Alas de Fantasia
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CAPITULO 2 ...... “CONTRATADA
Marina se quedó parada delante de la puerta decidiendo si irse o no. No iba a consentir que nadie la tratara así, y menos ese hombre. ¡Que se quedara con su empleo! ella ya encontraría otro. Ya estaba abriendo la puerta cuando el volvió a hablar.

- Srta.Salvador. Por favor…

Lo dijo con un tono de voz al que Marina no se pudo resistir. Volviéndose caminó hacia la mesa, y antes de sentarse dijo:

- Está bien, pero no voy a consentirle que vuelva a tratarme así, si lo hace me marcho de inmediato.
- De acuerdo, intentare dominar mi carácter y medir mis palabras. ¿Complacida?

Armando dijo esto con una sonrisa que le dio a su rostro una bella expresión. Marina pensó que era el hombre más apuesto que había visto en su vida, pero también el de peor carácter.

- Javier, me ha dado muy buenas referencias suyas. Le voy a exponer con detalle en que consiste el puesto y lo que se espera de usted.
- Está bien, permaneceré atenta.
- Necesitamos una persona que se haga cargo del laboratorio. Su objetivo será el de elaborar nuevos productos, para ello dispondrá de todo el material necesario.
- ¿Y hacia donde debo orientar mi trabajo?, porque intuyo que deseara comenzar por algo determinado. ¿O acaso espera que yo misma seleccione un artículo al azar?
- Claro que pretendo comenzar por algo determinado. No sea tan impaciente, ahora se lo iba a explicar. He pensado en una gama de maquillaje facial. Necesito algo diferente, algo que no tengan las otras firmas de cosmética. Este mundo es muy competitivo y precisamos lanzar novedades cada corto tiempo, para continuar en vanguardia.
- ¿En que debe residir esa diferencia?

Armando esbozó una sonrisa sarcástica, que no pasó desapercibida para Marina. Bueno, bueno, no iba a resultar aburrido trabajar con ella, poseía una mente inquieta y tenía temperamento. Si, resultaría divertido.

- Eso depende de usted, su trabajo será descubrir esa diferencia. ¿O acaso no se siente capacitada?
- Por supuesto que me siento capacitada, lo intentaré y lo voy a conseguir.

Para ella este empleo representaba un reto y estaba decidida a aceptar el riesgo. Además iba a trabajar en el laboratorio y no era probable que se cruzara mucho con el. Había algo en su mirada que no acababa de gustarle. No sabía definirlo.

- Así me gusta, que sea decidida. Deduzco que le interesa el puesto.
- Me interesa, deduce bien.
- Magnífico, en ese caso debo decirle que el laboratorio depende directamente de mi, lo que significa que solo a mi deberá informar de sus progresos. Usted tendrá completa libertad para investigar, pero deberá mantener bajo llave sus notas, fórmulas y pruebas. El laboratorio ocupa toda la segunda planta, aunque usted trabajará en una zona separada del resto por cristaleras, no debe permitir que ninguno de sus compañeros vea su trabajo, repito, nadie debe saber en que está trabajando. Solo es por precaución, no me gustaría ver una de sus fórmulas en manos de la competencia.
- Entiendo, ¿con eso quiere decir que puede haber espías?
- Exactamente eso, no puedo estar seguro al cien por cien de la lealtad de todos mis empleados. Por lo tanto usted será responsable de cualquier fuga de información. ¿Le ha quedado claro?
- Si, muy claro. Pero no se preocupe, no permitiré que nadie averigüe en que estoy trabajando.

Marina expresó esto con mucho acaloramiento y el pensó qué sentiría si la tuviera entre sus brazos, debía ser una mujer muy apasionada. Apartó estos pensamientos y continuó con la entrevista.

- Semanalmente, usted y yo nos reuniremos aquí para que me informe de sus avances. También la visitaré de vez en cuando en el laboratorio, para observar su trabajo. Y le advierto que soy muy exigente.
- De eso no me cabe la menor duda – Marina dijo esto muy bajito -
- Perdón ¿Cómo dice?
- ¡Oh! Nada, no se preocupe cosas mías.

