Alas de Fantasia
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CAPITULO 3 ...... ”BAILANDO”
Armando se puso muy serio y comenzó a explicarle con una mirada triste en sus ojos.

- Nací en el seno de una familia acomodada, mi infancia fue solitaria, debido a que mi padre tenía que viajar muy a menudo por negocios y mi madre siempre le acompañaba, aunque ella lo compensaba con todo el cariño y toda la atención del mundo cuando no estaba de viaje.
- ¿Y creciste solo?
- Bueno… no. Me crió una nana.
- Entiendo… ¿Y tu padre?
- De el preferiría no hablar. Obligaba a mi madre a acompañarle en sus viajes, por mucho que ella protestara. Jamás me demostró el más mínimo cariño. Me daba todo lo material que podía desear, pero nunca lo que yo más necesitaba, su amor de padre.
- Debiste sufrir mucho.
- Si… Yo hacía todo lo posible por complacerle, por que estuviera orgulloso de mi, pero el nunca estuvo satisfecho. Cuando me hice mayor, estudié duro y obtuve mi carrera con las mejores notas. Pero nunca tuvo una palabra amable para mí.
- Cuanto lo siento…
- No te preocupes, ya lo tengo casi superado. Al morir me dejó la empresa en herencia, por eso no puedo permitir que tenga perdidas.
- Todavía intentas complacerle, aunque sea inconscientemente. Creo que deberías sacar la empresa adelante por ti, no por el. El ya no podrá apreciar tu esfuerzo.
- Puede que tengas razón.
- ¿Tu madre aun vive?
- Si, vive conmigo. Es una mujer adorable. Puede que algún día la conozcas.
- ¿No tienes hermanos?
- No. Nunca tuvieron más hijos. Creo que el no estaba preparado para ser padre y que yo fui un error en su vida.
- No seas tan duro contigo. Tú no tienes la culpa de haber nacido.
- No lo se. Lo que si te puedo asegurar es que yo nunca tendré hijos. No podría soportar pensar que sufrirían lo mismo que yo.
- Creo que tú serias un buen padre.
- Yo no estaría tan seguro.

Marina se quedó pensando en cuanto había tenido que sufrir aquel niño al que su padre ni siquiera miraba, le inspiraba una gran ternura y deseos de protegerlo.

- No hablemos más de el, por favor.
- Está bien, hablemos de otra cosa ¿Hay alguna mujer en tu vida?
- No… Hubo una. Pero de eso también prefiero no hablar.
- De acuerdo. Entonces no salió bien.
- No
- Si es doloroso para ti, olvidemos el tema.
- Si es muy doloroso. Puede que algún día te lo explique, cuando no duela tanto.
- Te tomo la palabra, y no te escaparas. – dijo esto con una sonrisa.
- No. Ya veo que no me escaparé. -dijo el riéndose.

En ese momento Marcelo les trajo el postre, lo que sirvió para cambiar de conversación. Cuando terminaron, Marina miró la hora y le dijo.

- Mira que hora es, se ha pasado el tiempo volando. Es tardísimo.
- ¿Y que prisa tienes?
- Te recuerdo que tengo que trabajar y se ha hecho muy tarde.
- No te preocupes por eso. Estas comiendo con el jefe ¿no?
- Si, pero eso no es excusa. Debo volver al trabajo.
- Veo que eres muy responsable.
- Si, me agrada corresponder a la confianza que se deposita en mí.
- ¿No quieres café?
- No.
- Esta bien entonces, volvamos al trabajo. No hay quien pueda contigo. –dijo divertido.

Armando pidió la cuenta y mientras pagaba pensó que le había encantado comer con ella, sabía escuchar y era muy agradable. Esa mujer le gustaba. Caminaron hacía el coche y una vez dentro el le dijo.

