Gracias, Rodrigo. Esa realidad, se puede expresar de diversas manaras, pero no por ello, deja de ser dramática.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
31-10-2021 10:38
LOS NIÑOS DE LA CALLE. Soneto. Gregorio.
Una muestra más de la fina sensibilidad poética de nuestro compañero Gregorio. Si el relato de J.J. es de un tremendo realismo, el poema de Gregorio no le va a la zaga. Vestido con los oropeles de la poesía nos muestra en catorce versos esa realidad siniestra de los niños de la calle, los que tratan de limpiar el parabrisas del coche, ya que no pueden limpiar nuestras coriáceas conciencias. Excelente, Gregorio.
Rodrigodeacevedo
31-10-2021 10:34
Estremecedor el relato de J.J., dramáticamente descriptivo de una realidad que quienes instalados confortablemente en la mediocridad apenas conocemos. Los niños de la calle, entrevistos en reportajes telvisivos o alguna obra de buen cine, esos molestos muchachitos que acercan sus manos sucias a las ventanillas de nuestros coches, están ahí, frente a nosotros, como denuncia que muchas veces tomamos como insulto. Somos nosotros y nuestros andrajos pidiendo una ayuda que no sabemos reconocer. Estremecedor, J.J.
Gregorio Tienda Delgado
30-10-2021 17:27
Tu relato, JJ, es desgarrador. Si la droga es un drama para las personas mayores, que en la mayoría de los caso, cuentan con la ayuda de sus familiares, mucho más lo es para los niños que ni siquiera tiene familia ni techo. Pobres niños de la calle. El caso de Daniel, desgraciadamente, podría ser real. En esta ocasión me permito incluir un soneto de mi autoría que encaja bien en el tema de esta quincena.
NIÑOS DE LA CALLE.
He oído en el silencio de la noche,
el vagar de unos seres conmovidos,
el amargo clamor de sus gemidos,
sufriendo la miseria y el reproche.
He visto bajo el manto de la noche,
dócilmente, trepidando ateridos,
a niños en las calles, afligidos,
secuela del desorden y el derroche.
No sé si su lamento será un llanto
silente que no logra ser oído,
o sufrimos sordera permanente;
tenemos corazón de calicanto,
guardamos la tragedia en el olvido,
o vemos con mirada indiferente.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Jose Jesus Morales
29-10-2021 21:48
Para el mes de noviembre propongo un texto sobre la lluvia. Estamos en otoño y llueve con cierta regularidad, pronto estaremos en medio del invierno y las consabidas tempestades. Hace poco un inusual aguacero azotó una isla en Italia y ocasionó unos desastres y hoy me enteré que parece que la RAE elimino la Ll y ya no se como escribir lluvia. En fin, la lluvia como bendición natural, o como maldicion del cambio climatico.
Jose Jesus Morales
29-10-2021 21:36
Mi contribución para este reto de finales e octubre
Huelepega
Solamente en tres encuentros se nos va la vida. En tres oportunidades el destino me hizo tropezar con Daniel, esas tres veces se han convertido en tres imágenes, en tres fotografías colgadas en las paredes blancas de mi memoria. De vez en cuando, una idea extraviada ilumina el recuerdo y se abre la boca de un túnel de sombras en donde me interno con pasos falsos y apoyado en oscuros pensamientos me topo con la desesperanza, ese mal que nos acecha.