Armando lo había escuchado perfectamente, pero no le dio importancia… por el momento.

- El sueldo ya se lo habrá comentado Javier, pero además, habrá incentivos por cada nueva línea de productos que lancemos al mercado con éxito. ¿Cuándo puede empezar?
- Cuando a usted le parezca bien, mañana mismo si lo cree conveniente.
- Mañana me parece fantástico. La espero a primera hora. Yo mismo le mostraré las instalaciones y le presentaré a sus compañeros. Sea puntual esta vez.
- No se preocupe, lo seré.

Se estrecharon las manos, y los dos volvieron a tener la misma sensación de descarga, se las soltaron a la vez y rieron confundidos.

Armando pensó que ella tenia una sonrisa preciosa y una risa alegre y cantarina que le había encantado escuchar, y el aroma que ella desprendía, le gustaba.

Marina por su parte, pensaba en la risa fuerte y varonil que tenia Armando y aquella voz que cuando no estaba enfadado, era acariciante y sensual, ¿como seria estar entre sus brazos y que le hablara con aquella voz tan profunda...? Pero apartó estos pensamientos diciéndose, que a partir del día siguiente sería su jefe y nada más. Además, ella que pensaba que no tendría que tratarlo mucho, debía informarle de todo y tendría una reunión semanal con él. Eso no se lo esperaba.

- Hasta mañana entonces.
- Hasta mañana. La acompaño a la puerta, y ya que vamos a trabajar en estrecha colaboración, permítame llamarla Marina, usted puede llamarme Armando.
- ¿Lo cree conveniente?
- Por supuesto, vamos a trabajar juntos ¿no?
- De acuerdo Armando.
- De acuerdo.

La acompañó hasta la puerta y la abrió para que ella saliera.

- Hasta mañana Marina…
- Hasta mañana.

A ella le pareció que el pronunciaba su nombre como una caricia.
Al verla salir Mercedes, se le acercó.

- Srta. Salvador… ¿Ha conseguido el puesto? ¿Va a trabajar con nosotros?
- Por favor Mercedes, llámeme Marina, y ¡Si, lo he conseguido! Mañana comienzo y Armando me enseñará las instalaciones – riéndose ante la extrañeza de Mercedes aclaró – El me ha pedido que lo llame así.
- Mmmm, ¿El le enseñará las instalaciones? Eso no lo ha hecho nunca con ningún empleado…Que raro…
- ¿Ah, no?
- No, nunca. Pero no me haga mucho caso. ¿A que no es tan fiero como parece?
- ¿Cómo que no? Tiene un carácter de mil demonios. Pero tiene razón Mercedes, en el fondo es un encanto, solo que aún no lo sabe.

Riéndose se despidieron, y acordaron que comerían juntas algún día.
Marina se encontraba eufórica. ¡Había conseguido el puesto! Tenía que ir a explicárselo a Javier y darle las gracias. ¡Si! Se acercaría hasta la clínica donde el trabajaba. Llegó a la clínica y se encaminó directamente al despacho de Javier, lo encontró saliendo de el. Se acerco y le dio un beso en la mejilla.

- Javier ¿Puedo hablar un momento contigo?
- ¡Hola princesa! Por supuesto, pero dame diez minutos porque debo solucionar un asunto. Espérame en mi despacho, enseguida vuelvo. Por cierto, ¿Qué me dices del empleo?
- Eso precisamente vengo a explicarte. ¡Lo conseguí!
- ¡Enhorabuena princesa! No sabes cuanto me alegro, ahora me lo explicas todo y no omitas ningún detalle.

Javier se fue y ella entró en el despacho, tomó una revista de medicina de la mesita y se dispuso a esperar. Cuando Javier regresó, ella se encontraba concentrada en un artículo que hablaba del potencial de la Fitoterapia, tema que a ella le interesaba.

- Bueno, ya estoy aquí, vamos cuéntame.
- Pues verás he hablado con Armando.
- ¿Armando?
- Si, es que me ha pedido que le llame así, como te decía, hemos estado hablando después del topetazo.
- ¿Qué topetazo? – Preguntó entre preocupado y divertido

Marina le comento el incidente que había sucedido aquella mañana con Armando.

