La idea guía es modificar las leyes para que las penas por delinquir no se midan en tiempo sino en dinero.
Distintos delitos tendrían distintas multas. Y las multas tendrían como objetivo básico una indemnización a las víctimas.
El pago de estas multas sólo se podría hacer con trabajo del propio condenado, en establecimientos penitenciarios.
El producto del trabajo del condenado podría dividirse en una parte para la indemnización, una parte para financiar el funcionamiento de la prisión y eventualmente una parte para su familia si tiene hijos o padres viejos.
Si el penado declara no tener oficio o profesión, deberá aprender a hacer algo.
Y si el penado no quiere trabajar, podrá no hacerlo, pero no saldrá nunca más, porque no paga la deuda.
Pero además no estará contribuyendo al fondo de funcionamiento de la prisión, lo que seguramente hará que sus compañeros presos "promuevan" su trabajo.
Esto convertiría el tiempo que los delincuentes están dentro, en tiempo útil con varios fines:
aprender la relación trabajo-resultado
aprender a trabajar
adquirir hábitos de trabajo
resarcir a la(s) víctima(s)
financiar la estadía y las condiciones de la prisión
Como efecto colateral, no tendrían tiempo para aburrirse, drogarse, pelearse, etc.
Homero Muñoz
19-06-2012 20:36
La literatura penal sobre el tema parece abordar el tema de la multa como sustitución de la prisión o complemento de esta.
Tanto que ya propongo cambiarle el nombre de multa por indemnización.
Y queda claro que la idea es indemnizar NO CON DINERO propio aunque lo tenga el penado.
Sino con trabajo en condiciones de privación de libertad.
Y con el complemento de que una parte de ese trabajo va destinado al bienestar de la población reclusa, lo que pone un elemento de presión del colectivo para que no se ceje en el trabajo.
Como se ha dicho, otra parte del trabajo va directo a la indemnización de la(s) víctima(s) del delito.
Y eventualmente una tercera a cumplir con los deberes de patria potestad o de cuidado de ancianos a cargo.
Esta concepción parece bien distinta a lo que se ha manejado en la literatura penal.
Apoyo totalmente la idea global. Lo complicado es la instrumentación pero más difícil es no hacerlo. Como lo difícil es la comercialización, la competencia con el mercado y las restricciones del Estado en ese sentido, deberíamos empezar por la propia construcción y mantenimiento de los establecimientos carcelarios y de INAU. Abarataría los gastos y contrataciones del Estado a particulares y haría que los presos los valoraran más en lugar de romperlos.