- Podríamos cenar juntos alguna noche. Así no tendríamos prisa y podríamos hablar tranquilamente.
- No se…
- ¿Cómo que no sabes? ¿Acaso me tienes miedo?
- No, no es eso. Esta bien, cenaremos alguna noche de estas.
- ¿Esta noche?
- No, esta noche no puedo. He quedado con Javier.
- Es cierto, Javier. Lo había olvidado. ¿Mañana entonces?
- Tampoco puedo. Hemos quedado con unos amigos para ir a una discoteca.
- Ya veo. ¿Y que discoteca es esa?
- Creo que se llama Skylab o algo así.
- Se cual es. Es bastante buena, pero como esta de moda hay mucha gente.
- Me lo imagino.
- Esta bien. Entonces… ¿Cuándo podemos cenar? Ya que estás tan ocupada pon tu el día.
- No lo sé. ¿Tengo que decírtelo ahora?
- Me gustaría, pero ya me lo dirás cuando tú quieras.
- De acuerdo, ya te lo diré.

Marina, no pensaba ir a cenar con el, es más no pensaba volver a comer con el, aunque había sido una comida muy agradable. Se acababan de conocer y creía que el iba demasiado deprisa. No, no volvería a salir con el. La inquietaba su manera de mirarla. Javier tenía razón. Este hombre era peligroso, muy peligroso y ella no quería sucumbir a su encanto.

Llegaron a Pimpinella y el la acompañó hasta el laboratorio. Oscar los vio entrar juntos y pensó. - Así que es eso, ya van a comer juntos. Ahora entiendo porque te han dado el puesto Srta. Marina. No creo que haya sido precisamente por tus conocimientos. Pero yo me voy a encargar de enmendar el error. Aún no sé como, pero lo haré –

Antes de despedirse Armando le dijo sonriendo.

- Bien ya está usted aquí, señorita responsable. Recuerda que tenemos una cena pendiente.
- Lo recuerdo, no te preocupes. Ahora si no te importa, tengo que trabajar, se ha hecho muy tarde.
- Esta bien, esta bien. Ya veo que me estas echando. Ya me voy. Hasta luego.
- Hasta luego.

Marina se colocó la bata y se dispuso a continuar trabajando sin darse cuenta de que estaba siendo observada por Oscar. Estuvo toda la tarde trabajando sin interrupciones y al llegar la hora de marcharse, lo recogió todo tal y como Armando le había indicado. Oscar la observaba meticulosamente y buscaba la manera de vengarse de lo que el consideraba una humillación.

Cuando Armando llegó a su despacho, llamo a Javier para darle las gracias por haber recomendado a Marina.

- ¿Diga?
- Hola Javier, soy Armando.
- ¿Qué tal Armando? Chico no hay quien te vea el pelo. Ya casi no te acuerdas de los amigos.
- No es eso. Es que he estado muy ocupado con los negocios.
- La excusa perfecta. – dijo riéndose- Bien, tu dirás.
- Si, es la excusa perfecta, pero aunque suene trillado es cierto, ya te contaré. ¿Podríamos vernos? Quiero agradecerte personalmente que me hayas recomendado a Marina.
- Esta bien. ¿Cuándo te va bien que nos veamos?
- ¿Te parece bien comer conmigo mañana?
- ¿Mañana? Si, perfecto.
- Hasta mañana entonces, yo paso a recogerte.
- De acuerdo amigo. Hasta mañana.

Marina fue a ver a Javier al salir del trabajo, cuando llegó el estaba atendiendo una urgencia y ella lo esperó en su despacho. Al terminar el se dirigió hacia allí. Estaba muy cansado pero al verla su rostro se ilumino con una sonrisa.