- Por cierto, tu amigo tiene un temperamento de mil demonios.
- Eso es muy propio de el, tiene un fuerte carácter pero no es mala persona.
- Ya me he dado cuenta, me ha explicado lo que se espera de mí y me ha dado el puesto.
- Me alegro mucho. Ahora podrás invitarme a comer tu a mi, ya me estaba cansando de pagar siempre – dijo riéndose.
- Claro que te invitaré. ¿Acaso no eres mi mejor amigo? Además tengo que darte las gracias, si tu no hubieras hablado con el no tendría el empleo.
- Quien sabe, puede que lo hubieras conseguido por tus propios medios.
- No lo creo, seguramente ni me hubiera recibido.
- No es tan desconsiderado, si hubieras pedido cita te habría recibido.
- No sé, tal vez. Pero no me habías dicho que era tan arrebatadoramente guapo.
- ¡Cuidado Marina! No te dejes deslumbrar por el.
- No te preocupes, no me voy a dejar encandilar ¿Pero por qué lo dices?
- Porque lo conozco bien, y el solamente utiliza a las mujeres para satisfacer sus deseos, sé de alguna que todavía llora por su causa y no deseo que eso te suceda a ti.

Ahora comprendía lo que había visto en su mirada, ¿Era la del cazador acechando a su presa? Pero ella se guardaría muy bien de el.

- Entonces… ¿Es un seductor?
- Ahora si. Pero hubo un tiempo en que no era tan cínico respecto a las mujeres.
- ¿Qué ocurrió?
- Eso es algo que no me pertenece y no puedo decírtelo. Espero que lo entiendas.

Marina estaba muy interesada por saber que ocurrió, pero Javier no se lo explicaría. ¿Qué pudo ocurrirle a un hombre tan apuesto? Aunque lo comprendía, se propuso averiguarlo mas adelante.

- Entiendo. ¿Tuvo algún problema con alguna mujer?
- Si. Ocurrió algo, y eso es todo lo que te puedo decir. Hazme caso y no te vayas a enamorar de él, por favor.
- No te preocupes, eso no va a ocurrir. ¿Te espero para cenar esta noche en mi casa?
- No princesa, esta noche salimos a cenar a un buen restaurante y te recuerdo que pagas tú. Te paso a recoger a las ocho.
- Esta bien, esta bien, pago yo. Hasta las ocho entonces.

Se despidieron con un beso en la mejilla. Cuando Marina se fue, Javier pensó en lo profundamente que la amaba todavía, aunque su relación no hubiera prosperado. No soportaría verla sufrir por otro hombre, ella era su princesa. Estaría atento para que Armando no le hiciera daño.

La mañana siguiente Marina, llegó a su trabajo quince minutos antes de la hora, no quería llegar tarde y que el la volviera a reprender por su falta de puntualidad. Fue directamente a la sexta planta, allí ya se encontraba Mercedes trabajando.

- Buenos días Mercedes. ¿Ha llegado ya Armando?
- Hola Marina, buenos días. No aún no ha llegado, pero suele ser muy puntual.
- Está bien si no es molestia, le esperare aquí.
- Ninguna molestia, siéntese por favor.

Se sentó en una de las sillas, asió una revista de la mesa y se dispuso a ojearla mientras esperaba. Al rato llegó Armando con cinco minutos de retraso. Estaba muy guapo con un traje negro de corte impecable, que acentuaba sus anchos hombros, camisa blanca y corbata de seda azul.

- Buenos días Mercedes. Hola Marina.
- Hola Armando, hoy el que no ha sido puntual es usted.- le dijo con una sonrisa.
- Es cierto, discúlpeme pero a esta hora el tráfico está imposible. Concédame cinco minutos para hacer una llamada y enseguida estaré con usted.