Mi primer encuentro con Daniel fue a las dos de la madrugada y casi me mata del susto, es una hora inusual para encontrarse con un niño en la calle, solo y en el mayor de los desamparos. En cambio, para mí, es la hora que habitualmente finaliza mi turno en el restaurante Alonzo. Desde hace dos meses soy mesonero en ese lugar y cada día, todos los días, sin falta y puntual, cumplo mi horario de trabajo. En la madrugada de ese primer encuentro con Daniel, caminé por las calles desalmadas y mal alumbradas de Sabana Grande, pasé por el callejón de la puñalada, que realmente se llama Pasaje Asunción y al abrir la puerta de mi auto, me encontré a un niño sentado en el asiento de atrás, un cuerpo menudo que empuña una navaja con la mano derecha, para defender el pote de pegamento que sostiene con la izquierda. El niño tiene los ojos volados, la mirada perdida, intenta hablar pero es incapaz de articular palabra, me amenaza con la navaja y al intentar atacarme se hunde en un sueño de demonios de éter. Aprovecho el desmayo para desarmarlo y temblando de miedo conduzco el auto hasta un refugio cercano para personas sin hogar.
En el refugio es obligatorio llenar un formulario con mis datos y las condiciones en que se encuentra el niño para que pueda ingresar, además debo firmar un compromiso de regresar en horas de oficina para una entrevista. El niño se queda bajo ese amparo provisional y yo me marcho envuelto en una nube de pesadumbre.
Esa misma tarde vuelvo al refugio de menores a cumplir mi compromiso. En la entrevista me informan que el niño tiene diez años, que desconoce el paradero de sus padres, que no tiene memoria del día en que comenzó a vivir en la calle y que su nombre es Daniel.
Me llevan a una sala en donde juega con otros niños, los encargados del refugio insisten en que hable con él. En este, mi segundo encuentro con Daniel, no sé que puedo decirle, ni como ayudarlo. Daniel no recuerda los pasos que lo condujeron a esta casa, no sabe quién soy y yo no sé quién es él, pero los encargados del refugio insisten y no puedo negarme.
Daniel está bañado y vestido, la ropa que lleva está limpia y le queda grande, ha recobrado el rostro de niño que antes permanecía secuestrado por los vapores del disolvente, su lengua ya no está enredada en la estopa con cola, recuperó el habla, pero una película opaca de pegamento persiste en quitarle el brillo natural a sus ojos. Es difícil la comunicación, no logra concentrarse, su conducta es tan volátil como los vapores que inhala y es imposible una conversación coherente, el hilo de su pensamiento se interrumpe, por momentos pierde conexión y salta al vacío de los silencios, nos separan espacios en blanco y miedo, un miedo atroz a una banda de pájaros oscuros que lo persigue, que lo amenaza con sus picos dorados.
El encargado de esta casa de acogida es un muchacho joven recién graduado de la Escuela de Trabajo Social, pero sabe perfectamente lo que viven los niños de la calle y conoce los límites de la ayuda que presta y es este muchacho de título reciente, quien me muestra el mundo desconocido de una sociedad rota, apenas sostenida por precarias columnas corrompidas.
-El niño que esta mañana usted trajo al refugio es adicto a sustancias volátiles, aquí tenemos muchos como él-. Dice el director del Centro.
-Daniel apenas tiene diez años y en él, los efectos de la frecuente inhalación de pega son devastadores.- -Es importante que sepa, que inhalar disolventes es peligroso, son drogas psicoactivas que modifican el estado anímico, los procesos del pensamiento y la conciencia. Inhalar los vapores de los disolventes produce de inmediato un estado temporal de euforia, pero después se presentan mareos, dificultad para hablar, desorientación y alucinaciones, que llevan a la pérdida de control y en ocasiones terminan en actos de violencia-.
-Los vapores del metanol llegan enseguida al cerebro y eliminan neuronas provocando la pérdida de memoria y la dificultad para concentrarse, en muchos casos ocasionan la muerte repentina por inhalación-. -Es terrible-.
-Lo que nosotros llamamos pega, es la droga del pobre, del marginado, de los niños sin hogar, además de ser barata se consigue en cualquier ferretería-. -En la calle se les llama despectivamente huelepega a quienes tienen la adicción a los solventes, pero en realidad son enfermos que necesitan desesperadamente ayuda-.