- ¡Hola princesa! ¡Que alegría verte! Perdón por el retraso pero estaba atendiendo una urgencia.
- No te preocupes Javier. ¿Algo grave?
- Pues si, una herida de arma blanca en el abdomen, pero ya está controlado.
- Si lo has atendido tú, seguro que se salva.
- No me halagues tanto o me lo acabaré creyendo.
- No es un halago, eres muy bueno en lo tuyo.
- ¿Y bien? ¿Qué me cuentas? ¿Cómo te ha ido tu primer día de trabajo?
- ¡Muy bien! Creo que ya tengo una pista de lo que buscaba el otro químico.
- ¿Y crees que podrás conseguir desarrollar la fórmula?
- Eso espero, si no, comenzare con mi propia búsqueda.
- Te deseo mucha suerte princesa. Armando puede ser muy exigente.
- Lo sé. Me he dado cuenta.
- Por cierto… ¿Cómo es eso de que has ido a comer hoy con el jefe?
- Si. No me pude negar, tiene una personalidad arrolladora y es muy autoritario cuando quiere. Sin darme casi cuenta me encontré sentada en el coche camino del restaurante. Pero prometo que no volverá a suceder.
- Esta acostumbrado a mandar y a ser obedecido. ¿Estas segura que no volverá a suceder?
- Si, segura. De hecho me ha propuesto salir a cenar con el, pero le estoy dando largas.
- Ten cuidado. Te advierto que puede ser muy persistente cuando se propone algo.
- Tendré cuidado, no te preocupes cielo. No pienso volver a ir con el a ningún sitio. Como tu bien dices creo que es un hombre peligroso.
- Esta bien. Pero vamos a encargar la cena. Me muero de hambre.
- De acuerdo.

Encargaron comida china por teléfono. Y cuando la trajeron se dispusieron a cenar.

- Bien. Cuéntame de que habéis hablado durante la comida.
- ¡OH! Nada serio. Nos hemos estado contando cosas de nuestra infancia.
- ¿Nada serio? Será para ti princesa. Para el es un tema muy doloroso y me extraña que te lo haya explicado.
- Me ha contado algo de sus padres. ¿De verdad su padre no lo quería?
- Es cierto. Ese hombre era un…Prefiero no decirlo. Jamás lo quiso ni tuvo una sola palabra amable para el. Pasó su infancia atendido por una nana, era el niño más triste que he visto en mi vida.
- Cuanto lo siento. De haberlo sabido no se lo hubiera hecho recordar.
- No te preocupes el es fuerte y lo apartara a un lado enseguida. ¿Por cierto sabes que hoy me ha llamado?
- Ah ¿Si? ¿Y se puede saber para que?
- Creo que lo has impresionado princesa. Quiere darme las gracias por ponerte en contacto con el. Mañana comeremos juntos.
- Bueno, ya me contaras.

Pasaron el resto de la velada hablando de cosas sin importancia. Riéndose al recordar viejos tiempos y haciéndose compañía el uno al otro. Cuando Marina decidió irse, eran pasadas las dos de la mañana. Al despedirse Javier le recordó.

- Acuérdate que mañana hemos quedado con la pandilla para ir a esa dichosa discoteca.
- Lo recuerdo perfectamente. No te preocupes. ¿Pasaras tú a recogerme?
- Por supuesto princesa. No puedo consentir que una mujer tan hermosa como tu vaya sola a esos sitios.
- Que exagerado eres cielo. Hasta mañana entonces Javier.
- Hasta mañana princesa. Cuídate del lobo.- dijo guiñándole un ojo.
- Descuida, me cuidare. –dijo ella riéndose.

Cuando Marina llegó a su trabajo a la mañana siguiente. Armando la estaba esperando en el laboratorio. No había podido dejar de pensar en ella toda la noche y sentía necesidad de verla, de escuchar su voz.

- Buenos días Marina. ¿Qué tal tu cena anoche?
- Buenos días. Muy bien como siempre.
- Me alegro.
- ¿Qué haces aquí tan pronto?
- Yo… Quería saber como te fue ayer por la tarde, como no te vi al marcharte.
- No sabía que tenía que pasar a despedirme.
- No tienes que hacerlo. Pero me hubiera gustado.
- ¿Si? ¿Para que?
- No se que te sucede hoy que estás a la defensiva. ¿Paso algo anoche?
- No. ¿Tenía que pasar?
- No. Pero ya veo que no estas de humor. Mejor me voy. Recuerda nuestra cena.
- Si ya me acuerdo. Ahora voy a trabajar.