Ella volvió a sentarse y continuó mirando la revista. El entró en su despacho y mientras esperaba por la llamada pensó que aquella mañana Marina estaba más bella que el día anterior. Llevaba un pantalón negro y una camisa blanca entallada con un escote marcado que acentuaba su esbelta figura, llevaba el largo cabello suelto. Y aquel aroma que ella desprendía lo perturbaba tanto que había estado toda la noche recordándolo y pensando en ella, en su sonrisa, no había podido sacársela de la cabeza. ¿Pero que tenia aquella mujer que alteraba todos sus sentidos? Apartó estos pensamientos diciéndose que aquello no iba a volver a suceder jamás. El no volvería a enamorarse nunca. Solo necesitaba a las mujeres para satisfacer sus instintos. No confiaba en ellas. Aunque tenía que reconocer que aquella mujer le atraía enormemente.

Cuando finalizó la llamada fue al encuentro de Marina. Se había propuesto no pensar más en ella y tratarla como una empleada más.

- ¿Preparada para la presentación? – dijo con una sonrisa.
- Si estoy preparada. –dijo ella correspondiendo a su sonrisa.
- Vamos allá.

Entraron al ascensor y mientras descendían a la segunda planta no se atrevían a mirarse, iban uno al lado del otro. Marina se encontraba un poco incomoda por la proximidad con el. Tenerlo tan cerca la perturbaba. No se dirigieron la palabra hasta que de pronto el dijo:

- ¡Demonios! Me resulta difícil imaginarlo.
- Perdón ¿Cómo dice?
- ¿Eh? ¡OH! Discúlpeme por favor, estaba pensando en un asunto un tanto desagradable.
- Si puedo ayudarle en algo…
- No, no se preocupe… Aunque de hecho si puede. Verá se trata de la situación de la compañía. Desde que el anterior técnico cesó, no hemos dejado de presentar pérdidas, debido a que nuestros productos han dejado de ser competitivos al no conseguir poner en el mercado ninguna novedad. Debemos evitar que eso continúe ocurriendo o la compañía se verá seriamente afectada, de momento todavía no nos encontramos en una situación crítica. Pero debemos ponerle fin lo antes posible
- ¿Y como cree que yo puedo ayudarle?
- Disponiéndose a trabajar de inmediato. Necesitamos lo antes posible algún producto novedoso.
- Haré todo lo que esté en mi mano. Empezaré a trabajar enseguida.
- Eso espero Marina, eso espero.

Salieron del ascensor en la segunda planta y se encaminaron al laboratorio. Era un espacio muy amplio, en el que se encontraban trabajando unas diez personas. Armando indicó hacia la parte derecha del laboratorio y le dijo.

- Como puede ver es bastante grande. Pero usted trabajará en aquella parte separada. Ahora iremos a verlo pero primero permítame presentarle a sus compañeros.
- Me parece bien.

Se acercaron a un hombre de unos cuarenta años que se encontraba haciendo mezclas de colores.

- Le presento a Oscar Jiménez, el es como el segundo de a bordo, es el encargado de que esta parte del laboratorio funcione perfectamente. Oscar, le presento a la srta. Marina Salvador, ella se va a encargar de la investigación de nuevos productos.
- Encantado Srta. Salvador, puede llamarme Oscar. Como puede ver aquí nos encargamos de crear la paleta de colores de nuestros cosméticos. Si en algo la puedo ayudar, solo tiene que decírmelo.
- Encantada Oscar, puede llamarme Marina. Espero poder familiarizarme lo más rápido posible con todo esto.
- No se preocupe, lo hará enseguida.


Oscar se quedó pensando…
Así que esta era la nueva técnica, no le gustaba nada que hubieran encontrado a alguien, ese puesto tendría que haber sido para él que llevaba cinco años en la empresa y estaba lo suficientemente capacitado. Como siempre no lo habían tenido en cuenta para nada, pero ya encontraría el modo de vengarse. ¡Así aprenderían a contar con él! Pero de momento no debía dejar que nadie notara su malestar…

Armando le fue presentando uno a uno a los demás componentes del equipo y después se encaminaron a lo que sería su lugar de trabajo. El abrió la puerta con una llave y le cedió el paso.

