiguos mitos.
Luz como promesa de dolores nuevos, pura complacencia,
la luz que señala a Sísifo el exacto lugar de su tormento,
iluminando también el esplendor apaciguado del ocaso.
Negros caballos alados, corceles ya de la noche,
traen a los caducos caballeros y a sus damas a la última soirée.

Después ya nada será igual: ni el olor del heliotropo
-simple acetato de bencilo- ni el prodigioso arco-iris
que enlazaba el centelleo de tus pechos las noches que éramos magma.
Mujer de ayer, manantial de mi luz ya ida, onírico resplandor de luna llena.
En el compendio de gráficas logarítmicas que definen tus contornos
me incorporas al escueto, paralelo discurrir del tren que ya perdiste.

Rodrigodeacevedo
Rodrigodeacevedo
09-09-2014 14:08

"Vamoh a echarle al güeguito
doh o treh astillas más.
Hasta que escampe la lluvia
pa qué me voy a incomodá."

De: "Domingo de agua", de José Larralde.

Pues eso; hasta que el fuego de este foro no vuelva a sus antiguos esplendores (?) no nos incomodemos; sigamos echando pequeñas astillas para que siga vivo.

INCIERTA LUZ

Una luz apenas, el alba todavía,
un presagio apenas pergeñado
como cabellera de mujer
antes del lujurioso peinado.

Una luz; desde mi momento, aislado,
no se si nace o muere. No crepita
en todo caso. Esa luz silenciosa, alba apenas,
que me impide un jubiloso morir.

Desde que tus brazos cayeron
como ramas tronchadas por el viento
me alojé en el hueco que dejaron,
como el vacío dejado por la roca en su aire.

Hueco rosado, tal vez útero, por lo cálido,
que me permite una muerte silenciosa
mientras nazco. Útero como alba, rosicler
abundancia de cadencias, rezos paganos.

Y la línea de luz, constante y glauca,
amanecer de las rosas, frontera de la nada,
como un latido que se agranda y disminuye
me anuncia la nueva vida.

Vuelvo a sentir la fuerza de tu abrazo,
vuelvo a fundirme en la carne de tus pechos,
vuelvo a iniciar el infinito retorno
a tu macabro universo.

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