Marina sabía que no había sido amable con el. Pero después de estar pensando toda la noche, creía que era la mejor manera de alejarlo de ella lo suficiente como para no caer en sus redes. Ese hombre le gustaba y mucho. Pero no estaba dispuesta a ser una más.

Armando estaba confundido. No lograba comprender el cambio de actitud de ella. El no recordaba haberla ofendido desde el incidente del primer día, pero ella estaba a la defensiva con el. ¿Qué le pasaba a Marina? El necesitaba tenerla a su lado, soñaba con abrazarla. Con besar esos preciosos labios. Con embriagarse con su perfume. Con enredar sus dedos en su cabello. ¿Pero es que se estaba volviendo loco? Cualquiera diría que se estaba enamorado de ella y eso no iba a suceder. Nadie se iba a volver a burlar de su amor. Nunca.

A la hora acordada Armando fue a recoger a Javier para comer juntos. Cuando se vieron se dieron un gran abrazo.
- Armando… Amigo ¡Como te he echado de menos! Cuanto tiempo hacía que no nos veíamos.
- Es verdad Javier, he estado muy ocupado. Yo también te he extrañado.
- Pero eso lo vamos a solucionar enseguida ¿Verdad? Prométeme que no vas a volver a desparecer.
- Te lo prometo, de verdad- dijo riéndose.
- Está bien. Te creo. Pero si vuelves a hacerlo seré yo mismo el que vaya a buscarte y te traiga de las orejas. No estoy dispuesto a perder a un amigo como tu.
- De acuerdo, de acuerdo. Pero vamos a comer.
- Venga, vamos.

Subieron al coche y fueron a comer al mismo restaurante al que había llevado Armando a Marina el día anterior. Marcelo les dio la misma mesa y les tomo nota de lo que iban a comer. Estuvieron hablando de las andanzas que habían realizado juntos. Cuando les sirvieron el primer plato y el vino, comenzaron a hablar de Marina.

- Javier, quiero darte las gracias por haber puesto a Marina en contacto conmigo.
- No tienes que dármelas. Solo les he tendido una mano a dos amigos. Ella necesitaba trabajar y tú necesitabas un buen químico. ¡Et Voilá!.
- Es una mujer impresionante. Tiene carácter, es responsable y por sus referencias una excelente profesional. Además de muy bonita.
- Me alegro de que te haya impresionado tanto. Pero por favor Armando, no vayas a hacerle daño.
- ¿Por qué dices eso? ¿Qué te hace pensar que la voy a dañar?
- Por el brillo de tus ojos cuando hablas de ella. Te conozco bien Armando y se que Marina te gusta.
- Es cierto me gusta, pero no voy a hacer nada que ella no quiera hacer.
- Armando…
- Si que te has vuelto protector. Cualquiera diría que estás enamorado de ella.
- Has acertado. Estoy profundamente enamorado de ella. Se me metió muy adentro y no me la he podido sacar del corazón. Aunque me conformo con ser su amigo y sentirla cerca. No quiero verla sufrir.
- No me digas que ella es la chica de la que estabas enamorado en la universidad.
- Pues si. Es ella.
- Está bien. Te prometo que no le haré daño.
- Tengo tu palabra Armando.
- Oye… ¿Porque no te vienes esta noche con el grupo a la discoteca Skylab?
- No creo que pueda. Pero no te aseguro nada.
- Estarían encantados de verte. Te echan de menos. Siempre me preguntan por ti. Sobre todo las chicas…
- Haré lo posible. Pero ya te digo que no creo poder.


Para Marina el día transcurrió sin novedades, se dedicó por entero a su trabajo y creía saber que le pasaba a la fórmula. Se trataba de un solo ingrediente. Aunque no sabía aún cual. Sin ello la fórmula no era estable. Estaba contenta porque ya estaba cerca de conseguirlo. No había visto a Armando en todo el día y dedujo que estaría enfadado por la forma de tratarlo esa mañana. Decidió que no se iba a preocupar más. Y se preparó para irse a su casa. Recogió todo sin darse cuenta que Oscar continuaba observándola.