- Como ha podido ver, esta puerta siempre está cerrada con llave y debe permanecer así aunque se encuentre trabajando dentro. Esta es su copia y debe llevarla en todo momento con usted, en este papel se encuentra la combinación de aquella caja fuerte que hay al fondo, en su interior están las notas del anterior técnico. Allí deberá guardar todas sus notas y pruebas. La combinación de la caja así como llave de la puerta solo las tendremos usted y yo. ¿Algún problema?
- No, ninguno. ¿Pero es necesaria tanta seguridad? Me refiero a que no me imagino que ninguna persona de las que están aquí sea capaz de sustraer una fórmula.
- Se sorprendería de lo que es capaz el ser humano por dinero.
- Entiendo…
- Bien, cuando usted quiera puede comenzar a trabajar, esta semana no realizaremos nuestra reunión, será la semana próxima, así le daré tiempo para familiarizarse con todo. Pero recuerde que de vez en cuando vendré a ver como le va.
- De acuerdo, voy a empezar a hora mismo.
- Siendo así, la dejo en paz para que trabaje. Adiós.


Armando se dirigió hacia la puerta, pero antes de marcharse se giró y le dijo:

- Por cierto, creo que deberíamos tutearnos si le parece bien. Ya que nos vamos a tener que tratar a menudo, deberíamos establecer un mínimo de confianza. ¿Te parece?
- Si usted lo cree conveniente, por mi no hay problema. Pero puede que me resulte difícil tutearle.
- No soy tan mayor como crees. – dijo esto riéndose.
- No es por eso, no lo considero mayor.- Ella también se rió – ¿Lo ves? me cuesta un poco.
- No te preocupes, poco a poco lo conseguirás. Hasta luego.

Marina abrió la caja, sacó las notas, y se dispuso a examinarlas. Entendía a la perfección las fórmulas allí escritas. El anterior técnico también había estado intentando conseguir un maquillaje nuevo. Después de estudiarlas un rato decidió que seguiría la misma línea de investigación durante un corto espacio de tiempo, para ver si podía desarrollarlas con éxito. De lo contrario, empezaría una nueva. Debía conseguir resultados lo antes posible. Se recogió el cabello y se puso a trabajar.

Se encontraba tan enfrascada en su trabajo, que la mañana transcurrió muy rápidamente. Cuando llegó la hora de la comida, ella estaba tan abstraída que no se dio cuenta de que Armando había entrado hasta que notó su respiración en la nuca, al notarlo se puso tensa, el estaba peligrosamente cerca aspirando su perfume. Con voz ronca el le pregunto sin apartarse lo más mínimo.

- ¿Cómo se llama?
- ¿Cómo se llama qué?
- Tu perfume, tiene un aroma embriagador.
- ¡AH! Eso, no tiene nombre. Lo elaboro yo misma y la verdad es que nunca se me ha ocurrido ponerle ninguno.
- ¿No? Pues yo tengo uno.
- ¿AH, si? ¿Y cual es si puede saberse?
- Marina…
- ¿Marina? No… No creo que sea el nombre adecuado para un perfume.
- Claro que es el nombre adecuado para tu perfume. Tú lo has creado, tú lo utilizas. Definitivamente es el adecuado.

Marina se apartó ruborizada, no entendía que había ocurrido para que el le hablara con ese tono de voz tan profundo. Aunque tenía que reconocer que le había encantado que le hablara así. Para olvidar el tema le pregunto:

- ¿Hace mucho rato que estás aquí? No me he dado cuenta de cuando has entrado.
- El suficiente…

Armando aspiró hondo y recobró la compostura. ¿Qué le pasaba? No comprendía porque había hecho eso.

- ¿Qué tal tu primera mañana?
- Muy bien, estoy intentando desarrollar las fórmulas del anterior técnico a ver si saco algo en claro.
- Me parece bien. Venía a buscarte para ir a comer juntos.
- ¿Comer juntos tú y yo? No creo que pueda, había pensado quedarme trabajando un rato más.
- Si, tu y yo juntos. No se de que te extrañas, así me podrás explicar si has avanzado en algo. Además tienes que comer ¿No?
- Si, pero pensaba ir más tarde.
- No se hable más, vienes a comer conmigo. Ya trabajaras esta tarde.
- Pero yo…
- Está decidido. ¡Vámonos ya!
- Dame dos minutos para que recoja.
- Está bien, dos minutos.