-Este es un refugio de menores, no es un correccional y mantenemos las puertas abiertas. Daniel es menor de edad, pero es un niño de la calle, tiene la opción de quedarse y también la libertad de irse. Los niños de la calle generalmente vuelven a los lugares que conocen, a los sitios que frecuentan y seguramente volverá a encontrarlo, pero para él, usted seguirá siendo un desconocido. Este dato es verdaderamente importante, si vuelve a encontrarse con él, lo más seguro es que no lo reconozca y quizás su maltrecha memoria lo convierta en un enemigo, bajo los efectos de sustancias psicoactivas un niño como Daniel puede resultar sumamente peligroso-.
Al dejar este improvisado hogar para hijos de la calle, me gana la pena.
La tercera vez que me encontré con Daniel, era nuevamente la hora de las sombras, del peligro, de los riesgos, del miedo. En esta hora a Daniel no le alcanzó el tiempo de entrar en mi auto y resguardarse, tampoco tuvo tiempo suficiente para ensuciar las ropas que le dieron en su tránsito por el refugio, apenas tuvo el tiempo justo para recostarse de la puerta de mi auto y entregarse vencido a la banda de pájaros oscuros que finalmente lo alcanzó y con sus picos dorados desbaratan su corazón sin fuerzas, dormido para siempre, en los volátiles vapores del disolvente.
Jose Jesus Morales
29-10-2021 21:20
Para esta entrega Rodrigo nos plantea en Mi segunda oportunidad, lo fácil que es entrar a ese mundo prohibido del consumo de drogas y tambien, lo fácil que es quedarse pegao, la adicción es casi automatica y nosperdemos en la experiencia, perdemos esos sentidos que la vida y la realidad nos proporcionan para seguir adelante y así como es muy fácil caer en estados de dependencia, salir de ese camino al que entramos con tanta facilidad es realmente difícil. En muy pocos casos las personas piden ayuda, el trabajo personal para salir de una dependencia de ese tipo es una lucha contra gigantes. Debe preocuparnos la cantidad de paises que estan legalizando el consumo y saber que intereses se mueven detrás de estas nuevas leyes más permisivas.
Jose Jesus Morales
29-10-2021 21:02
Con Ritual, Gregorio nos lleva a un viaje, capaz de generar estados demenciales de angustia, vivimos al leerlo las alucibnaciones producto de una poderosa y peligrosa droga como lo es la heroina, al leerlo vivimos la angustia de esas alucinaciones y al final del texto la otra cara de quienes consumen drogas, los peligros a los que se exponen para adquirir la droga, que ademas causa dependencia y por lo tanto el riesgo es obligatorio.
Gregorio Tienda Delgado
28-10-2021 12:32
El protagonista de tu relato, Rodrigo, decidió adentrase en el mundo de las drogas para conocer las sensaciones y alucinaciones que dichas sustancias producen, y sufrió lo que tantas personas han sufrido y que a muchas ha llevado a la muerte. Pero tuvo la suerte de contar con la ayuda de su familia, y acabó recuperándose en el Monasterio de Yuste donde nuestro antepasado Emperador Carlos V.
No hay mejor manera de saber las sensaciones y los problemas de algo, que vivirlo en primera persona, aunque sea imaginariamente, o con ayuda de la lectura de lo que alguien escribió. Los que tenemos cierta edad, no tuvimos por suerte, la oportunidad ni la tentación de explorar ese mundo de los alucinógenos, más allá de los contenidos en los escasos medicamentos a nuestro alcance. Buen trabajo.
Me gusta soñar despierto... dormido tengo pesadillas.
Rodrigodeacevedo
26-10-2021 21:59
RITUAL.Gregorio
Una magistral descripción de un ambiente y unos personajes que practican un ritual extravagante, de iniciación de alguna liturgia exótica y pagana, en la que el joven raptado debería ser la víctima propiciatoria. Me han maravillado el ritmo y el desarrollo de la historia, así como la minuciosidad en los detalles de la ambientación. Bravo, Gregorio.