Cuando Javier fue a recogerla esa noche ella ya estaba arreglada. Se había puesto un vestido negro de tirantes con falda recta que se adaptaba a sus formas perfectamente y resaltaba la blancura de sus hombros. Se había recogido el pelo con una aguja larga. Y se había maquillado muy suavemente. El resultado era espectacular. Cuando Javier la vio se quedó sin aliento.

- Esta noche estás bellísima princesa.
- No exageres Javier. Solo me he arreglado un poco.
- Me encantará ver el resultado cuando te arregles a conciencia.
- Que exagerado. Anda vamonos que vamos a llegar tarde y los chicos deben estar impacientes.
- De acuerdo. Vámonos princesa.

Llegaron a la discoteca y ya estaba allí todo el grupo esperando. Se sentaron en unos sofás y empezaron a hablar entre ellos. La sala se encontraba llena y tenían que hablar alto para entenderse con la música.

Marina se encontraba distraída hablando con Carlos cuando notó una presencia a su lado. Miró y vio con sorpresa que se trataba de Armando.El se había sentado a su lado muy cerca. Sus piernas se rozaban. Estaba muy guapo llevaba un pantalón negro y un suéter de color verde que acentuaba su musculatura, además se había recogido el cabello con una coleta que dejaba su cara al descubierto. Todo el grupo se alegró mucho de verlo. Carlos le dijo.

- ¡Armando!.Viejo zorro ¿Dónde te habías metido? Hacía tiempo que no te veíamos.
- He estado ocupado y os he tenido un poco abandonados. Pero prometo que a partir de hoy, lo voy a remediar. No os voy a dejar solos ni a sol ni a sombra.- Dijo esto mirando a Marina intensamente.
- ¿Conoces a Marina?
- Si… Ya nos conocemos.
- Que callado te lo tenías Marina.
- Solo hace un par de días que le conozco. Nos presento Javier.
- Vaya, vaya con Javier. Aun tiene ases escondidos en la manga.

Carlos no le dio más importancia a la conversación y siguió hablando con el grupo. Armando se inclinó hacia Marina y acercándose le dijo con voz profunda.

- Esta noche estas arrebatadoramente bella.
- Gracias. Pero no es para tanto.
- Si que lo es. Me has dejado sin aliento.

Marina se removió inquieta. Lo tenía peligrosamente cerca. Podía sentir su respiración en la cara. En ese momento cambió la música que se hizo lenta y Javier vino a rescatarla.

- Princesa ¿Me concedes este baile?
- Claro que si Javier.

Se levantó para ir a bailar con Javier. Armando sintió una punzada de celos al verlos bailar abrazados. Continuó hablando con el grupo, pero sin dejar de mirarlos. Laura se acercó a el y le dijo.

- Armando… ¿Porque no bailas conmigo? Anda vamos.
- No me apetece Laura. Solo he venido a hablar un rato con vosotros. Además sabes que no me gusta bailar.
- Venga hombre….
- Ahora no Laura. Tal vez más tarde.
- Esta bien. Sigues igual de imposible que siempre.

Javier y Marina estaban bailando muy juntos y se hablaban al oído. Armando se estaba consumiendo de celos. Se levantó para ir a la barra a buscar una copa, pero a mitad de camino cambió de opinión y se dirigió hacia ellos.

- Javier. Creo que ahora me toca a mí bailar con Marina.
- Pero si a ti no te gusta bailar.
- Javier…
- Está bien. Toda tuya.

Javier se alejó y los dejó solos. Armando la asió con firmeza por la cintura y empezaron a bailar. Ella se encontraba tensa. El se acercó de tal manera que sus labios casi se rozaban. Tanta proximidad la perturbaba. Ver aquella boca tan cerca de la suya la hacía desear que la besara, pero no podía permitirlo y se retiró un poco hacía atrás, el volvió a acercarla y con voz profunda le dijo.