Marina no había sabido negarse. Se encontraba aturdida por lo ocurrido momentos antes ¿Dónde estaba su carácter batallador? El casi la había obligado a ir con ese tono autoritario. Había decidido por ella y ella siempre tomaba sus propias decisiones. Impediría que eso volviera a ocurrir.

Salieron del edificio y se encaminaron al coche de Armando. El conducía con suavidad. Ella todavía estaba pensando en lo que aquella voz le había hecho sentir. ¿Qué le había ocurrido? Había despertado unas sensaciones que no sabía poseer.

- ¿Dónde vamos?
- A un restaurante al que acostumbro a ir. No te preocupes, ya estamos cerca.

Mientras el decía esto a Marina le sonó el teléfono móvil. Lo buscó en el bolso y atendió la llamada.

- ¿Diga? Hola Javier.
- Hola princesa, te llamaba para ver si te apetecía pasarte por la clínica y comer conmigo.
- Lo siento cielo, pero no va a poder ser. Voy a comer con Armando.
- ¿Con Armando? ¡Ten mucho cuidado princesa!
- No te preocupes. Si quieres podemos cenar esta noche.
- Esta noche no puedo, tengo guardia en la clínica. Pero a lo mejor te apetece pasarte por aquí un rato y picamos algo.
- Me parece una buena idea, cuando termine de trabajar iré y hablamos un rato.
- De acuerdo entonces, te espero princesa.
- Hasta luego cielo.


Armando permaneció en silencio pero muy atento a la conversación. Quería averiguar que relación tenía ella con Javier. El le había comentado que eran amigos pero había notado mucha ternura en la voz de ella. Necesitaba saber si había algo más.

- Háblame de tu relación con Javier ¿Sois muy amigos?
- Si, para mí Javier es como un hermano. Tenemos mucha confianza y nos lo contamos todo.
- ¿Todo?
- Si, todo. Ya te he dicho que es como mi hermano.
- ¿Dónde os conocisteis?
- En la facultad. Estuvimos saliendo juntos un tiempo, pero la relación no prosperó y después nos hicimos muy buenos amigos.
- Entiendo… ¿Y existe alguien especial para ti?
- No, de momento no hay nadie. Tengo otras cosas en que pensar.
- ¿Cómo que?
- Como mi trabajo, por ejemplo.

Armando sintió una pequeña punzada de celos. Javier la había tenido entre sus brazos. Menos mal que ahora solo eran buenos amigos. ¿Por qué estaba pensando eso? Ella no era nada de el. Podía tener las relaciones que quisiera con cualquier hombre. A el que más le daba. Pero había sentido un gran alivio al saber que ella no estaba con nadie. Cuando llegara a su oficina llamaría a Javier, no había hablado con él para agradecerle que le hubiera puesto en contacto con Marina, y ya iba siendo hora de hacerlo.

Cuando llegaron al restaurante Armando paró el coche, se bajó de el y le abrió la puerta a ella para que descendiera. Tomándola del codo la acompaño hacía el interior. Era un restaurante muy acogedor, que a esa hora todavía no estaba muy concurrido, un camarero se acerco a ellos y le habló a Armando con mucha familiaridad.

- Buenos días Sr. Espinares, encantado de volver a verlo por aquí ¿Desea la misma mesa de siempre?
- Si, gracias Marcelo. Marcelo es el maître del restaurante. – le explicó a Marina.
- Veo que hoy viene muy bien acompañado. La señorita es muy bella.
- Es cierto, es bellísima. – Dijo Armando mirándola intensamente.
- Muchas gracias, pero no es para tanto. – dijo Marina ruborizándose.

Los acompañó hasta una mesa que quedaba en un rincón discreto y les facilitó la carta. Armando le preguntó que les recomendaba ese día y Marcelo se lo dijo. El pidió por los dos, esos platos acompañados por una botella de buen vino. Cuando el maître se retiró él le comentó.