- Verdaderamente esta noche estás bellísima.
- No digas tonterías y por favor, apártate un poco estás demasiado cerca.
- ¿Y si no lo hago? No parecía molestarte tanto la proximidad de Javier.
- Eso a ti no te importa.
- No debería importarme.
- ¿Qué quieres decir?
- Que me importa y mucho.
- No seas ridículo. Tú y yo no somos nada. Y eso me suena a celos.
- Cierto, tu y yo no somos nada aún…
- ¿Qué significa ese aún?
- Nada. Olvídalo ¿De que hablabais Javier y tú para estar tan cerca?
- Yo no tengo porque darte explicaciones a ti.
- Es verdad. No tienes que dármelas todavía… Pero todo llegará…

Marina no entendía que estaba insinuando el. O mejor dicho sí lo intuía, pero no pensaba dar crédito a sus insinuaciones. Si lo hacía estaría perdida, ese hombre le gustaba mucho. El la estaba mirando fijamente y ella lo único que deseaba era perderse en esos ojos tan profundos. Pero eso no iba a suceder. Tenía que mantenerse indiferente. Para cambiar de tema, le pregunto.

- ¿Y tú que haces aquí?
- Yo tampoco tengo porque darte explicaciones. Pero te las daré. Javier me ha invitado hoy a venir. Además estos son mis amigos.
- Pues no lo parece. Hace tiempo que salgo con ellos y a ti no te había visto nunca.
- Eso es porque he estado un tiempo apartado de todo y de todos.
- ¿Y como es que has decidido volver a salir con ellos?
- ¿Quieres la verdad?
- Si, claro.

Armando se tomó su tiempo para contestar. Se encontraba absorto mirando el nacimiento del cuello de ella y pensando en cuanto le gustaría besarlo e ir bajando lentamente por su hombro.

- He venido por ti.
- ¿Por mi?
- Si, por ti. Sabía que estarías aquí y necesitaba verte.
- ¿Para que?
- Es obvio para que. Quería estar contigo. (Necesitaba sentirte cerca de mi) – pensó el.
- No se por que. Casi no nos conocemos.
- Pero eso se puede solucionar ¿Verdad?
- No entiendo
- Es fácil. No puedo apartarte de mi mente desde el primer día que te vi y me encantaría que a ti te pasara lo mismo.
- No. Espera un momento. Eso no puede ser…- Dijo apartándose de el.
- ¿Por qué no puede ser?- preguntó, volviendo a atraerla hacia el.
- Porque…Porque…No puede ser.
- ¿No te sientes atraída por mí?
- ¿No vas demasiado rápido? Hace apenas tres días que nos conocemos. Y eso no es lo que yo quiero.
- Suficiente. ¿Qué es lo que no quieres? ¿Esto?- dijo depositando un beso en su cuello- ¿O esto?- dándole un tierno beso en los labios que la tomó desprevenida.
- Basta Armando. Por favor…

En ese momento Javier se acercó hasta ellos y le dijo a Marina.

- Princesa, tengo que irme. Ha surgido una urgencia y soy el cirujano más próximo a la clínica. Lo siento pero no podré llevarte a casa.
- No te preocupes Javier. Tomaré un taxi.
- Yo la llevaré a casa Javier. – dijo mirándola intensamente.
- No hace falta que te molestes. Tomaré un taxi.
- No es ninguna molestia “princesa”- lo dijo tal y como se lo decía Javier y con una expresión divertida en el rostro- Te acompaño a tu casa y no se hable más. Javier te prometo que la depositaré en su casa sana y salva.
- En ese caso me voy tranquilo confío en ti. Adiós Armando. Adiós princesa. Te llamo mañana.

La música volvió a sonar rápida. Dejaron de bailar y se dirigieron hacia donde se encontraba el grupo. Al llegar allí se sentaron, esta vez quedaron uno frente al otro. El no dejaba de mirarla y ella se removía nerviosa en el asiento.