- Espero que te guste lo que he pedido.
- Si no creo que haya problema, pero yo no estoy acostumbrada a beber.
- No te preocupes, es un buen vino y por una copa con la comida no va a pasar nada.
- Eso espero porque a mi se me sube muy rápido a la cabeza.
- No pasará nada y si se te sube, me encantará acompañarte hasta tu casa. –dijo esto con una sonrisa y volviéndola a mirar con intensidad.
- Está bien, espero que no sea necesario. – dijo sonriendo ruborizada.

Se quedaron un momento en silencio y de pronto él preguntó:

- ¿Y bien? Cuéntame lo que has deducido de las notas del anterior técnico.
- Bueno… Por lo que he podido ver él ya estaba trabajando en la obtención de un nuevo maquillaje, aunque no acababa de encontrar la fórmula adecuada, había algo que se le escapaba pero no logro averiguar qué.
- Entonces… ¿Que harás?
- Trabajaré unos días a ver si logro averiguarlo y si no empezaré desde cero.
- Me parece bien. Pero por favor… Recuerda que necesito resultados de inmediato.
- Descuida. Intentaré conseguirlo lo antes posible.

En ese momento Marcelo les trajo la comida, le sirvió el vino a él quién después de probarlo dio su aprobación. Cuando volvió a marcharse, él le dijo volviendo a mirarla con intensidad.

- Cuéntame algo de ti.
- ¿Qué quieres saber? No hay mucho que contar. –dijo removiéndose inquieta en la silla. En su cabeza empezaron a encenderse todas las alarmas ¿Por qué estaba interesado en saber cosas de ella? Además la miraba de una forma que la ponía un poco nerviosa. ¡Cuidado Marina! Le volvieron a advertir las palabras de Javier.
- Todo. Lo quiero saber todo. – dijo volviendo a hablarle con aquella voz tan profunda.
- Tuve una infancia muy feliz, tenía unos padres a los que adoraba y aunque la casa no era muy grande y mi padre no ganaba mucho, teníamos lo suficiente para vivir con comodidad.
- ¿Qué pasó con tus padres?
- Murieron en un accidente hace unos tres años. Fue muy doloroso. Los encuentro tanto a faltar….- los ojos se le empezaron a llenar de lágrimas, que logró disimular bastante bien mientras luchaba por que no se derramaran. Aunque él lo percibió.
- Tranquila… Veo que los amabas mucho. Si te resulta tan doloroso no hablemos de ellos. No me gustaría verte llorar. ¿No tienes más familia?
- Si, tengo una hermana. Pero ella se casó con un constructor venezolano y se fue a vivir a Venezuela, tiene dos hijos maravillosos. Hace dos años que no la veo. No tengo más familia
- Entiendo… Así que estas sola aquí.
- Sola no. Tengo a Javier, que es como mi familia. Lo conocí en la facultad como ya te he explicado antes, empezamos a salir y durante un tiempo todo funcionó a la perfección. Pero luego nos dimos cuenta que no estábamos hechos el uno para el otro y lo dejamos. Entonces fue cuando nos hicimos amigos inseparables.
- Ya veo, Javier… - Volvió a sentir una punzada de celos. Javier se encontraba mucho más cerca de ella de lo que él se imaginaba.
- Cuéntame algo más.
- Me licencié en Químicas, como has podido comprobar. Pero para ello tuve que trabajar muy duro, de ayudante en un laboratorio farmacéutico, hice montones de horas extras, tenía que pagarme la carrera y el alojamiento. Había días en que terminaba agotada totalmente. Pero finalmente lo conseguí y aquí estoy.
- Me alegro de que lo consiguieras, aunque lamento que tuvieras que trabajar tan duro.
- Gracias. Y eso es todo lo que tengo que contar. Ahora te toca a ti.
- ¿Qué quieres saber?
- Todo – dijo ella riéndose

Armando volvió a quedarse prendado de su risa. Le gustaba esa mujer, no había podido dejar de mirarla, pero no iba a enamorarse de ella. El ya se habia enamorado una vez y fue un desastre. Pero quizás podría tener una aventura con ella. No sabía porque pero se moría de ganas de estrecharla entre sus brazos.

Se dispuso a hablarle a ella de su vida.
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