Laura se acercó a Armando y le dijo con tono de reproche en la voz.

- Eres muy malo. No has querido bailar conmigo pero si lo has hecho con ella. ¿Por qué?
- No empieces Laura…
- Es que no lo entiendo ¿Qué tiene ella que no tenga yo?
- Laura por favor… Hace mucho tiempo que no nos vemos y no quiero enfadarme contigo. Déjalo ya.
- Pero quiero saber por que.
- Sabes que no me gusta bailar. Pero en ese momento me ha apetecido y ella estaba allí. Eso es todo.
- ¿Seguro que eso es todo? Yo soy tu amiga y a ella ni siquiera la conoces.
- Olvídalo Laura….

Carlos que se encontraba al lado de Armando, había escuchado la conversación e intervino en ese momento.

- ¿No será que nuestro cazador ya le ha echado el ojo encima a su próxima presa?
- Carlos… - Dijo Armando en tono amenazante.
- ¿Acaso no es cierto? Yo diría que si.
- Ni yo soy un cazador, ni Marina es una presa. Y te agradecería que te ahorrases esos comentarios tan desafortunados.
- Vale, vale ya me callo. Si que has vuelto susceptible. Antes se te podían hacer esa clase de bromas.
- Pues ahora ya ves que no.

Armando se levantó, se acercó a ella y le preguntó.

- ¿Te apetece tomar algo?
- Si por favor. Estoy muerta de sed.
- ¿Me acompañas a la barra?
- Preferiría quedarme aquí hablando...
- Por favor Marina…
- Esta bien. Voy contigo.

Se acercaron a la barra y el pidió las bebidas. Cuando les sirvieron el tomó las copas y le ofreció una a ella. Hizo todo esto sin decir una sola palabra. Estaba molesto por el comentario de Carlos y por la insistencia de Laura. Marina se dio cuenta de que algo le ocurría y le preguntó.

- ¿Qué te sucede? Te has quedado muy callado de pronto.
- Nada. Es solo que el cretino de Carlos tiene la extraña virtud de sacarme de mis casillas.
- ¿Qué te ha dicho?
- Solo uno de sus comentarios desafortunados, pero no te preocupes. Se me pasara enseguida.
- Esta bien. Pero ha debido ser algo fuerte para que te cambie el humor así.
- Olvídalo. No ha sido nada. Cuando tu decidas nos vamos.
- Vale, dentro de un rato. Pero insisto en que puedo tomar un taxi.
- Y yo insisto en llevarte a tu casa. No me cuesta nada acompañarte y además tengo el coche fuera.
- Bueno, de acuerdo.

Volvieron donde se encontraba el grupo y continuaron hablando un rato más. Carlos intentaba organizar un fin de semana en su casa de la playa.

- Bueno. ¿Cuándo podemos ir todos?
- No lo sé Carlos. Habrá que decírselo también a Javier.- dijo Marina.
- Es cierto. ¿Tú también vendrás Armando?
- No lo se. Dime la fecha exacta y entonces te diré algo.
- De acuerdo, en cuanto la sepa te llamo. Pero haz lo posible por venir. Será divertido.
- Esta bien. Haré lo posible pero no te prometo nada.
- ¿Los demás no tenéis ningún problema para ir?
- Nooooo- contestaron al unísono.
- En ese caso yo mismo me encargo de hablar con Javier, que es el único que puede tener problemas por las guardias en la clínica. En cuanto sepa algo os aviso. Pero tener en cuenta que será para dentro de un mes aproximadamente.
- Ya nos dirás algo – dijo Marina- Ahora me voy que es muy tarde y mañana tengo que trabajar.
- Nos vamos querrás decir. – dijo Armando- Recuerda que le he prometido a Javier que te llevaría a tu casa sana y salva.- dijo sonriéndole.
- Ya veo que no me voy a poder escapar de que me acompañes.
- No preciosa, no te vas a poder escapar de mí…
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